El segundo disparo a Robert Capa

El reportero más célebre de la Guerra Civil, Robert Capa, fotografió durante dos años a centenares de combatientes en Madrid, Bilbao, Córdoba o Teruel. Pero hasta hoy no se conocía ninguna imagen de Capa entre aquellos soldados. Tras una observación minuciosa de las fotos de Gerda Taro en la «maleta mexicana», he identificado el único testimonio fotográfico de la presencia del reportero en un campo de batalla en España. La fotografía está realizada por su novia.

Gerda Taro y Robert Capa, por Fred Stein

A Gerda Taro se le debe el único retrato de Robert Capa en la guerra de España. Está datado el 31 de mayo de 1937, cuando ambos reporteros, según Richard Whelan, biógrafo de Capa, fueron testigos en la Sierra de Guadarrama del ataque republicano contra La Granja de San Ildefonso y Segovia. La actitud de Capa en esa conocida fotografía de Taro excluye toda posibilidad de que en ese momento estuviera en primera línea de combate. Más bien parece que ambos se encontraban en una zona de retaguardia, antes o después de su visita al frente. Es un posado tranquilo a la búsqueda de una imagen para la posteridad, como así fue, o sencillamente un tributo de Gerda a su amante, retratado con su «juguete» nuevo: una cámara de cine Eyemo de 35 mm prestada por los responsables de la serie documental norteamericana «The March of Time», con la que Capa filmó el ataque sobre Segovia.

A través de la observación minuciosa de algunas de las fotografías de Taro tomadas aquel día y halladas en la famosa «maleta mexicana», he identificado una nueva y desconocida imagen de Capa, quizá la única que exista del reportero haciendo su trabajo en un campo de batalla en España, pero en la que nadie parecía haber reparado. Ni siquiera el depositario de la «maleta mexicana», el International Centre of Photography de Nueva York, que en su página web únicamente rotula esta fotografía con el pie «Soldados republicanos caminando por el bosque. Puerto de Navacerrada, frente de Segovia. España».

En segundo plano, entre el tercer y cuarto combatiente, destaca la figura de un hombre, presumiblemente Capa, de espaldas, y sujetando su cámara | MAGNUM PHOTOS

El escenario de esta insólita fotografía de Taro, como las de todo el carrete al que pertenece, es un pinar de la vertiente segoviana de la sierra de Guadarrama, por cuyas pistas forestales se infiltraron desde los puertos de Navacerrada y Fuenfría las tropas del Ejército Popular. En concreto, el lugar donde está tomada la imagen son las proximidades del cerro de Cabeza Grande, una de las posiciones claves de la batalla de Segovia, que Gerda fotografió en esta misma serie mientras era bombardeado por la artillería republicana.

En los primeros planos de la imagen aparecen siete combatientes republicanos, en fila india, con casco checo y bayoneta rusa calada en sus máuseres. Pertenecen con toda probabilidad a la 69.ª Brigada Mixta republicana, a la que se ordenó ese día atacar Cabeza Grande. Al observar la fotografía con atención descubrí en un segundo plano, entre el tercero y el cuarto combatientes, la figura de un hombre que está dando la espalda a los soldados. Su atuendo y su actitud corroboran sin margen de duda que se trata de un reportero. No lleva casco ni gorra militares, ni tampoco lleva armas ni ningún tipo de impedimenta, al contrario que los soldados del primer plano. Su situación, de espalda a las líneas enemigas, a las que sí dirigen sus miradas los combatientes, delata a un testigo más que a un protagonista de ese instante bélico.
Una foto sin pose ni truco

Si se enfrenta esa figura al retrato ya conocido que Gerda Taro le hizo a Capa en ese mismo día, se descubre que se trata del más famoso reportero de guerra del siglo XX: luce un singular corte de pelo, idéntico al que Capa muestra en aquella fotografía. Además, sostiene en su mano derecha un objeto que, por su forma y dimensiones, se asemeja mucho a la cámara Eyemo con la que Capa trabajó ese día junto a Gerda Taro.

Ante la evidencia del montaje del miliciano «muerto» en Cerro Muriano (Córdoba), esta fotografía de Taro parece acudir en defensa de Capa para atestiguar que el reportero sí que pisó el frente de batalla, en este caso el mismo frente que inspiró a Hemingway su novela «Por quién doblan las campanas». Es posible que Gerda captara esa imagen de Capa sin querer, pues la presencia del reportero es un claro contrapunto a la tensión que la fotógrafa captó en los rostros de los combatientes ante la inminencia de su entrada en combate. Intencionadamente o no, Gerda Taro nos dejó, apenas dos meses antes de que ella perdiera su vida en otro de ellos, el de Brunete, la única imagen de Robert Capa en un campo de batalla en España: una imagen sin pose ni truco alguno, en el que el reportero aparece concentrado en su trabajo, de espaldas al objetivo que le está inmortalizando, entre los pinares en los que hace más de setenta años doblaron por todos las campanas.

Pedro Corral, Madrid: El segundo disparo a Robert Capa, ABC, 1 de noviembre de 2009