Santa Rufina, de Diego de Velázquez, en Sevilla

A finales de mayo de 2007 (1), se publicaba que el día 4 de julio de 2007 sería subastado en Madrid por la casa Sotheby's el cuadro titulado Santa Rufina de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (1599-1660), con una puja inicial de entre 9 y 12 millones de euros. Por este motivo está expuesto en la Sala Mirador del Museo Thyssen de Madrid. Sólo existen media docena de cuadros de Velázquez en manos privadas, por lo que cada vez que sale al mercado una obra del pintor sevillano se convierte en un acontecimiento de primer orden. Cuando el cuadro de Juan de Pareja fue subastado en 1970, estableció el récord mundial para una pintura al venderse por 2,31 millones de euros. Una de las últimas «repatriaciones», en noviembre de 2003 fue El barbero del Papa, adquirido para el Museo del Prado por 23 millones de euros. Hay que recordar, no obstante, que el 6 de julio de 1994, la sala Sotheby's sacó a subasta en Londres una Inmaculada Concepción, atribuida a Velázquez; aunque hubo una puja por 4 millones de libras (800 millones de pesetas), el lienzo quedó sin vender, al quedar por debajo del precio fijado por el vendedor. Sin duda, influyó la polémica suscitada sobre su autoría. Recientemente, el Misterio de Cultura español ha desistido en esta ocasión de asistir a la subasta por sus limitaciones presupuestarias.

Imagen de la obra, expuesta recientemente en Madrid. (Foto: REUTERS)

Diego de Velázquez, como pintor de corte, tenía principalmente como misión retratar a la familia real española, y de vez en cuando a miembros de otras familias nobles europeas. Por tanto, la mayoría de sus obras están en el Museo del Prado de Madrid, gran parte del resto en importantes museos internacionales y Santa Rufina es una de las pocas obras que ha permanecido en manos privadas desde que lo pintara Velázquez. Mientras en las obras de la Corte primaba la formalidad, en la Santa Rufina gana la proximidad y la simplicidad; los rasgos humildes de la figura femenina, pintados con un realismo contundente del estilo de Velázquez, sugieren que la obra fue pintada al vivo y puede que tenga algún parecido con el de una de las hijas del pintor, o Francisca o Ignacia, cuyas edades rondarían los 12 y 14 años cuando el lienzo se pintó a principios de la década de 1630.

Este lienzo representa a Santa Rufina, de medio cuerpo, con bastón de palma y unas tazas en la mano, alcanzando unas proporciones de cuatro cuartas y media de alto y dos tercias y dos dedos de ancho, según consta en una copia del inventario de la colección del sexto Marqués del Carpio. En concreto, se trataba Luis de Haro (1598-1661), marqués de Eliche y sexto marqués de Carpio, que sucedió a su tío, el Conde-Duque de Olivares, como valido (una especie de primer ministro) de Felipe IV en 1643. La mencionada Colección alcanzaría la cifra de tres mil pinturas con el séptimo Marqués, que tuvo en propiedad también la Venus del Espejo (National Gallery de Londres).

Durante largo tiempo se le perdió el rastro a esta pintura, pero recientes investigaciones han determinado que fue propiedad de Don Sebastián Martínez (1747-1800), un eminente coleccionista y amigo personal de Francisco de Goya, a quien el mismo retrató en un cuadro actualmente en el Metropolitan Museum de Nueva York. A mediados del siglo XIX, la obra pasó a la colección de otro distinguido coleccionista español, el Marqués de Salamanca (1811-1883). En 1867 fue adquirida en una subasta de sus obras en París por William Ward, primer Earl of Dudley y Viscount Ednam (1817-1885). Al ser vendido junto a los cuadros de Murillo, se confundió su autoría con la del autor barroco. Permaneció en la colección de esta familia hasta que fue vendida en Christie's, en 1925, como parte de la colección del vizconde Ednam y, más tarde, volvió al mercado en 1948, esta vez en Parke-Bernet (Nueva York). Por entonces, José López-Rey fue el primero en documentar la Santa Rufina perdida de Velázquez. Cuando el lienzo llegó a manos de los expertos de Christie's, y, tras un profundo análisis de la pintura, confirmaron su atribución a Velázquez y establecieron su fecha de ejecución entre 1632 y 1634.

En 1999, Christie´s-Nueva York sacó a subasta Santa Rufina nuevamente. Entonces, como Santa Rufina es, junto a su hermana santa Justa, santa patrona y protectora de Sevilla, el Ayuntamiento hispalense y el propio Ministerio de Cultura español se interesaron por su adquisición, junto a coleccionistas privados e instituciones, como el Museo del Louvre o la Casa de Alba. El Estado español también pujó hasta los 600 millones de pesetas, pero el cuadro se remató en 8,19 millones de dólares (1.300 millones de las antiguas pesetas). En aquel momento, Santa Rufina suscitó controversia en cuanto a su autoría; el ex director del Museo del Prado, Alfonso Pérez Sánchez apoyó la propuesta de la autoría de Velázquez en un número especial del Archivo Español del Arte editado para conmemorar el cuarto centenario del nacimiento del maestro español; expertos de la talla de Jonathan Brown, catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Nueva York, mostraba «dudas razonables» que advertía en el lienzo apuntando al fondo, el pelo o las manos. El pintor Antonio López lo vio en Madrid antes de su subasta en el 99 y en estos días ha comentatado que no apreció en el cuadro «la mano de Velázquez, aunque sí un aura velazqueña. Podría ser una copia de un Velázquez perdido».

La obra se subastó sin limpiar. De hecho, la Junta de Calificación y Valoración de Bienes Culturales advirtió entonces que había repintes y capas de barnices en el cuadro, por lo que estimaron un límite de 600 millones de pesetas en la puja. James Mcdonald, director del Departamento de Pintura Antigua en Sotheby´s-Londres, ha afirmado que hace unos años el cuadro fue limpiado y su belleza ha salido a la luz: «Antes era difícil hacerse un juicio muy formado». ¿Se han eliminado todos los repintes? «Hay algunos en el fondo, pero la mayor parte es de Velázquez, sin duda». Macdonald lo compara con la Sibila de Velázquez, que está en el Prado: La mayoría de los expertos en Velázquez apoyan que Santa Rufina es obra del pintor sevillano. Recientemente se ha analizado esta obra en comparación con 'La Sibila' —que data de la misma época— y, gracias a los rayos X, se ha podido observar que el trazo es muy similar", ha aseverado McDonald, quien ha indicado que según la postura de Brown, es posible que la obra sea de Velázquez aunque no es seguro. Esta comparación se basa en las similitudes compositivas. En ambos cuadros, la figura está situada sobre un fondo neutro de color claro. Santa Rufina fue pintada en Madrid, aunque representa un motivo sevillano, ya que Santa Rufina es, junto a su hermana, Santa Justa, están vinculadas históricamente a la ciudad hispalense. En el siglo XVII ambas santas fueron motivo de varios cuadros con la iconografía habitual, que las representa con objetos de alfarería; las dos hermanas eran artesanas cristianas que vivían en la Sevilla romana y se dedicaban a la alfarería.

En esta segunda ocasión, a Santa Rufina se la quierían llevar a Sevilla su Ayuntamiento de Sevilla y la Asociación Velázquez por Sevilla, presidida por la duquesa de Alba, que la compraría para el Museo de Bellas Artes de la capital. El Museo del Prado intentó adquirirla, pero la comisión de adquisiciones lo descartó al no existir unanimidad sobre su autoría. El Ministerio de Cultura no acudía a la subasta. Carmen Calvo ha dado una razón: "No podemos improvisar nueve millones de euros de un día para otro". El mercado decidirá sobre esta santa que no acaba de encontrar su lugar en el mundo.

Los sevillanos han conseguido finalmente han conseguido su empeño (2). Para ello han tenido que pujar duro en la subasta de la casa británica Sotheby's del día 4 de julio de 2007 y pagarán 7,5 millones de libras esterlinas, el equivalente a 12,47 millones de euros. Se trata del precio más alto jamás alcanzado por una obra de Velázquez en subasta, y también ha batido este récord en lo que a pintura antigua española se refiera. Ha sido una entidad privada, la Fundación Focus-Abengoa, la que se ha adjudicado el cuadro. La alegría quedaba en evidencia en el momento en el que el mazo dictaminó quién sería el nuevo propietario de la obra, en el que se escuchó en la sala el grito de 'Sevilla'. El concejal de Cultura del Ayuntamiento de Sevilla, Juan Carlos Marset, fue el encargado de pujar por el cuadro en representación de la Fundación Focus Abengoa, confirmó a Efe su directora general, Anabel Morillo. Tanto Marset como otros integrantes de la delegación sevillana rompieron a aplaudir cuando la obra fue adjudicada. El destino de la obra del artista sevillano será la sede Focus, en el Hospital de los Venerables, donde se creará una sala de interpretación de Velázquez junto con la obra Imposición de la casulla a San Ildefonso, propiedad del consistorio de la ciudad. El acuerdo entre el Ayuntamiento hispalense y la Fundación tendrá una duración de 75 años.

Unas horas después de que se supiera que «Santa Rufina» (3), pintada por Velázquez, regresará a la capital hispalense, gracias a la compra que hizo la Fundación Focus-Abengoa por 12,4 millones de euros en la sala Sotheby´s de Londres, se sucedieron voces de historiadores del Arte contrarias y a favor de la autoría del cuadro. Uno de los que más ha apoyado la atribución a Velázquez es Alfonso Pérez Sánchez, ex director del Prado y considerado uno de los mayores especialistas en la época velazqueña. Fundamentó su convicción en que, por una parte, «la técnica es idéntica a la de los cuadros que Velázquez pinta en torno a su primer viaje a Italia». Subraya además que los trazos de pincel que la restauración ha dejado a la vista en la zona superior derecha se han convertido en una simbólica «firma», ya que se ha verificado que Velázquez acostumbraba a limpiar los pinceles en el fondo del propio lienzo. Y añade que «la cerámica y el tratamiento del cabello son precisamente los mismos que se ven en los cuadros de Velázquez pintados en los años que van de 1626 a 1630». En cuanto a la procedencia, asegura que «ha quedado probada desde que el marqués de Heliche, heredero del conde duque de Olivares, lo describe en su inventario». En la exposición de la Fundación Memmo celebrada en Roma en 2001, cuyos comisarios fueron Salvador Salor y Felipe Garín, la autoría de este cuadro se daba ya a Velázquez, recuerda Pérez Sánchez.

Otro ex director del Prado, Francisco Calvo Serraller, afirmó a Efe que «Santa Rufina» es «rechazado por la mayor parte de la comunidad científica» y considera «extraño» que el Ayuntamiento de Sevilla «no haya dado los pasos de rigor antes de adquirirlo. Debería haber consultado al Museo del Prado, a la Academia de Bellas Artes y demás instancias, antes de pagar 10 ó 20 veces más de lo que en realidad vale esa pintura. Calculo que de cada cinco especialistas, cuatro dicen que no lo pintó Velázquez». Para Calvo Serraller «todo esto ha sido un disparate; se ha pagado un precio alocado». Una prueba bastante definitiva es, en su opinión, que la National Gallery de Londres no lo quisiera para un acontecimiento tan relevante como su gran exposición sobre Velázquez, que incluyó cuadros dudosos.

Javier Portús, jefe del Departamento de Pintura Española (hasta 1700) del Prado y comisario de la exposición que el museo dedicará en noviembre a «Velázquez : mitología e historia sagrada en el Siglo de Oro», comenta a ABC que el precio que se ha pagado por esta obra «refleja su estatus. No ha llegado en un estado de conservación perfecto. Además, su estatus atributivo es desigual: apoyan su autoría Alfonso Pérez Sánchez o Peter Cherry, mientras que otros como Jonathan Brown tienen dudas. Aquí no hay dogmas: no se puede decir categóricamente, al cien por cien, que sea un velázquez, pero sí es un cuadro velazqueño». Portús tiene bastantes dudas sobre su autoría, «en parte por el estado de conservación del cuadro. Tiene problemas y eso se ha reflejado en el precio. En su estado no se puede apreciar la extraordinaria calidad de las obras indubitables de Velázquez». En esta línea, ya se ha pronunciado en más de una ocasión el pintor Antonio López, quien aprecia «un aura velazqueña» en el cuadro, pero no ve la mano del maestro sevillano en él.

Fuentes:

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