El engaño también vive en los museos

La National Gallery expone 40 obras falsas que el museo inglés compró como originales y la ciencia rechazó

La comisaria Betsy Wieseman junto a dos Botticelli, pero sólo la venus de la derecha es del pintor renacentista.AFPEl estudio de la pintura no parece ser una ciencia exacta a tenor de la exposición que ha montado la National Gallery de Londres bajo el título Close Examination: fakes, mistakes and descoveries (De cerca: falsificaciones, errores y descubrimientos). En todos los museos hay obras con una historia sospechosa. A veces, ni los expertos más doctos se atreven a confirmar ciertas autorías, en otras ocasiones, hasta los especialistas se han equivocado en sus afirmaciones. La National Gallery presenta un pequeño catálogo de sus errores y aciertos; unas 40 obras repartidas en seis salas.

Ashok Roy, director de Ciencia de la pinacoteca londinense y comisario de la exposición junto a Betsy Wieseman, reconoce que "respecto a la atribución de una pintura nunca se puede estar seguro". "Sí se pueden afirmar otras muchas cosas que contribuyen a la autoría del cuadro; la firma, por ejemplo, de una obra no es garantía de nada", explica.

En la National Gallery llevan años aplicando análisis científicos a la conservación y el conocimiento o información de las 2.500 piezas que constituyen su colección de arte antiguo. El arte moderno no es cosa de ellos. La sala Engaño y falsedad integra varias falsificaciones como La Virgen y el niño, adquirido por el museo creyendo que se trataba de una obra renacentista de Francesco Francia. Su examen detallado ha delatado que es una falsificación del siglo XIX.

El arte del recato

La sala Transformaciones y modificaciones incluye obras de arte que se han alterado a través del tiempo como el retrato Mujer en la ventana del siglo XVI. La doncella cambió de aspecto al pasar de rubia a morena, le borraron los pezones y le taparon el escote para hacerla más recatada y más acorde con el gusto victoriano del XIX. La sala dedicada a Errores incluye el cuadro Hombre con una calavera, comprado por la National Gallery en 1845 como obra de Hans Holbein. Análisis actuales de la madera sobre la que está pintado concluyen que la tabla es posterior a la muerte de Holbein, en 1543. Secretos e interrogantes deja en el aire la autoría de algunos cuadros como Soldado muerto que se atribuyó al español Diego de Velázquez y ahora se presenta como de autor desconocido. Andrea del Verrocchio pintó una parte de La Virgen con el niño y dos ángeles y otros hicieron el resto de la imagen.

Dos venus de Botticelli fueron adquiridas en 1874. O así lo creyeron entonces porque el estudio de ellas a través de los años ha dado como resultado que sólo una es de Botticelli. La muestra acaba con la nota de optimismo de Salvación y Descubrimientos con varias obras como La Virgen de los claveles que ha resultado ser la virgen perdida de la que había referencias documentales hasta que la descubrieron en el castillo Alnwick los de la National Gallery. Marjorie afirma que "ahora los conservadores no tienden a llegar a conclusiones rápidas, sino que todos son prudentes al publicar sus afirmaciones". Roy es hombre cauteloso al no pronunciarse sobre El coloso de Goya en El Prado u opinar sobre las diferencias entre los expertos de la obra de Caravaggio.

Desde que el marchante Lord Duveen y el americano Bernard Berenson la mayor autoridad mundial en el arte del Renacimiento italiano se conchabaran para que uno autentificara las obras vendidas por el otro, las autorías de las obras de arte están bajo sospecha a la hora de ponerles precio.

En el mundo del arte hay dos bandos: los académicos, profesores de universidad, conservadores de museos, críticos o historiadores del arte; y los vendedores de casas de subastas, marchantes o galeristas. Por ejemplo, los historiadores nunca calificaron Retrato de Ángel Fernández de Soto de Pablo Picasso como obra maestra del periodo azul del pintor, tal y como lo difundieron los especialistas en venta de Christie's Londres. Sin embargo, estos consiguieron vender la pieza como si fuera una obra maestra al obtener 42,1 millones de euros, algo menos de lo que esperaban recaudar.

Conxa Rodríguez, Londres: El engaño también vive en los museos, Público, 30 de junio de 2010