El Estadio Olímpico de Pekín, la última 'locura' de dos genios suizos

A veces, la densa contaminación no deja ver el 'nido de pájaros'. Así es como han bautizado los chinos al espectacular estadio olímpico de Pekín, que acaba de acoger su primer evento deportivo. Sus 'padres', los arquitectos suizos Jacques Herzog y Pierre de Meuron, estrenan este año otras dos ambiciosas obras: la sede madrileña de la Fundación La Caixa, recién inaugurada, y su primer edificio residencial en EEUU, el 40 Bond.

Pese a ser edificios muy diferentes, todos comparten espectaculares exteriores (una personalísima mezcla de modernidad y recursos de la arquitectura tradicional), con inteligentes soluciones para dar luz a sus interiores. Llevan tres décadas creando todo tipo de edificios, desde fábricas para las famosas pastillas de Ricola hasta el cuartel general de Prada en Tokio. Tienen en su haber librerías, museos, edificios de viviendas y varias instalaciones deportivas.

Herzog y De Meuron son los autores del estadio Allianz Arena de Munich (Alemania) o del centro deportivo Paffenholz de Saint Louis (Francia). El recién estrenado Estadio Nacional de Pekín es su obra más ambiciosa hasta la fecha. Allí se celebrarán las ceremonias de inauguración y clausura de los juegos. Enormes vigas de acero que se entrelazan como ramitas, soportadas por 24 columnas de 1.000 toneladas (cada una) y dispuestas a alojar en su interior a 91.000 espectadores. "No podrías hacer esta estructura en ningún otro sitio", declaró Herzog a The New York Times durante la construcción del edificio. Su firma tiene otras seis obras en China. "Todo el mundo cree que esta es la obra arquitectónica más extraordinaria que hemos diseñado nunca".

La vida de este suizo y su colega De Meuron ha corrido siempre en paralelo. Ambos nacieron en Basilea en 1950 y se conocieron a los siete años, en el colegio. Estudiaron juntos y en su ciudad natal crearon, en 1978, su estudio: Herzog & De Meuron. Muchas de sus obras, sobre todo las primeras, se concentran en su Suiza natal, aunque hoy en día las delegaciones de su estudio (Barcelona incluida, donde dejaron su huella con el edificio del Fórum) y sus edificios se diseminan por todo el mundo. En 2001, recibieron conjuntamente el premio Priztker, el Nobel de arquitectura, un galardón que sólo en otra ocasión ha sido doble.

Dos viejas centrales

El jurado consideró que "la arquitectura de Jacques Herzog y Pierre de Meuron combina la maestría de una profesión antigua con el enfoque fresco de las capacidades técnicas del nuevo siglo. Las raíces de ambos arquitectos en la tradición europea se combinan con la tecnología actual en soluciones arquitectónicas extraordinariamente ocurrentes para las necesidades de sus clientes".

Los arquitectos combinan en sus edificios fachadas modernas y originalísimas con materiales 'clásicos' (cristal, hierro e, incluso, piedra) que pasan por el tamiz de las nuevas tecnologías. Fotografías grabadas en el cemento, tiras de cobre que se retuercen o una gran cortina de hierro fundido son algunas de sus originales fachadas. Una de las más llamativas (moderna, a la par que atemporal) es la de una bodega que construyeron en el Valle de Napa (California, EEUU). Recurrieron a miles de piedras, pero prescindieron de arcilla o cemento mortero para unirlas. Simplemente, las sujetaron con una malla.

Precisamente, sus lazos con la tradición han hecho que estos dos arquitectos no tengan problema alguno en lavarle la cara a antiguos edificios. Esto es lo que han hecho en el paseo del arte de Madrid, convirtiendo la antigua Central Eléctrica del Mediodía en el CaixaForum, un gran espacio expositivo, que parece suspendido en el aire tras una plaza con un hermoso jardín vertical. Los arquitectos convencieron a la Fundación la Caixa de que también necesitaban el solar que comunicaba la vieja central con el Paseo del Prado.

Su trabajo más famoso hasta el estadio olímpico era, también, una vuelta de tuerca a otra central eléctrica. En 1995, esta pareja de arquitectos ganó el concurso convocado por la Tate para convertir una fábrica decimonónica a las orillas del Támesis en la sede de su colección de arte moderno. Nacía la Tate Modern. La solución de los arquitectos inundó de luz (sobre todo, la famosa sala de turbinas) y salas de exposiciones el sobrio edificio. Inaugurada en 2000, se ha convertido en el museo de arte moderno más visitado.

Precisamente, una década después de aquel encargo Herzog y De Meuron fueron elegidos de nuevo para acometer la ampliación de la Modern. Su propuesta es un zigurat acristalado que ha suscitado bastante más controversia que el edificio original. Esta ampliación de la Tate o el Museo de Arte de Miami (que se empezará a construir a finales de este año) son sólo dos de sus próximos proyectos.

Isabel Espino (Madrid), La última 'locura' de dos genios suizos, El Mundo, 18 de abril de 2008