Revolución en el museo de Orsay

La clase de danza (entre 1871 y 1874), de Edgar Degas; a la derecha, El flautista (1866), de Edouard Manet.

"Quiero que el siglo XIX no se acabe nunca". La frase, en palabras de Guy Cogeval, director del Museo de Orsay, resume la misión que se ha marcado: poner patas arriba el mayor museo mundial de arte del XIX. Una auténtica revolución que ya ha comenzado y que supondrá el salto al siglo XXI de una institución que nació en 1986 como una de las mayores apuestas francesas en la historia del arte.

Uno de los beneficiados será España: un centenar de joyas de Orsay aterrizarán el año próximo en la Fundación Mapfre de Madrid, como primera etapa de todo un periplo internacional.

Cogeval quiere adaptar el espíritu de los museos al siglo XIX, y ha empezado por lo más obvio: pintar las paredes. El interior del museo está perdiendo el color indeterminado de la piedra que usó la arquitecta Gae Aulenti. Los muros se han recubierto de paneles pintados en verdes, magentas y tonos que se van ensayando para que las pinturas no se pierdan y luzcan todos sus matices. "Yo llevo 10 años en este museo y hay colores, por ejemplo en las obras de Millet, que estoy descubriendo ahora", explica Amélie Hardivillier, portavoz del museo.

Con ese mismo espíritu, Cogeval afronta la remodelación de la quinta planta del museo, auténtico sancta santórum que guarda el tesoro más preciado de este muelle del Sena: la colección de impresionistas y posimpresionistas. Durante el año que durarán las obras (arrancarán en marzo de 2010), el museo quiere repetir la experiencia del Museo Picasso de París y prestar su colección para financiar así el coste de la rehabilitación. "Unas 250 obras impresionistas y posimpresionistas viajarán y se expondrán en instituciones de otros países", tal y como anunció ayer mismo Cogeval.

La urraca (entre 1868 y 1869), de Claude Monet, obras pertenecientes al Museo de Orsay de París

La fundación Mapfre acogerá en enero un centenar de obras impresionistas del museo, según confirmó ayer en París Pablo Jiménez Burillo, director general de la fundación española. El propio Jiménez Burillo adelantó los títulos que se barajan para una exposición que pivotará en torno a 1874, fecha de creación del museo de Luxemburgo, predecesor del Orsay: El nacimiento del impresionismo o El impresionismo, un nuevo renacimiento.

Aunque aún no se ha cerrado la lista definitiva de piezas, Cogeval anticipó algunos de los préstamos, como El columpio, de Renoir; El flautista, de Manet; La urraca, de Monet; La escuela de danza, de Degas; La casa del ahorcado, de Cézanne; Reunión con familia, de Frédérique Bazille, y La Galatea, de Moreau. Pero hay obras que nunca franquearán las puertas del museo, como reconoció Cogeval. La Olimpia de Manet nunca abandonará París. Y lo mismo sirve para legados como el del doctor Gachet.

No obstante, los vínculos con España no se limitan a la Fundación Mapfre, ya que el año que viene el Museo de Orsay presentará una retrospectiva de Gérôme en el Thyssen y, en 2014 ó 2015, una exposición de Bonnard en el Museo del Prado.

La revolución Cogeval culminará en una reordenación de la colección del museo que dirige. Toda la colección de posimpresionistas, hasta hoy en la quinta planta, descenderá al nivel medio. La colección de impresionistas, a su vez, dejará de estar ordenada en bloques de autores, como hasta ahora. El espíritu decimonónico que Cogeval quiere recuperar supone además establecer un diálogo entre pintura, escultura, fotografía y cine.

Otras de las grandes innovaciones será la creación, precisamente, de un nuevo pabellón de artes decorativas: "Tenemos la mejor colección de art nouveau del mundo", indicó el director del museo, que alberga 250.000 obras, de las cuales se exponen al público unas 5.000. "Aunque nos gustaría ampliar arquitectónicamente el edificio no hay posibilidad física de hacerlo", dijo de una institución asentada en la antigua estación de ferrocarril que le da nombre. Dentro de un año el museo organizará en el Grand Palais una retrospectiva de Monet, la primera en 30 años.

Los planes de Cogeval se apartan de la tendencia que siguen otros museos de incluir arte contemporáneo: "Prefiero volver a los fundamentos de Orsay y gastar el dinero en la renovación", afirma. La única veleidad contemporánea será la cafetería, encargada a los hermanos Campana. La pareja de diseñadores brasileños tendrá como inspiración la obra de Julio Verne 20.000 leguas de viaje submarino.

Joyas que vendrán

- El columpio (1876), de Renoir
- El flautista (1866), obra de aire español de Manet
- La urraca (1868-1869), de Monet
- La clase de danza (1871-74) Interior de la Ópera de París de Degas
- La casa del ahorcado (1873), de Cézanne
- Reunión con familia (1867) también llamado Retratos de familia, de Frédérique Bazille
- La Galatea (1880), de Moreau

Isabel Lafont, París: Revolución en el museo de Orsay, El País, 12 de mayo de 2009