La abstracción española como 'grito de libertad'


Antoni Tàpies pintó La línea roja en 1963. El cuadro está dividido por esa línea sobre un fondo negro y una silla de madera en el lado inferior izquierdo. Alrededor de tan enigmática propuesta plástica, el IVAM exhibe un total de 61 obras de 37 artistas pertenecientes a su colección como muestra del arte abstracto español.

Parte de la exposición ya fue mostrada en el Instituto Cervantes de Estocolmo y en la Fundación Bancaja de Alicante. Pero al menos una docena de ellas se presenta por primera vez. "La abstracción, en el ámbito hostil del franquismo, es como un grito de libertad", explica el comisario Ramón Escrivà. La línea roja de Tàpies viene, en este sentido, a encabezar esa "protesta contra la cultura visual de la época". La muestra, de "gran impacto visual", según definición de Escrivà, está dividida en áreas temáticas tales como lo orgánico, la máscara, homenaje al oro y la luz como expresión de lo místico, el dinamismo tipográfico, el gran mural constructivista, las grietas y tramas y, como remate, "la gran sala contemplativa" del fondo de la Galería 1.

Escrivà, responsable junto a Raquel Gutiérrez de la exposición, insiste en el "espectáculo de los sentidos" que supone contemplar el conjunto de La línea roja. Arte abstracto español en la colección del IVAM. Vertebrada a partir de "ciertas obras poco conocidas", cada pieza nueva produce un "efecto llamada" sobre el resto. De modo que aunque la selección no tenga carácter historiográfico, ni esté pensada para su visionado cronológico, lo cierto es que finalmente guarda una cadencia "musical", según acierta a expresar su comisario.

Luis Gordillo, Cristina Iglesias y Alberto Corazón se hacen cargo de lo orgánico, mientras que Antonio Saura, Julio González, Miquel Navarro y Martín Chirino son representantes del rostro y la máscara. Salvador Soria, Manuel Rivera, Palazuelo, Villelia y Millares se encargan de mostrar las grietas y tramas en la abstracción.

Cada una de ellas ejemplificaría ese "grito de libertad" de unos artistas que buscaban en la materia y el primitivismo de los orígenes una diferente manera de mirar el arte. En La línea roja "convergen varios lenguajes y tradiciones", explica Escrivà, siendo representante privilegiado del "cruce de caminos" entre la figuración y la abstracción cuya "tensión" se manifiesta en el cuadro de Tàpies.

Joan Brossa y Joan Miró encabezan el apartado del dinamismo tipográfico. Yturralde, Sempere, Alfaro, Rueda y Gil lo hacen dentro del arte normativo-constructivo. De la luz y sus afinidades místicas se encargan Rufo Criado, Caparrós, Ana Peters y Carmen Calvo. Y el remate "contemplativo", alrededor de la obra de Tàpies, lo marcan Natividad Navalón, Uslé, Teixidor, Munuera y Esteban de Vicente, entre otros.

Se trata, como dice su comisario, de mostrar los vínculos existentes entre "la larga tradición constructiva, la pulsión figurativa, la experimentación con la materia y la quiebra de la naturaleza bidimensional de la pintura".

Daniel Borrás, Valencia: La abstracción española como 'grito de libertad', EL MUNDO, 23 de diciembre de 2009