El enigmático viaje a Roma de Correggio

"Si de Lombardía hubiese surgido el ingenio de Antonio y en Roma hubiera vivido, habría obrado milagros y creado problemas a muchos de quienes entonces fueron considerados grandes", explica el biógrafo renacentista Giorgio Vasari, en su obra Vida de los mejores arquitectos, pintores y escultores italianos (1542-1550). Antonio era Antonio Allegri, pintor rebautizado como Correggio (1489-1534) en honor a la ciudad donde nació.

Milagros obrados y problemas creados se pueden contemplar hasta el 14 de septiembre en la exquisita galería Borghese de Roma. En una exposición monográfica que reúne 25 pinturas y decenas de bocetos llagados de todo el mundo para reconstruir la misteriosa vida de una de las figuras más significativas del cinquecento.

El rapto de Ganímedes,
de Correggio, de la serie Los amores de Zeus

La vida del pintor es la verdera protagonista Correggio e l'Antico (Correggio y lo antiguo). Poco se supo durante años de la biografía del genio, que constituyó un genuino rompecabezas para críticos e historiadores del arte. Tanto enigma alimentó la creencia de que se trató de un genio "hecho a sí mismo", que nunca tuvo contacto directo con la pintura de Rafael o Miguel Ángel. Un mito fomentado por sus contemporáneos y que los críticos actuales han descartado, señala en el catálogo la comisaria de la exposición, Anna Coliva. Correggio habría estado en Roma entre 1517 y 1518, poco tiempo, pero el indispensable para aprender lo máximo posible y volver luego a Parma, donde trabajó el resto de su vida. La muestra refleja con indudable éxito la influencia de ese viaje misterioso en el estilo del pintor.

"Lo antiguo", mitad del título de la exposición, se hace evidente en los temas que eligió en sus pinturas de los años treinta del cinquecento, considerados típicamente "romanos". El erotismo, las gracia, psicología y los mitos paganos trasladados a situaciones íntimas como en Los amores de Zeus (1530). Esta serie de cuatro obras -El rapto de Ganímedes, Leda y el cisne, Danae y Zeus, e Ío- se encuntra entre las más celebradas del pintor y, según Vasari, fue encargada por Federico Gonzaga para ser regalada al recién coronado emperador Carlos V. El erotismo se deja notar con brío tanto en Venus y Cupido durmiendo espiados por un sátiro como en Educación de Cupido.

Es muy probable que el viaje de Correggio, del que no quedan documentos, sino sólo pruebas indirectas, fuera patrocinado por la humanista Giovanna da Piacenza, abadesa del convento de Benedictinas San Paolo (Parma), que estaba en contacto con Rafael y su entorno. En los frescos que realizó Correggio en los techos de una sala del convento, en 1519, aparecen decoraciones con hojas de laurel y viñetas de estilo clásico con ángeles, sátiros e imágenes de Juno y las tres Gracias, que según los historiadores fueron influencia del contacto directo con la obra de Rafael. El gran éxito de esos frescos trajo más encargos importantes para Correggio, como la Asunción de la Virgen en el Duomo de Parma. Allí es adonde viajará la obra, en un emocionante camino inverso al que realizó Correggio hace más de cuatro siglos.

Laura Lucchini [Roma]: El enigmático viaje a Roma de Correggio, El País, 7 de agosto de 2008