La trastienda del genio de Gaudí

El propio Gaudí no pudo haberlo explicado mejor: “Sin las experimentaciones a gran escala que hice en la colonia Güell, en sus formas alabeadas, en sus columnas helicoidales, en los paraboloides de las paredes y de las bóvedas, no me hubiera atrevido a aplicar esas geometrías en el templo de la Sagrada Familia”. Es justamente ese tránsito el que invita a recorrer Gaudí Lab, la exposición concebida en Barcelona que la pasada semana desembarcó en el Centro Cultural Blanquerna de Madrid (calle Alcalá, 44).

Uno de los sacos llenos de perdigones con los que calculó las alturas de la Sagrada Familia.

La colonia Güell es una de las tantas ciudades industriales que se levantaron en Cataluña a finales del siglo XIX. Es también una de las obras cumbre de Gaudí. Su proyecto original incluía una iglesia, pero con el estallido de la I Guerra Mundial solo dio tiempo a terminar la cripta, pronto devenida en hoja de ruta para la construcción de la Sagrada Familia.

Gaudí Lab propone desandar ese camino, tratar de entender la genialidad de Gaudí a través del contacto con su forma de trabajar y sus herramientas, descubrir al científico, al geómetra, al autodidacta exigente y casi obsesivo que hubo detrás del arquitecto. O, como sugiere Marià Marín, comisario del Espacio Gaudí del Museo Diocesano de Barcelona, que ha cedido las piezas de la muestra: “Se trata de descubrir a un Gaudí mucho más complejo de lo que imaginamos, una suerte de Da Vinci, un artista que crea a partir de conceptos y que nunca improvisa.

Un profundo pensador”.

¿Cómo se sostiene la enorme estructura de la Sagrada Familia? ¿Cómo hizo Gaudí para calcular las proporciones de una torre de 170 metros? ¿Cómo supo de qué tamaño debía ser cada una de las piedras? Allí están los pequeños sacos de algodón rellenos de perdigones y las marcas que ayudan a responder. Son las piezas clave de la famosa maqueta funicular, ese juego de hilos, pesos y distancias en el que Gaudí se basó para concebir su obra maestra.

Compuesta por más de 40 piezas inéditas, la exposición incluye herramientas de Gaudí que, en otra muestra de su habilidad para aprovechar instrumentos de todas las épocas, van desde un compás medieval de picapedrero hasta un conjunto de compases suizos de máxima precisión. Hay también tricromías en vidrio, que explican parte de la magia que ha hecho con la luz, y uno de los bancos de la cripta hecho con el roble de las cajas en las que llega el algodón a las fábricas de la colonia.

Hay además documentos que dan testimonio de los contactos de Gaudí con Madrid durante su búsqueda de financiamiento para la Sagrada Familia que, por ser un templo expiatorio, debía erigirse solo con limosna o sacrificio. Entre los papeles, cartas y croquis se destaca la factura de un donativo por 16 pesetas que la Junta de la Sagrada Familia entregó a la Junta de la Catedral de la Almudena en 1916. Las piezas se intercalan con vídeos explicativos, las fotos con frases de Gaudí y con definiciones que de él y su obra hicieron Dalí, Miró, Le Corbusier y Maragall, entre otros.

Respuestas, solo algunas, para el mar de interrogantes que despierta la mente de un genio.

Lucrecia Bullrich, Madrid: La trastienda del genio de Gaudí, EL PAÍS, 18 de abril de 2012