MONOGRÁFICO VELÁZQUEZ: Habla el protagonista, John Marciari

Hemos creído conveniente incluir también las propias palabras del investigador de la obra descubierta, atribuida a Velázque, John Marciani; se trata de dos entrevistas aparecidas en los medios de comunicación nacionales de España; lo efectuamos a pesar de la redundación de sus afirmaciones para que cada cual reinterprete este asunto con todos los datos disponibles.

John Marciari: "La educación de la Virgen marca el inicio del arte barroco español"

Parece cosa del cine pero, de vez en cuando, de los lugares más improbables, emerge una obra maestra de la pintura y el mundo del arte se pone del revés. Ha ocurrido otra vez con un todavía supuesto cuadro de Velázquez, que de nuevo llevaba cogiendo polvo un número indeterminado de años en un cuartucho de los bajos de una institución norteamericana, como pasó con un autorretrato del pintor hallado en un almacén del Metropolitan de Nueva York. En esta ocasión se trata de un cuadro que podría pertenecer a la etapa sevillana del pintor, que muestra una escena de la educación de la virgen. Su descubridor, el Conservador Jefe del Museo de Bellas Artes de San Diego, John Marciari, empezó a trabajar sobre su autoría en 2003, y sólo ahora, tras barajar todas las posibilidades, ha lanzado la bomba. Si se comprueba que pertenece al maestro sevillano, opina el estudioso, estaríamos hablando de uno de los hallazgos más importantes de los últimos años y de una de las obras clave en la trayectoria del sevillano. En esta entrevista explica cómo lo encontró y los pasos que ha dado en el largo camino de siete años que median entre en el momento en que dijo: "¿Es un Velázquez? No me lo puedo creer" a la actualidad, cuando su descubrimiento ha dado la vuelta al mundo.

PREGUNTA.- Me gustaría saber cómo reaccionó en el momento en que empezó a estar seguro de que estaba ante un cuadro de Velázquez y, sobre todo, cómo puede pasar desapercibido un cuadro de estas características.
RESPUESTA.- Cuando cursaba mi tesis doctoral en Yale entre los años 1993 y 1999, nunca vi este cuadro. La obra está, como se puede comprobar, muy dañada y había permanecido en un almacén oscuro durante mucho tiempo (no creo que jamás haya sido expuesta al público). Regresé a Yale como comisario en el año 2002, y ya en 2003, durante la obras de mejora del edificio que alberga la Galería de Arte, muchas de las piezas fueron desplazadas a un nuevo almacén independiente. En un primer momento, aquello nos permitió estudiar las piezas en un buen emplazamiento y con una buena iluminación. Al mismo tiempo, Yale contrató dos nuevos comisarios, a Laurence Kanter y a mí, para crear un nuevo departamento de Arte Europeo, que supuso que la colección de las obras maestras recibiera entonces una nueva clasificación.
La primera vez que vi la pintura fue en 2003 e inmediatamente pensé "esta es una gran obra, pero ¿de quién?". Estaba catalogada simplemente como Escuela Española. Me planteé varias hipótesis hasta que un día, quizá tres o cuatro meses después, de repente me golpeó. "¡Espera, esto es un Velázquez de la primera época!". Me dije a mí mismo que estaba loco, tarado, demente. No parecía posible que Yale hubiera tenido un Velázquez durante 80 años sin que nadie hubiese reparado en él. No podía ser. Había pasado antes por eso, con pinturas y, especialmente, con dibujos de los viejos maestros, sin embargo, nada de eso importa: crees que son de alguien conocido y algún tiempo después -minutos, días, semanas...- el nombre te viene de repente a la cabeza. Pero aquí, inmediatamente después de reconocer que era un Velázquez, me di cuenta de lo difícil que iba a ser probarlo.

P.- ¿Cómo se autoconvenció?
R.- Pasé seis meses intentando convencerme de que era de algún otro, del que fuera, sencillamente me parecía improbable. Pero no pude evitarlo y finalmente reuní el coraje para mandársela a un amigo, Salvador Salort, experto en Velázquez. Le envié un mail diciéndole: "Salvador, voy a enviarte una fotografía de lo que creo que es una pintura muy importante, pero no diré más porque quiero que vengas con la mente abierta". Un minuto después recibí su respuesta, que empezaba con las palabras “Estoy temblando...". Aquello fue todavía en 2003 ó 2004, y desde entonces no he dejado de trabajar en ella.

P.- ¿Podría explicarme los pormenores del trabajo de investigación a partir de 2004?
R.- Primero requirió rastrear la procedencia. La pintura tenía el número de inventario 1900.43, lo que normalmente habría significado que llegó a la universidad en el 1900, pero rápidamente descubrí que el número había sido asignado en los años setenta, pues aparecía en un inventario. El donante se desconocía. Con la investigación en los archivos de la Galería de Arte y en la Escuela de Arte de Yale y gracias a la ayuda de Elise Kenney, arichivista de la galería, descubrimos que la pintura había sido donada a la Escuela en 1925 por la familia Townshend.
También empezamos con el análisis técnico para asegurarnos de que los materiales empleados eran los que usaba Velázquez, aunque debería decir "ellos" y no "nosotros", porque fue la conservadora de Yale Patricia Garland quien se encargó del estudio. Los rayos X muestran el mismo largo de trazos característicos de la obra de Velázquez en la elaboración de la composición.

P.- Los expertos señalan que una de las claves para conocer si un cuadro es de Velázquez es que el pintor solía limpiar los pinceles en el borde el cuadro. ¿Es el caso de La educación de la Virgen?
R.- No, no hay ninguna pincelada en los bordes como tampoco las hay en La Adoración de los Reyes Magos. Mi teoría es que Velázquez era más cuidadoso cuando trabajaba con importantes pinturas para altares. Tengo una hipótesis sobre dónde encaja la obra en la carrera del maestro y también de dónde estuvo situada la pintura originalmente.

P.- De todos los indicios y pistas que apuntan a la autoría del pintor sevillano, ¿cuál es el más potente?
R.- En última instancia, nada puede probarlo, y no hay una pista que pese más que las demás. Después de todo, lo que realmente importa es que el trabajo sólo es, en cada movimiento y en cada detalle, comparable a las otras primeras pinturas por el artista.

P.- Si se confirma la autoría, ¿qué relevancia tendría para el estudio del pintor?
R.- Si es de Velázquez, es muy, muy importante. Como digo en mi artículo, probablemente hablaríamos de su primer retablo y, por lo tanto, de la pintura pública para la que tomó el naturalismo radical de sus escenas cotidianas, colocándolo en un gran altar. No creo que sea exagerado decir que ese es el momento en el que nació el barroco español de Velázquez, Cano, Zurbarán y Murillo.

P.- ¿Ha tanteado a otros expertos? ¿Nota al mundo del arte favorable con su hallazgo?
R.- Para ser justos, debo decir que ha habido algunos estudiosos serios que han dudado de la atribución, pero ninguno ha dado una alternativa satisfactoria. Otros dudaron al principio, pero luego, días o meses más tarde, me han confirmado que se trataba de Velázquez. Y otros, a simple vista, han estado totalmente de acuerdo con mi atribución.

P.- ¿Dónde le gustaría verla expuesta? ¿Se han planteado restaurarla o esperarán a la confirmación?
R.- Laurence Kanter (comisario de Arte Europeo en Yale, y mi jefe cuando yo era el comisario Asociado de Arte Europeo allí) y yo decidimos hace 5 años que sería mejor mostrarla en su estado dañado. Ya será una atribución polémica por su importancia, así que pensamos que sería mejor dejar que los expertos juzgasen sobre la base de la pintura original en lugar de confundir con los retoques. El público no está acostumbrado a ver las pinturas en este estado, pero hay muchas obras en museos con daños similares. Más adelante, deberá ser reconstruida. Mi deseo es que el cuadro sea valorado ahora por más expertos y también organizar una exposición, no sólo en España, sino también en Estados Unidos, para que se pueda ver junto a otras obras tempranas del artista. No tengo dudas de que habrá escépticos, pero tras siete años de trabajo en la pintura, pensé que había llegado el momento de contárselo al mundo. En cualquier caso, al margen de exposiciones, la pintura será siempre de Yale, cuyos museos no son tan conocidos pero tienen grandes colecciones.

P.- Después de todos estos años de estudio, ¿se atrevería a decir que puede haber otras muchas pinturas de Velázquez o de otros maestros en esta situación?
R.- Estoy trabajando constantemente sobre los problemas de este tipo. Uno de mis principales proyectos en San Diego es escribir un catálogo de las pinturas italianas y españolas aquí. El Museo de Arte nunca ha publicado un catálogo académico de estas colecciones. Mi trabajo en este proyecto es el mismo tipo de procedimiento que empleé para el de Velázquez: desde el análisis técnico a la investigación de procedencias para entender si una imagen se ajusta a la carrera de un artista, y sí, en algunos casos reconsiderar las atribuciones también.


Marta Caballero: John Marciari: "La educación de la Virgen marca el inicio del arte barroco español",
EL MUNDO / El Cultural, 2 de julio de 2010



John Marciari: "Contemplarla me produjo temblores"

Conservador del Museo de Bellas Artes de San Diego, el descubridor del último lienzo inédito atribuido a Velázquez explica el proceso de investigación que acaba de dar a conocer a la comunidad científica

John Marciari, experto en pintura italiana y española, y conservador del Museo de Bellas Artes de San Diego.

La historia del descubrimiento de La educación de la Virgen está llena de casualidades, intuiciones y golpes de suerte. John Marciari (Nueva York, 1971), conservador del Museo de Bellas Artes de San Diego, es el responsable máximo de que a partir de ahora se pueda contar con un nuevo velázquez. Se encuentra expectante y contento ante la polvareda que ha despertado su trabajo de investigación en todo el mundo artístico. A la espera de que la comunidad científica se pronuncie, habla de los momentos clave de su trabajo.

Pregunta. ¿En qué momento tuvo noticia de la existencia del cuadro La educación de la Virgen?

Respuesta. Fíjese, hice mis estudios de doctorado en la Universidad de Yale entre 1993 y 1999. En todo ese tiempo, no solamente no vi esa pintura, sino que ni siquiera supe que existía. Creo que nunca ha llegado a estar expuesta en un lugar público. Muy pocos son quienes la han podido ver. Durante más de 80 años estuvo apartada en un cuarto oscuro y por ello presenta una serie de daños que hacen que la pieza esté bastante deteriorada.

P. ¿Qué ocurrió para que finalmente la pudiera encontrar?

R. Volví a Yale como responsable de la colección durante los años 2002 y 2003. Tuvimos que hacer obras de acondicionamiento y ampliación en el edificio central del museo, en la Art Gallery. Mientras tanto, gran parte de la colección permanente fue trasladada a otros depósitos. El resultado fue que, por primera vez, las obras almacenadas salieron a la luz y nos dio la posibilidad de catalogarlas y estudiarlas. Concluidas las obras, la dirección de la Universidad de Yale nos encargó a Laurence Kanter y a mí que organizáramos un departamento exclusivamente dedicado a la pintura europea. Ese fue el momento de poder contemplar cada obra con detenimiento.

P. Y ahí estaba La educación de la Virgen.

R. La primera vez que lo contemplé fue en 2003. Supe que estaba ante una obra maestra. Contemplarla me produjo temblores. Pese a su estado, desprendía algo muy especial. Entonces estaba catalogado en una especie de apartado en el que se encontraban las piezas pertenecientes a la escuela española, sin mayores precisiones. Durante varios meses me estuve dando vueltas a la cabeza. De repente me dije: 'Espera, ¡esto es un velázquez!'.

P. ¿Pura intuición?

R. Me dije a mí mismo que estaba loco de atar, que era imposible que una obra de Velázquez hubiera permanecido en Yale nada menos que 80 años sin que nadie lo supiera. No podía ser. Pero esa sensación ya la había vivido con otras pinturas en ocasiones anteriores. Esta vez el reto iba a ser mayor y mucho más difícil: tenía que demostrar al mundo que ahí había un cuadro de Velázquez.

P. ¿Con quién compartió ese momento?

R. La verdad es que dejé que pasaran seis meses diciéndome a mí mismo que seguramente era de otro pintor de su misma época, que era muy difícil que fuera obra del propio Velázquez. Alejé la angustia que sentía y decidí mostrárselo a uno de los máximos expertos, compañero y amigo, además de discípulo de Pérez Sánchez, Salvador Salort. Le mandé un correo electrónico con la fotografía del cuadro. No le dije lo que yo pensaba para que su punto de vista fuera más abierto y no estuviera condicionado por mi opinión. Me contestó con un texto cuyas dos primeras palabras eran: "Estoy temblando...".

P. Era la confirmación que necesitaba para arrancar.

R. Hice algo más. Después de enseñarle la foto del cuadro a Salvador y ver su respuesta, dejé intencionadamente la foto en la mesa de mi despacho cuando sabía que un colega iba a usarlo para hacer una llamada. Salí del despacho, dejé la puerta entreabierta y le escuché coger el teléfono y colgarlo. Dijo: "¡Esto no es Giovanni Do! No es el maestro barroco de La anunciación a los pastores. Esto que tengo delante es un gran problema". Entendió que era de Velázquez desde el principio, pero también supo lo controvertido que sería atribuirlo al genio español. Y ahora, siete años después, aquí estamos.

P. ¿Por dónde empezó la búsqueda de pruebas?

R. Por saber cómo había llegado a los almacenes. En ese momento la obra tenía el número de registro 1.900.43; lo cual indicaba que había llegado a Yale en 1900. La pista era falsa y empezábamos mal. Comprobé después que el número fue asignado en los años setenta, cuando el cuadro ingresó en el inventario y el donante era desconocido. Finalmente, comprobamos que la pintura había sido donada a la Escuela de Arte de Yale en 1925 por la familia Townshend.

P. ¿Cómo empezó a difundir su descubrimiento?

R. De acuerdo con Laurence Kanter, que sigue siendo el responsable de arte europeo de Yale, decidí publicar la fotografía para que se viera la obra tal cual estaba y sigue estando: con sus cortes, quemones y repintes. Lo mejor es dejar a los expertos que juzguen la obra en su estado real. Ya habrá tiempo de sobra para restaurarla.

P. ¿Ha sufrido muchas reacciones negativas?

R. Sinceramente, hay muchos miembros de la universidad que han dudado de la autoría del cuadro, pero nadie ha podido darle otra firma, nadie ha aportado nada satisfactorio. Otros muchos, en cambio, apoyaron mi propuesta desde el primer momento. Por mi parte, considero que mi informe responde a todas las preguntas posibles.

P. Ahora, solo queda esperar el veredicto de los expertos.

R. Me gustaría que el cuadro se expusiera temporalmente en el Museo del Prado, para que todos pudieran verlo y, a partir de ahí, que se opinara con fundamento.

P. ¿Está ahora entregado a desvelarnos alguna otra sorpresa como esta?

R. Siempre he tenido entre manos investigaciones de esta clase, aunque nunca de esta importancia. En el Museo de Bellas Artes de San Diego me dedico a catalogar las pinturas de origen español e italiano. Salvo Sánchez Cotán, Giorgione o Goya, no contamos con un estudio detenido de los artistas y su obra. En eso estamos.

Ángeles García, Madrid: "Contemplarla me produjo temblores", EL PAÍS, 4 de julio de 2010