Arquitectura, más por menos

Entre los días 9 y 11 de junio de 2010 se celebrará en Pamplona el congreso internacional Arquitectura más por menos, que organiza la Fundación Arquitectura y Sociedad (www.arquitecturaysociedad.com). Contará con la intervención de arquitectos, críticos y expertos procedentes de ámbitos como la economía, la sociología, la política y la filosofía, y se planteará investigar sobre cuáles serían las claves para una arquitectura «más justa y eficiente, capaz de enfrentarse a los periodos de crisis y de optimizar los recursos para lograr más calidad con menos coste».

«El poder de la arquitectura», «Materiales, construcción, costes», «Los nuevos programas y la sostenibilidad», «De la estética del icono a la belleza común» y «La promesa de la arquitectura» son los temas de reflexión que van a abordarse durante estas tres jornadas. Aparecen, en síntesis, como un recorrido a través del que reivindicar la capacidad activa de la disciplina para buscar nuevos parámetros de acción que supongan una ruptura con el concepto de la arquitectura mediática que se ha impuesto como modus operandi o paradigma actual.

Más allá de los gestos. La subordinación a la búsqueda -cada vez más forzada- de una arquitectura espectacular y de contundencia visual ha culminado en la renuncia a la innovación estructural en favor de unos edificios que la han pervertido, transformándola en una mera gestualidad construida, carísimas escenografías de metafórico cartón piedra y edificios de desorbitado costo que demasiadas veces fueron inaugurados con inminente fecha de caducidad. Con la celebración de este congreso, la fundación impulsada por Francisco Mangado se ha propuesto crear un espacio de discusión que coincide con un momento álgido de esta tremenda crisis, asumiendo como una responsabilidad para con la sociedad (que, tal vez por no entender claramente qué estaba pasando, no ha podido o no ha querido reaccionar con la suficiente contundencia ante la construcción de estos caprichos de poderosos y arquitectos), la realización de un debate que debiera poder ser capaz de contribuir a sacar a la arquitectura -y, principalmente, a la reflexión teórica e ideológica sobre la misma- de este punto muerto en que se ha encallado, anestesiada por el espíritu de una era que cada vez ha ido demandando más y más fastos, más espectacularidad, más divismo, y que ha alejado a la arquitectura -la Arquitectura de trascendencia-, de su mayor conquista moderna: la de constituir un servicio para el entero de la sociedad.

Planteamiento sensato. «Optimizar los recursos para lograr más calidad con menos coste» es un planteamiento de sensatez. Más que un axioma, es una reacción lógica a la realidad global en la que hoy nos situamos y a una perspectiva de futuro en la que aparece como única vía posible. La arquitectura del espectáculo equiparó los edificios con productos de lujo, de moda, incorporándola a ese repertorio de esquisiteces de sibaritismo vulgar que la sociedad acabó deseando. Este estado postergó el proyecto de una buena arquitectura social, ya que ésta carecía del necesario glamour para resultar atractiva dentro de este contexto, quedando así en manos de especuladores que han estado ocupando un lugar que era responsabilidad de los arquitectos. De igual manera, la construcción del espacio urbano no estaba en la agenda de los star-architects, encarnadores del poder de la economía de mercado, que llenaron este paisaje de objetos icónicos y sometieron al libre mercado el desarrollo de la ciudad.

Se ha tardado demasiado en echar mano al sentido común para consensuar que el modelo imperante en el último cuarto de siglo era absolutamente insostenible y que era indispensable ponerlo en crisis para gestar uno nuevo que corriera a favor del sentido de este tiempo.

Pero es preciso que asumamos que éste debe ser un modelo que no podemos producir basándonos en una lectura superficial del hipercapitalista ahora colapsado, que quedaría invalidado por efímero y espectacular, ni tampoco en la complacencia de la supuesta recuperación de valores que subyacerían en una actitud de reacción, sino desde la búsqueda de aproximaciones más complejas y renovadoras del sentido de arquitectura y de la función del arquitecto dentro de una sociedad cuyas estructuras han sido indudablemente influidas y transformadas por los efectos de este periodo de la hegemonía del hipercapitalismo. La reflexión sobre cómo producir una realidad tecnológica de nuestra época y una redefinición del rol social y cultural de la arquitectura son cuestiones de crucial trascendencia.

Valor y necesidad. La celebración de Arquitectura más por menos quizás llegue con un cierto retraso, pero esto no le resta un ápice de valor, ni de necesidad. A la espera de saber qué depararán las sesiones y encuentros entre nombres de alto nivel (y relevancia mediática), se confía en que los participantes intervengan comprendiendo que el estado de la situación exige plantear un debate a fondo sin cortapisas, asumiendo responsabilidades y desde el compromiso de intervenir y aportar desde una actitud eminentemente propositiva -no resumiendo la participación en un congreso que de entrada augura la posibilidad de conclusiones influyentes- en la habitual exhibición de sus edificios y proyectos presentados desde una explicación forzosamente acomodada a las consignas temáticas de este congreso y las demandas de un nuevo escenario conceptual.

El congreso presenta un panel heterogéneo, en el que algunos de los ponentes han sido participantes de una manera u otra de esa fiesta de la abundancia, y ante cuyas intervenciones es legítimo preguntarse si realmente serán sesiones de sincera autocrítica o se optará en cambio por esa oportunista (tan significativa de nuestros tiempos) metamorfosis que algunos de ellos están presentando en sus discursos desde hace algún tiempo para aparecer reconvertidos en adalides del cambio, de la responsabilidad social y del ecologismo de última generación. Se revelan así como individuos consecuentes con una sociedad mutable y de ideologías reversibles, pero sin que en el fondo su «nueva» actitud demuestre que están ejecutando el necesario suicidio de la desfasada figura del arquitecto personalista e iluminado, que tanta admiración ha producido entre la profesión pese al creciente aislamiento del mundo real de ellos mismos y su obra.

Oportunidad abierta. Lo más deseable sería así mismo que las reflexiones que emerjan durante este congreso no surjan de ningún modo a partir de acusaciones moralistas, ni de la hipocresía del «y tú más», sino de la voluntad de construir un nuevo territorio arquitectónico de contemporaneidad que dé un paso adelante para recuperar conceptos éticos y humanistas y para adquirir otros nuevos para una reformada sociedad posterior a la crisis, que está pidiendo progresos y no posturas fascinadoras, como tampoco conservadurismos camuflados bajo la forma de agendas de corrección política. La oportunidad está abierta.

Fredy Masad: Reunión urgente, ABC Cultural / ABCD Las Artes y Las Letras, nº 9, 12 de junio de 2010