La maleta olvidada de Robert Capa

«La maleta mexicana» de Robert Capa se ha convertido en el Santo Grial de la fotografía moderna con miles de negativos que recogen material inédito de la Guerra Civil española. Tras cerca de 68 años en México, este valioso petate visual ha visto la luz entre las páginas del «New York Times» y «El Periódico de Cataluña», después de ser desempolvado en las prestigiosas entrañas del Centro Internacional de Fotografía de Nueva York. Ambas cabeceras publicaron simultáneamente varias de las instantáneas así como una foto de las cajas que contenían los más de 127 rollos de negativos, atribuidos a Robert Capa y a dos de sus compañeros fotógrafos, David Seymour, «Chim», y Gerda Taro. Los preciados negativos, que plasman nuevas imágenes de la Guerra Civil, fueron abandonados en su cuarto oscuro de París, allá por 1939, justo cuando decidió abandonar Europa por América.

En una destartalada maleta

En un principio, el propio autor pensó que sus joyas fotográficas habrían sido víctimas de las despiadadas garras nazis, durante la invasión de la capital francesa; sin embargo, la realidad fue bien distinta. Mientras Capa, que pereció en el año 1954 desempeñando su trabajo en Vietnam, murió creyendo que sus negativos habrían sido desintegrados, en realidad habían comenzado una larga travesía que les condujo en una destartalada maleta desde París hasta Marsella para más tarde cruzar el Atlántico gracias a la ayuda de un diplomático y general mexicano, que sirvió para Pancho Villa. Los negativos acabaron pisando la ciudad de México para ser escondidos durante varias décadas.

Las fotos de Capa, «Chim» y de la compañera del primero, Gerda Taro, fueron puestas bajo la protección del general mexicano Francisco Javier Aguilar González en 1940, aunque más tarde olvidadas y halladas nuevamente en los años 90 por los herederos del militar, que en un primer momento no fueron conscientes de la importancia del hallazgo. Según explicaba el «New York Times», hace apenas un mes los negativos volvieron a viajar, por última vez, hasta el Centro Internacional de Fotografía, en el Midtown de Manhattan, que curiosamente fue fundado por su el hermano de Capa, Cornell. Tras años de negociaciones sobre quién debía salvaguardar la preciada obra, así como dónde debería descansar definitivamente la amalgama de negativos, finalmente se decidió ceder los derechos a Capa.

«Es como encontrar el Santo Grial», comentó el director del centro, Brian Wallis. «Conocíamos 500 fotos de Capa de la Guerra Civil y ahora tenemos unas 3.500», añadió. El trabajo consiste en determinar cuáles son las fotos hechas por Capa, Taro o Chim, explicó Wallis. «Tardaremos en establecerlo pero al fin tendremos el panorama completo de lo que hicieron en la Guerra Civil», pronosticó.

Visión sin precedentes

Lo cierto es que este descubrimiento visual ofrecerá una visión sin precedentes de nuestra propia Guerra Civil. Entre las fotos descubiertas hay una serie sobre la líder comunista española Dolores Ibarruri, la «Pasionaria», así como fotos de la movilización general de los republicanos de Cataluña, días antes de la toma de Barcelona por las tropas franquistas, en enero de 1939. De paso, este incalculable legado también ha dejado muda a buena parte de la comunidad de fotógrafos de todo el mundo. Se espera que gracias a este hallazgo se pueda determinar de una vez por todas una de las incógnitas que han sobrevolado su legado hasta la fecha: si su fotografía «Muerte de un miliciano», una de las imágenes de guerra más impactante de la historia, fue manipulada y compuesta de forma artificial por su autor. Esta foto, que capta a un miliciano republicano acribillado a balazos en el torso y su cabeza en Córdoba, creó un verdadero impacto cuando fue publicada por primera vez en la portada de la revista francesa «Vu», afirma el «New York Times».

Las fuertes convicciones comunistas de Capa y Taro siempre despertaron las sospechas de que esta imagen pudo haber sido manipulada de alguna forma. Ambos fotógrafos conocían a la perfección esta clase de técnicas y podrían haber alterado «in situ» alguno de los elementos de la instantánea para transmitir una mayor crudeza. De hecho, tras la publicación de la foto en «Vu», el apoyo a la causa republicana creció como la espuma. Nunca se ha encontrado el negativo original de esta obra y su reproducción se ha realizado a partir de una vieja copia, por lo que, si se encontrase la sucesión de imágenes que recogieron el antes y el después del tiroteo, se podría dar por zanjada la polémica.

Episodios históricos

Capa siempre ha sido considerado como el pionero del periodismo de guerra. Exiliado de Hungría en 1931 por su relación con grupos de tendencia izquierdista, estudió periodismo en Alemania y trabajó para la agencia Dephot. Su nombre original fue Andrei Friedmann, pero junto a su compañera Taro creo la figura de Robert Capa, un seudónimo que sentó cátedra dentro de la historia del periodismo. Este fotógrafo obtuvo el reconocimiento internacional gracias a sus reportajes sobre la Guerra Civil española y sobre la Segunda Guerra Mundial para la revista «Life». En ellos llegó a captar episodios históricos como los bombardeos japoneses sobre China, las campañas del norte de África y el desembarco de Normandía. Otro de los grandes logros de Capa fue crear en 1947 junto con sus conpañeros Henri Cartier-Bresson, Rodger, Vandiver, y David (Chim) Seymour, la primera agencia cooperativa de fotógrafos independientes, más conocida por Magnum Photos.

José Luis de Haro (Nueva York), El tesoro escondido de Robert Capa, ABC, lunes, 28 de enero de 2008