Epifanía-Adoración de los reyes magos. Iconografía

Velázquez: Adoración de los Reyes Magos (1619), Museo del Prado, Madrid
Velázquez: Adoración de los Reyes Magos 
(1619), Museo del Prado,Madrid
La costumbre del intercambio de regalos durante la festividad del 6 de enero se asocia, según la tradición, al hecho bíblico de la entrega de presentes que hicieron los Reyes Magos a Jesús. No obstante, el cristianismo no hizo nada más que asociar y hacer coincidir una festividad de la religión romana a las nuevas creencias que surgieron en el seno del inmenso Imperio romano. Su representación más conocida es la Epifanía propiamente dicha, en la que los Magos adoran a Jesús que está en brazos de su madre. Pero este importante tema iconográfico tuvo un origen concreto, ajeno en muchos aspectos al que ha llegado a ser y ha evolucionado desde su aparición como tal, presentando varias fases que constituyen un pequeño ciclo.

En primer lugar, sólo en el Evangelio de San Mateo se cita a los tres Magos (2, I – 1-2): "Llegaron del Oriente a Jerusalén unos magos diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? (…) Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra. Tras leer este fragmento, nos llevamos la gran sorpresa al no encontrar la historia sagrada que nos han enseñado o conocemos por las representaciones. Nada más, ni su número, ni su nombre, ni siquiera realeza. Unos simples magos, muy probablemente sabios persas de origen mazdeísta o adoradores del fuego o astrólogos babilónicos que muy pronto fueron interpretados como la apertura del mensaje cristiano también a los no judíos, tal y como orientó San Pablo la nueva religión frente a los más integristas que querían conservarla exclusivamente en el ámbito judaico.

Giorgione: Los Tres Filósofos.
Giorgione: Los Tres Filósofos.
Los orígenes. Número y composición iconográfica

El resto de la historia es una compleja adición posterior. Al principio, no es fijo el número de los magos; en las representaciones que se conocen en las catacumbas romanas, datables entre los inicios del siglo II y el IV, no se tiene claro este aspecto: hay tres en la capilla griega del cementerio de Priscila, dos en la de San Pedro y Marcelino, y cuatro en la de Domitila. En un mosaico del arco triunfal de Santa María la Mayor, figuran dos, algunas tradiciones coptas hablan de doce (quizá como paralelo a las doce tribus de Israel o a los doce apóstoles...); otras fuentes cristianas (sirias y armenias) pensaron en doce Reyes al relacionarlos con las doce tribus de Israel o con los doce apóstoles; los cristianos egipcios creían que eran sesenta. En el siglo tercero, el teólogo Orígenes (185-253) indicó que los Reyes Magos eran tres. Al fin y al cabo son tres los regalos que se nombran en el Evangelio de San Mateo: oro, incienso y mirra. En el sirio y apócrifo Evangelio de la Infancia se dice que eran tres hijos de Reyes y además adoradores del fuego y de las estrellas lo cual al menos nos deja con cierta confianza al entender que algo sabrían de Astronomía…

Durante las primeras centurias van todos caracterizados como personajes orientales, vestidos con pantalones y gorro frigio; empleaban el mismo tipo de indumentaria de manera que podían ser intercambiados sin alterar la imagen. Las primeras imágenes de esta escena datan de finales del siglo II y aparecen en contextos funerarios y bautismales como los ejemplos de las catacumbas de la Capilla Griega de la de Priscila o en las de Lucina, Domitila o la de los santos Pedro y Marcelino; los primeros sarcófagos aparecen en el baptisterio de Dura-Europos (c. 230). Estos son tiempos difíciles para los cristianos, ocultan sus creencias y su corpus de imágenes aún está definiéndose.

Capilla Griega. Catacumba de Priscila. Aparece la Virgen sedente sosteniendo y
ofreciendo al niño a los tres magos que le traen sus dones.

Lunetto Cripta Madonna. Santos Pedro y Marcelino


Sarcófago del Museo cristiano de Arles, Francia

Entre las representaciones más antiguas, se incluía a veces la figura del difunto para indicar que había donado bienes a la Iglesia. Los números grabados indicaban la cantidad de bienes en monedas, platos de oro, etc., que el extinto había legado a la causa cristiana. Esto tenía por fin lograr que los fieles vivos, conmovidos por su generosidad, rezaran por su salvación. El fiel ofrenda a Dios y Cristo le otorga en cambio la salvación. Este intercambio de dones tiene como antecedente el ofrecimiento de regalos para Fin de Año, en el ámbito romano.

Cómo, en la propia composición de las escenas, se tendió progresivamente a representar tres Magos, las composiciones resultaban inevitablemente desequilibradas por el número impar. Se intentaron diversos tipos de soluciones: en la primera se ubica a la Virgen y al Niño en uno de los extremos de la composición recibiendo a los tres Magos que, en procesión continua y a paso vivo, se acercan con los dones.

Siguiendo el trabajo de Patricia Grau-Dieckmann, en el sarcófago de Aurelio (catacumba de San Lorenzo Fuori le Mura – Roma, siglo IV, mármol, en museo del Vaticano), de factura poco elaborada, que proviene de un taller secundario, provincial, los Magos se dirigen hacia la Virgen sentada en una silla de alto respaldo, que sostiene a Jesús recién nacido, fajado e inmóvil. Aún no hay una jerarquización de la figura de la Virgen, por lo que se deduce que es una imagen anterior al Concilio de Éfeso que la declara Theotokos: Madre de Dios. La actitud corporal es la misma para los tres Magos, que no se diferencian uno del otro. Por el contrario, parecería que deliberadamente se intenta enfatizar su unicidad. Su vestimenta (la que usarán durante los primeros tiempos cristianos) es el traje persa de los sacerdotes de Mitra, con el gorro frigio y los pantalones anaxyrides.

Con este traje persa se representaba en el arte romano a los bárbaros que ofrecían su homenaje al emperador; en el arte sirio pagano se vestía con él a Mitra y a Zoroastro; y en el arte cristiano, al profeta Daniel y a los tres hebreos quemados en el horno. También era el traje de Orfeo de Tracia. Todos son referentes, para el cristiano de los primeros siglos, de religiones iniciáticas y de misterio, religiones que en el arraigo popular rivalizaban con el cristianismo. En la demonología medieval, Orfeo era considerado "uno de los mayores magos de todos los tiempos". El culto de Mitra se basaba en "dramáticos efectos de luces y magia". Daniel fue nombrado "jefe de los magos, los adivinos, los caldeos y los astrólogos" (Daniel 5:11). No se trata simplemente de representantes de otras religiones sino que notoria su relación con la magia [Patricia Grau-Dieckmann].

Las representaciones tardorromanas de la Epifanía muestran visitas pomposas, al estilo de los cortejos diplomáticos. No hay postración porque el énfasis no está puesto en el acto de la adoración sino en la entrega de los presentes. Los artistas fueron asociando su imagen, como sucede con el resto de las representaciones cristianas, a influencias del arte imperial romano y bizantino. A diferencia de lo que sucede con la Natividad, en este caso no se trata de una escena de un ciclo narrativo, sino de una imagen símbolo: la divinidad del Salvador, reconocido por los reyes de la tierra igual que un emperador romano; tal y cómo por los bárbaros orientales le rendían pleitesía y con frecuencia precedidos de una figura alada o victoria [Patricia Grau-Dieckmann]..

En el sarcófago de Isacio (San Vital de Rávena, Siglo IV o V), que fue reutilizado a mediados del siglo VII para albergar los restos mortales del gobernador armenio Isacio, como lo indican las inscripciones griegas y latinas de la tapa, que no es la original, La Virgen María, sentada en una simple silla, está convertida en el trono vivo del Niño Jesús, que se estira para recibir los regalos. La jerarquía de Jesús está marcada por su mayor tamaño proporcional con respecto a los otros personajes. Los Tres Magos se acercan, con trajes persas y con sus mantos flotando por el raudo movimiento con que el artesano ha sabido dotarlos. El Mago del medio gira su cabeza para mirar a su compañero que le sigue, aunque probablemente ésta no sea la pieza original. La estrella que los ha guiado hasta el lugar es visible en el ángulo superior izquierdo. Como en el sarcófago de Aurelio, los tres Magos parecen la repetición de una misma figura [Patricia Grau-Dieckmann].

Otra solución al problema del número impar de los Magos es colocar a María y a Jesús en el centro de la composición, lo que genera una mayor majestad para el grupo. Un mago se coloca a cada lado y el tercero se sacrifica y actúa como personaje secundario. También se le contrapone un ángel u otro personaje. Posteriormente se unificarán las escenas de la Adoración de los Pastores y la de los Magos, resultando en una composición muy poblada pero equilibrada [Patricia Grau-Dieckmann]..

En la Iglesia de Santa Maria Foris Portas, Castelseprio se conserva un fresco con este tema, fechado con ciertas dudas en el siglo VIII. En esta representación se recurrió a otra solución. El artista creó dos polos en la composición, ubicando a los Magos en círculo frente al grupo que forman María, el Niño y un ángel que flota en el aire. Los Magos parecen consultar entre sí acerca del acto de reconocimiento que están por llevar a cabo. Los atados en el piso son indicación de que han venido desde lejos. Cuando en las obras se ilustraba un número par de Magos, no existía el problema de equilibrarlas compositivamente ya que naturalmente se distribuían alrededor de la Virgen y el Niño [Patricia Grau-Dieckmann]..

En la Cripta de la Madona, ubicada en la catacumbas de los santos Pedro Y Marcelino, Roma, se halla un luneto con el tema, fechable en el siglo III. Aparece María, con el Niño en brazos, recibiendo a dos magos con sendas bandejas. Se mantiene la convención romana de representar al personaje de mayor jerarquía con un tamaño superior a los otros personajes. En este caso, María, vestida como una romana, es de mayor tamaño que los Magos, que visten el traje persa. Dentro de la uniformidad de las primeras representaciones de los Magos, existen algunas variantes. En algunos casos, los regalos son presentados en simples bandejas, en cofres, en copones e incluso en cuernos de abundancia [Patricia Grau-Dieckmann]..

También lo documentamos en las Tapas de encuadernación, del tesoro de la catedral de Milán, siglo V, con escenas de la vida de Cristo, marfil, con cruz de piedras preciosas, 0,375 X 0,281. Estas tapas servían para albergar un evangeliario, lo que se deduce porque en las esquinas superiores están los símbolos de los evangelistas, en este caso, de San Marcos y de San Juan. En el panel superior se representa la Adoración de los Magos. La Virgen está sentada en una silla de alto respaldo y se encuentra en un plano elevado con respecto a los Magos ya que está sobre una tarima. El Niño los recibe con el gesto de la oratio, que con el tiempo pasó a significar el gesto de la bendición. Dos de los Magos portan bandejas, pero el Mago central lleva un cuerno de la abundancia. El resto de las imágenes corresponden a milagros de Cristo y escenas posteriores a su muerte y resurrección. En el cuadro que corresponde a la resurrección de Lázaro, Cristo actúa como taumaturgo, con una vara de hechicero que enfatiza que el milagro obrado es de importancia crucial: ha devuelto a la vida a un hombre que llevaba tres días muerto. En el panel inferior está representada otra de las Epifanías: las bodas de Caná, que originariamente se celebraba también el 6 de enero. Este milagro, que Jesús realiza con su vara, consiste en sustituir vino por agua. En la antigüedad pagana, el 6 de enero se celebraba en las islas Egeas y en Anatolia el festival en honor a Dionisos, en el que milagrosamente se sustituían vasijas de agua por vasijas de vino. De esta manera, el dios pagano fue suplantado serenamente por un dios de magia más potente que también podía resucitar a los muertos. En 431 se reunió el concilio de Efeso para hacer frente a una herejía que se expandía por Oriente y que llegó hasta la China: el nestorianismo. Las decisiones de este Concilio Ecuménico se verán avaladas y reflejadas en el arte [Patricia Grau-Dieckmann]..

Significativo resulta el ejemplo del Arco triunfal de Santa Maria Mayor, Roma, datado en el 432. Esta iglesia conserva los mosaicos que cubren totalmente el arco de acceso al ábside, con escenas del ciclo de la vida de María y de Cristo. En el registro intermedio está la Adoración de los Magos, y en la parte inferior, la Masacre de los Inocentes y los Magos ante Herodes. Es el primer ejemplo conocido de este tipo de narración en la religión cristiana, plasmado en un modelo compositivo no romano, con detalles provenientes de la cristología oriental, en el estilo del renacimiento post-constantiniano, muy próximo en este caso al arte antiguo. Se trata de un contenido cristiano con una vestimenta arcaica. El fondo es dorado y los personajes sagrados están representados con todo el lujo y boato de la corte bizantina. Aquí están esbozadas las tendencias del arte tardorromano que florecerá en Rávena - en Occidente - y en Bizancio - en Oriente - en los siglos siguientes. Toda esta representación en el arco del ábside tiene un carácter dogmático pues está estrechamente relacionado con las decisiones del Concilio de Éfeso de 431 que proclama a la Virgen María no sólo Madre de Cristo sino Madre de Dios (Theotokos o Mater Dei). María está representada como una emperatriz bizantina, enjoyada y ataviada con suntuosa vestimenta de corte. Pese a ello, María no presenta nimbo pues no posee sustancia divina. El Niño, vestido con la toga pretexta, está flanqueado por cuatro ángeles togados que semejan funcionarios romanos. Sentado sobre un trono gemado con almohadón y con un escabel al que no alcanzan sus cortas piernas, se encuentra entre su madre y la figura alegórica de la Divina Sabiduría. Su nimbo presenta un detalle diferente: tiene una pequeña cruz en la parte superior. La presentación del Niño solo en majestad es excepcional, lo usual es que Jesús esté sentado sobre María. Están representadas la estrella y la ciudad de Belén, esquematizada y rebatida, reconocible porque ilustra la hoy inexistente iglesia octogonal de la Natividad, construida por Constantino. Los Magos, con lujosos trajes persas, se encuentran erectos delante de Cristo y le presentan los dones en platos. En el mismo arco, en el lado opuesto, se representa el encuentro con el gobernador Afrodisio tras la caída de los 365 ídolos en la ciudad egipcia de Sotina, que se derrumban ante el paso del verdadero Dios, episodio que narra el Evangelio del Pseudo Mateo. [Patricia Grau-Dieckmann].

La iglesia de San Apolinar el Nuevo, en Rávena, fue construida como templo arriano bajo el ostrogodo Teodorico a fines del siglo V, pero hacia el 524 se consagra por un obispo ortodoxo. Su exterior simple y austero contrasta con el resplandor de la decoración musivárica interior. En ambos muros de la nave central hay sendas procesiones: los mártires en procesión hacia el altar, que salen del palacio de Teodorico y se dirigen hacia Jesús entronizado; y la procesión de santas en la pared opuesta, que, encabezados por los tres Magos, se dirigen hacia María y el Niño en majestad. El conjunto de ambas procesiones fue hecho cuando la iglesia, ya bajo Justiniano, pertenecía a la fe católica. Todos portan sus propias coronas de martirio. Detrás del palacio de Teodorico está representada la ciudad de Rávena, con los edificios circulares de la tumba de Gala Placidia y uno de los Baptisterios. La procesión de santos que llega hasta el trono de Cristo se inicia en el palacio de Teodorico, lo que jerarquiza al poder temporal como punto de partida de la trascendencia. Las santas salen de una puerta de la muralla de la ciudad, desde donde se ve el cercano puerto de Rávena: Classe [Patricia Grau-Dieckmann]. A su vez, los magos, como garantes del poder del cristianismo ante los pueblos gentiles, encabezan la marcha, portando sus ofrendas con las manos veladas, tradición ésta tomada del ritual persa como indicación del respeto a la divinidad. La Virgen, hierática en un suntuoso trono, nimbada pero sin corona, sostiene al Niño con nimbo crucífero. Tanto Jesús como el Ángel más cercano a los magos, extienden su mano para demostrar la conexión que existen entre ambas escenas. Es una procesión celestial, no terrestre, y representa la segunda venida de Cristo. En ese momento, santas y mártires ofrecerán sus coronas y sus dones en el banquete celestial. En este contexto, el observador asocia los dones de los fieles que se dirigen por la nave hacia el altar con los dones que llevan los Magos en una procesión cósmica que procede de la tierra y termina en el cielo. De la misma manera que en los sarcófagos se exaltaban las donaciones de los difuntos, el programa iconográfico de San Apolinario el Nuevo promovía las contribuciones materiales de los fieles vivos.

La leyenda dorada. Determinación del nombre, naturaleza real y simbología

En cuanto al título de monarcas no tiene ninguna base sostenible y procede probablemente de una cita del teólogo y abogado cartaginés Tertuliano (ca. 160 – ca. 220); en su Adv. Marcion. (III, xiii) afirmó que los magos debían ser Reyes que procedieran de Oriente y en los siglos siguientes la visión monárquica de estos magos se fue imponiendo hasta llegar a nuestros días. Dicha asimilación derivó de la interpretación del Salmo proverbio para Salomón 72 (10-11) que fue interpretada como la confirmación de la naturaleza regia de los magos; este salmo anunciaba la llegada del rey prometido: “Los reyes de Tarsis y las islas traerán tributo. Los reyes de Sabá y de Seba pagarán impuestos; todos los reyes se postrarán ante él, le servirán todas las naciones”.

Presumiblmente, la leyenda dorada de los Reyes Magos se fue consumandoo durante el siglo IV de nuestra era. Quizás arranque del "Opus imperfectum in Mattheum" redactado en latín por un escriba iraní cristiano. Sin embargo, los investigadores más versados en esta obra han dejado en manifiesto que este libro fue inspirado en el llamado "Libro de Set", redactado en el siglo III de nuestra era, en la región de Edessa. En esta leyenda los reyes tienen cada uno un reino, y esperan una estrella en el cielo cuyo significado conocen perfectamente, eran religiosos y justos con sus pueblos.

Los Reyes Magos, miniatura de 1362 (Nor Djughá)

Los nombres de los tres Reyes Magos los encontramos, a su vez, en el Evangelio armenio de la infancia (5,10, del siglo VI): “Y los reyes de los magos eran tres hermanos, Melkon, que reinaba sobre los persas; Baltasar, que reinaba sobre los indios, y Gaspar, que tenía en posesión el país de los árabes”. Estos magos que, inicialmente no están individualizados, irán adquiriendo, con el paso del tiempo características propias, tendrán distintas edades, y diferente aspecto físico para ajustarse, a lo que de ellos se exige en cada momento. En el siglo VI la iconografía les da a los magos una premeditada diferenciación en la edad: dos de ellos son representados con barba y el tercero si ella. En el siglo IX, hacia 845, en el "Liber Pontificalis" de Rávena aparecen nombrados como Bithisarea, Melichior y Gathaspa.

Beda el Venerable (siglo VIII), recoge los nombres y atributos de los Reyes Magos en uno de sus textos: “El primero de los Magos fue Melchor, un anciano de larga cabellera cana y luenga barba... fue él quien ofreció el oro, símbolo de la realeza divina. El segundo, llamado Gaspar, joven, imberbe de tez blanca y rosada, honró a Jesús ofreciéndole incienso, símbolo de la divinidad. El tercero, llamado Baltasar, de tez morena ("fuscus" en latín) testimonió ofreciéndole mirra, que significaba que el hijo del hombre debía morir...”. A raíz de este texto, los artistas empezaron a representar a los magos de acuerdo a determinadas edades. Por ejemplo, en los frescos románicos del ábside de la Iglesia de Santa María de Tahull (Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona)

y en la Epifanía de Navasa (Museo Diocesano de Jaca, Huesca)

se representan a los tres reyes con sus nombres, personificando las tres edades de la vida, juventud, madurez y ancianidad. En el fresco de Jaca, Baltasar es el más joven, como quería también la descripción de Beda.

De esta manera los magos venían a simbolizar las tres edades del humano: 60, 40 y 20 años, tal y como lo expresa el "Catalogus Sanchtorum" de Petrus de Natatibus, del siglo XV. Gaspar suele ser un hombre joven e imberbe, Baltasar es un hombre maduro; Melchor es un anciano calvo de barba blanca.

Beato Angélico: “Adoración de los Reyes Magos” (1438). National Gallery, Washington

La diversidad de razas es al principio poco matizada siendo su aspecto bastante similar, incluso en el caso del asiático cuyo carácter, sólo es ocasionalmente explícito; pero, la conversión del rey Baltasar en un hombre negro será significativa y se enmarca sólo en el contexto de viajes y descubrimientos que se irán sucediendo que permitirán finalmente considerar esta raza cómo la propia del continente africano. Precisamente, tradiciones judías y árabes decían que Dios había enviado a un ángel a la tierra a recoger el polvo necesario para crear al hombre (humano viene de “humus”, tierra), y que ésta le dio polvo blanco, negro y cobrizo, origen de las distintas razas de la humanidad.

La adoración de los Reyes Magos, pintura anónima realizada entre 1740 y 1760, perteneciente a la
escuela Cuzqueña de Pintura. Es una representación mestiza de una célebre pintura de Rubens.


El gran momento de recreación de sus figuras se dará en los siglos XII-XIV a partir de varias fuentes. Por una parte, dentro del teatro religioso, comenzaron a aparecer los conocidos Autos de los Reyes Magos. Eran pequeñas representaciones en los atrios de las iglesias que sirvieron para aumentar los detalles y dar una imagen más global de los personajes. Así, por ejemplo, el Auto de lor Reyes Magos del Códice de Toledo recoge de manera teatralizada un mito; en este auto, los Reyes Magos ofrecen al Niño Oro, Incienso y Mirra para resolver la naturaleza del nacido: si fuera rey terrenal elegiría el oro, si fuera hombre mortal, tomaría la mirra pero si su naturaleza fuera celestial se decidiría por el incienso. En esta metáfora resuelve el auto la naturaleza divina a la par que humana de Cristo, curiosamente en la ciudad cuya comunidad cristiana había abrazado con fervor el adopcionismo.

Esta creencia será reforzado en el Occidente europeo con el traslado en los inicios de la década de 1240 de las reliquias de los Reyes Magos a la catedral de Colonia. Para comprender este hecho debemos referir una de las leyendas, referente a los magos de Oriente, en la que se señalaba que, después de la resurrección de Jesús, el apóstol Tomás los halló en Saba. Allí fueron bautizados y consagrados obispos. Después fueron martirizados en el año 70 y depositados en el mismo sarcófago. Los restos fueron llevados a Constantinopla por Santa Elena. Hacia el año 300 de nuestra era cuando la emperatriz Elena —madre del emperador romano Constantino— se dedicó a rescatar reliquias religiosas. aunque no se sabe cómo, en Saba localizó los cadáveres de los Reyes Magos y ordenó su traslado a Constantinopla —la actual Estambul— donde permanecieron durante tres siglos en una capilla ortodoxa. Después, las reliquias fueron trasladadas a Milán para dar prestigio a dicha ciudad. Pero fue Federico Barbarroja quien, en sus guerras de conquista, saqueó el norte de Italia y la ciudad de Milán, y se llevó consigo las reliquias a Colonia en un accidentado viaje, donde hoy reposan con las coronas que supuestamente llevaron durante su existencia. Miles de peregrinos empezaron a llegar a Colonia, lo que propició que en 1248 se iniciara la construcción de la catedral de Colonia y se vincularon a la imagen de los emperadores alemanes. De ahí sacaron su carácter real que ya nunca abandonarán, relegando poco a su poco su conexión con las religiones precristianas (La identificación entre estos Reyes y el poder fue sumamente frecuente en la Italia del Renacimiento).

Pero aún nos falta un punto especialmente importante, ¿y el rey negro? Existen varias hipótesis, aunque la más verosímil lo vincula todo con el fabuloso reino del Preste Juan. Aunque Beda El Venerable ya lo mencionaba como de tez morena, durante mucho tiempo nadie imagino la existencia de un Rey Mago negro. Hasta entonces y siguiendo la geografía conocida en la Europa Medieval, cada uno de ellos representaba a una de las partes del mundo. De ese modo los reyes serán persas, turcos, árabes, pero raramente etíopes. Si nos fijamos en las tablas medievales donde se representa la Natividad advertimos las distintas culturas que los artistas reflejaban en los atuendos reales y en su mismo aspecto. Sin embargo, a partir del siglo XIV, por influencia de la vocación ecuménica de los predicadores empezaron a dar un carácter de universal a los reyes magos. Desde entonces simbolizan las tres razas humanas admitidas en la antigüedad y prefiguradas por los tres hijos de Noé: Sem, Jafet y Cam, tal y como el Antiguo Testamento las define. Una leyenda que fue creciendo en popularidad en el siglo XV situaba un reino cristiano más allá del mundo árabe, rico y culto; su realidad era más prosaica, y se encontraba (como una pequeña comunidad) en las zonas de Etiopía y Somalia. Aparece así el rey negro y con él la inclusión de África entre los continentes conocidos, junto a Europa y Asia. Y también obviamente arranca la tradición de representar a los Reyes Magos montados sobre animales correspondientes a sus geografías: un caballo, un dromedario y un elefante, respectivamente.

Adoración de los Magos. Siglo XV. Estilo Gótico Internacional

Todo ello fue finalmente organizado en la gran obra que marca la iconografía de la Baja Edad Media, la Leyenda Dorada de Vorágine. No obstante, hay cierta confusión en la asignación de los nombres y en la caracterización consiguiente. En España Melchor representa a Europa, Gaspar a Asia y Baltasar, que es el de piel oscura, a África. En otros países Baltasar simboliza a Europa, Melchor con turbante a Asia y Gaspar, que representan como el rey “negro”, simboliza a Africa. En las tradiciones más antiguas, Melchor es rey de Persia, Baltasar de la India y Gaspar de Arabia.

Respecto a esto resulta curioso que tras el descubrimiento de América, a finales del siglo XV, existen intentos de introducir un cuarto rey, el indio; algunos artistas se plantearon la necesidad de adecuar el relato a los nuevos tiempos e intenten incluir un nuevo rey que represente al nuevo continente; pero la idea no tuvo éxito, aunque existan ejemplos que nos permitan apreciarlos, como el del artista portugués Vasco Fernandes, quien en el retablo que realiza para la Catedral de Viseu sustituye al rey negro por un cacique indio del Brasil, armado con una jabalina emplumada. Para infortunio del promotor de dicha ocurrencia, la idea no prosperó dentro de la arraigada tradición cristiana.

Vasco Fernándes. Retablo de la Catedral de Viseu (1501-1506). Museo Vasco Grão en Viseu

La indumentaria de los reyes irá adaptándose, tal como ya hemos ido apuntando, a las modas de cada momento llegándose incluso a, como ocurre en el Renacimiento, que los personajes célebres de la época aprovechen para aparecer junto a los Reyes Magos como es el caso de los Médicis, tal como en la imagen que sigue.

Benozzo Gozzoli: Cortejo de los Reyes Magos (1459). Fresco. Palazzo Medici Riccardi. Florencia

Por su parte, los regalos son siempre los mismos, ya que su significado es simbólico: el oro simboliza la realeza de Cristo, el incienso su divinidad y la mirra, que se usaba para embalsamar los cadáveres, significa que su destino es morir para redimir al mundo; aunque existen otras interpretaciones como la de San Bernardo de Claraval que retoma a Nicolás de Lira y asocia el oro con la pobreza de la Sagrada Familia, el incienso con la desinfección del establo donde nace El Salvador y la mirra, un potente vermífugo, con el fortalecimiento del Niño; significados considerados por Reau demasiado prosaicos. Si observamos bien las imágenes comprobaremos que estos presentes van sufriendo también transformaciones apareciendo a veces en bandejas, pasando luego a ser recipientes de diversas formas siguiendo las modas orfebres: copones, relicarios, maquetas de edificios, fuentes, bomboneras, conchas, nautilus, elementos más propios de un gabinete de curiosidades; la mirra suele presentarse en cornucopias y el oro en forma de corona.

En la Edad Media es corriente que los reyes se arrodillaran ante el Niño siguiendo la ceremonia feudal del homenaje o pleitesía del vasallo a su señor. En el momento de la adoración el rey más cercano al Niño se quita la corona en señal de reconocimiento de que está ante un Rey más poderoso que él. Estos parámetros iconográficos pervivirán en la iconografía religiosa hasta finales del siglo XV (Lorenzo Mónaco, Gentile da Fabriano, Botticelli, Ghirlandaio, etc.), e incluso hasta el siglo XVI (Correggio, Adoración de los Magos, 1513, Galeria Brera, Milán), cuando ya se ha convertido a Baltasar en un rey negro, aunque siguen siendo apreciables la diferencia de edad, y Baltasar sigue siendo el más joven de los tres:

Correggio, Adoración de los Magos, 1513, Galeria Brera, Milán

Véase, por ejemplo, el Tríptico de la Epifanía de Hans Memling (siglo XV, Museo del Prado, Madrid):

Memling: Tríptico de la Epifanía, Hacia 1470-1472, óleo sobre tabla. Museo del Prado, Madrid

o la Adoración de los Magos de Durero:

Alberto Durero: Adoración de los Magos o de los Reyes, óleo sobre tabla, pintado en 1504.
Mide 100 cm de alto y 114 cm de ancho. Galería de los Uffizi de Florencia

En esta última pintura, la escena podría interpretarse como una variable más del simbolismo de Jesús Cronocrátor, es decir, Señor de las edades de la vida humana. La normal disposición de los reyes en la escena de Epifanía podría subrayar este sentido. El más anciano y barbudo, Melchor, el pasado aparece arrodillado; el maduro, Gaspar, también con barba, el presente, se encuentra en medio; y el más joven e imberbe, Baltasar, el futuro, está de pie esperando su turno para acercarse a Jesús.

La estrella de Oriente

Partiendo de las referencias bíblicas de las que disponemos, lo único que podemos saber acerca de lo que vieron los Reyes Magos es lo contenido en el Evangelio de San Mateo, en ningún otro se hace referencia a la Estrella de Belén. En concreto: “(...) ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente y venimos a adorarle. (...)[...] Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella; y enviándolos a Belén (...) Ellos [los reyes] habiendo oído al rey [Herodes], se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño”. A esta breve e imprecisa fuente se añade el Protoevangelio de Santiago, donde se indica algo curioso; Herodes pregunta a los Reyes Magos sobre la estrella, los monarcas contestan: “Una estrella indescriptiblemente grande apareció de entre estas estrellas y las deslumbró de tal manera que ya no lucían y así supimos que un Rey había nacido en Israel.

Es ineludible que con tan pocas y escuetas referencias bíblicas no tengamos más remedio que empezar buscando más información, citas, comentarios o gráficos en un tiempo relativamente próximo al nacimiento de Jesús. Por ejemplo, pasemos a una referencia de uno de los discípulos de los apóstoles: San Ignacio de Antioquia. En una de sus epístolas (siglo I) San Ignacio hizo una referencia a la estrella de Belén en los siguientes términos: “...un astro brillaba en el cielo más que todos los restantes, su situación era inexplicable, y su novedad causaba asombro. Los demás astros, junto con el Sol y la Luna, formaban un coro en torno a este nuevo astro, que los superaba a todos por su resplandor. La gente se preguntaba de dónde vendría este nuevo objeto, diferente de todos los demás.

A pesar de la exageración, lo que quiera que fuese debió ser realmente espectacular. El teólogo Orígenes comentó en el siglo III: “...yo creo que la estrella que apareció en Oriente era de una especie nueva y que no tenía nada en común con las estrellas que vemos en el firmamento o en las órbitas inferiores, sino que, más bien, estaba próxima a la naturaleza de los cometas... He aquí pruebas de mi opinión: se ha podido observar que en los grandes acontecimientos y en los grandes cambios que han ocurrido sobre la Tierra han aparecido astros de este tipo que presagiaban: revoluciones en el Imperio, guerras u otros accidentes capaces de trastornar el mundo... Así pues, si es cierto que se vieron aparecer cometas o algún otro astro de esta misma naturaleza con ocasión del establecimiento de alguna nueva monarquía, o en el transcurso de algún cambio importante en los asuntos humanos, no debemos extrañarnos de que haya aparecido una nueva estrella con ocasión del nacimiento de una persona que iba a originar un cambio tan radical entre los hombres.

Quizás esto no sea una información de utilidad pero es indudable que Orígenes, como respondiendo a su nombre, es de los primeros en preguntarse por el "origen" de la estrella de Belén. Pero es muy poco. Se vio en oriente, se movió, era la más brillante de todas las estrellas, pudo tratarse de un cometa... Poca información tenemos pero ¿falta alguna estrella de Belén en algún Pesebre? ¿Fue una invención? ¿Existió en realidad? ¿Cuánto tiene de leyenda? ¿Qué pudo ser lo que se observó en Belén? Es preciso explorar más para ahondar en lo que pudo o no pudo ser la Estrella de Belén.

Por ejemplo, la Adoración de los Reyes Magos de Giotto di Bondone (1304-06) recoge la imagen de la estrella. Este fresco decora el interior de la Capilla Scrovegni en Padua y fue posiblemente hecho en 1304. Es probable que el cometa Halley, aparecido en 1301 sirvió como modelo para la "Estrella de Belén" de Giotto. La misión al Cometa Halley fue nombrada "Giotto" reconociendo el hecho de que Giotto di Bondone hizo el primer dibujo científico de el cometa registrado en la historia. Los hechos contemporáneos marcan nuevamente así la iconografía reflejada en las obras de arte.

Ciclo narrativo de los Reyes Magos

En definitiva, el ciclo narrativo de la peregrinación y Adoración de los Reyes Magos puede sistematizarse en los siguientes episodios:
  • 1º) Anuncio del ángel a cada uno de los reyes del nacimiento del Salvador, la iconografía de esta escena tiene variantes, por ejemplo a veces la estrella es sustituida por el propio Niño Jesús, detalle al parecer de fuentes orientales (Van der Weyden, Visión de los Magos); a veces los reyes se despiden de sus familiares al acometer la partida, o examinan las profecías de Ballaam.
Van der Weyden, Visión de los Magos
  • 2º) El encuentro de los tres Reyes Magos y su cabalgata hasta Belén, tema que no es frecuente, se encuentran en un cruce de caminos y sus cortejos están formados por camellos o caballos.

  • 3º) La visita a Herodes, siguiendo el Evangelio de San Mateo que sugiere dos escenas distintas: la consulta a los sacerdotes; ya que Herodes les pide información sobre el hecho y la del propio encuentro Fig.13).
Salterio: Ingeborg. Los Reyes y Herodes
  • 4º) La Epifanía o Adoración de Jesús, tiene como personajes básicos a: La Virgen María, el Niño Jesús y los tres Reyes Magos; María puede estar en Majestad teniendo al niño sobre sus rodillas convirtiéndose así en el trono vivo del Niño Dios, o el Niño puede estar instalado en el centro de la imagen siendo adorado por los reyes. La actitud de los Reyes Magos ha ido cambiando con el tiempo, en un principio avanzaban hacia el Niño, pero sin arrodillarse, expresaban su respeto según la costumbre oriental y presentaban sus ofrendas con las manos veladas; esto fue sustituido por el homenaje feudal de vasallaje, apoyando la rodilla en tierra, la genuflexión reemplazó a la prosternación. Normalmente uno de ellos es el que está arrodillado y los otros como rodeando al Niño y cerrando la imagen, en ocasiones el más viejo arrodillado besa al Niño, siguiendo las Meditaciones del Pseudo Buenaventura. La estrella puede tener forma de flor o ser sustituida por un ángel. El escenario también evoluciona adecuándose a los gustos del lugar y el momento en que se ejecuta la imagen.
La adoración de los Magos. Cleve. 1526

Adoración de los Magos. El Bosco
  • 5º) La advertencia del ángel a los Reyes Magos dormidos; tras la Adoración los Reyes se retiran a descansar y durante su sueño reciben el mensaje divino; aunque los textos no mencionan quién realiza el anuncio, los imagineros lo equiparan a otras anunciaciones y lo representan utilizando un ángel como mensajero de Dios.
  • 6º) El regreso de los Reyes, y su embarco clandestino en Tarso; los Reyes Magos toman otro camino para no volver a ver a Herodes obedeciendo la advertencia divina y embarcan hacia Oriente en el puerto de Tarso; Herodes furioso mandó incendiar los barcos amarrados en él; esta escena se confundía con la cabalgata y pronto dejó de representarse.
Muchas veces los artistas funden dos o más escenas en una sola; por ejemplo, en las pinturas murales de San Clemente de Tahull, del siglo XII, las mismas figuras de los magos conversan a su izquierda con Herodes y adoran a su derecha a Jesús en brazos de su Madre.

Epílogo

Más allá de las discrepancias entre historiadores, especialistas y religiosos, lo que es un hecho es que los Reyes Magos es un acontecimiento histórico que se ha mantenido vigente hasta la actualidad, como es el caso de las Cruzadas o el Imperio Romano. La adoración a los Reyes Magos, que inició en Occidente derivó en la tradición de llevar juguetes para los más pequeños de la casa a mediados del siglo XIX, época en la que también cobró popularidad el escribir la famosa "carta" a los monarcas. Lo menos conocido de esta tradición es que en un principio Gaspar era el encargado de repartir dulces, miel y frutos frescos; Melchor tenía la encomienda de la ropa o zapatos, y Baltasar jugaba el peor papel, pues debía de ocuparse de castigar a los niños traviesos dejándoles carbón o leña en vez de regalo

FUENTES DOCUMENTALES

Esta entrada ha sido elaborada teniendo en cuenta los materiales que a continuación se detallan:
Bibliografía

  • Carmona Muela, Juan: Iconografía cristiana. Guía básica para estudiantes, Akal / Itsmo, Madrid, 2008, pp. 105-108.
  • Monreal y Tejada, Luis: Iconografía del Cristianismo, Acantilado, Barcelona, 2003, pp. 102-106.
Webgrafía