Van Eyck, el ilusionista

El Diccionario de la Real Academia Española define como grisalla -procede de la palabra francesa gris- aquella «pintura realizada con diferentes tonos de gris, blanco y negro, que imita relieves escultóricos o recrea espacios arquitectónicos». Estas representaciones monocromáticas, en las que se modelaba a través de sombras, tuvieron un gran éxito en la Baja Edad Media. A ellas está dedicada la nueva exposición de la serie «Contextos de la Colección Permanente» del Museo Thyssen.

«Díptico de la Anunciación», de Van Eyck (Museo Thyssen)

En esta ocasión, el cuadro de su colección en torno al cual gira la muestra es una de las joyas del museo: el «Díptico de la Anunciación», de Jan Van Eyck. Estos dos óleos sobre tabla son un prodigio de virtuosismo en su ejecución: jugando con el color y las sombras (la del ala del arcángel se prolonga hasta el marco, lo mismo que las peanas de las dos figuras sobresalen del borde la hornacina), Van Eyck, cual ilusionista, logra unos geniales efectos ópticos: la pintura adquiere la tridimensionalidad de la escultura. Incluso las inscripciones parecen cinceladas en mármol. Pero el engaño al espectador va más allá, pues presenta el díptico como las puertas traseras de un retablo pintado. Podría considerarse un antecedente del trampantojo barroco. «Es una de las obras más exigentes del artista flamenco -explica Till-Holger Borchert, comisario de la exposición-. En ella pone de relieve no sólo su conocimiento de las teorías ópticas de su tiempo, sino que, sirviéndose exclusivamente de los recursos de su arte, reemplaza de forma ostensiva determinados planos de realidad del cuadro por un ilusionismo soberano».

La grisalla estuvo muy valorada en los siglos XIV y XV y se aplicaba a distintas diciplinas: pintura, dibujo, textiles, miniaturas, cristal... Acompañan a la obra del Thyssen un puñado de pequeños grandes tesoros. Entre ellos, otra obra de Van Eyck: una enigmática «Santa Bárbara», que apenas presta el Koninklijk Museum de Amberes y viaja por vez primera a España. Obra inacabada, para algunos intencionadamente -¿por qué la firma y la fecha Van Eyck en el marco si no está terminada?-, explica el comisario que ha inspirado controvertidas teorías entre los historiadores. Realizada en punta de plata, tinta china y óleo sobre tabla, muestra su dibujo subyacente, incluso se aprecian sus incisiones. La tercera pintura de la exposición es otra «Anunciación», en este caso de Memling, cedida por el Groeninge Museum de Brujas.

El grupo más numeroso de la muestra lo componen los manuscritos: se exhiben algunas de las mejores iluminaciones miniadas en las que la grisalla se emplea exclusivamente para las figuras, que aparecen sobre fondos coloreados. Así, por ejemplo, destacan un «Salterio de Bonne de Luxemburgo», de Jean Le Noir (préstamo del Metropolitan) o una «Biblia historiada», de Jan Baudolf. La exposición se completa con tres pequeñas esculturas y una mitra decorada con tinta china sobre seda blanca, procedente de la colección del Museo de Cluny.

Natividad Pulido, Madrid: Van Eyck, el ilusionista, ABC, 2 de noviembre de 2009