La identidad artística del siglo XX

Impresionismo, expresionismo, cubismo, vanguardias rusas, surrealismo, expresionismo abstracto... El pasado siglo ha sido tan rico en movimientos como en artistas. El antes, durante y después de Picasso es la esencia del arte contemporáneo. La Galería Albertina de Viena (www.albertina.at) acaba de inaugurar una gran exposición, De Monet a Picasso. La colección Batliner, en la que, a través de 260 obras, la mayor parte de la colección Batliner, se propone un peculiar paseo por los momentos cumbre del arte contemporáneo. Paul Cézanne, Amedeo Modigliani, Henri Matisse, Pierre Auguste Renoir, Emil Nolde, Edvard Munch, Pablo Picasso, Joan Miró, Mark Rothko, Claude Monet, Marc Chagall, Francis Bacon o Yves Klein son algunos de los autores sobre los que se vertebra este recorrido.

Joven en camisa (1918) de Modigliani

Además de contener una pura lección de arte moderno, la exposición sirve para mostrar cómo será la futura transformación de la colección permanente, enriquecida en esta ocasión con más de 500 obras de la colección Batliner, que hasta ahora ha permanecido en Liechtenstein y que ha prestado a la Galería Albertina de manera indefinida.

El director de la galería, Klaus Albrecht Schröder, explicó durante la presentación de la exposición que estas obras ofrecen un camino de la modernidad pictórica y que son el germen de la nueva colección, así como un soporte imprescindible para entender el arte reciente.

Maternidad (1914) de Chagall

La exposición, comisariada por Marie-Louise Sternath, está organizada por orden cronológico y ofrece una media de cinco obras (con excepciones como Monet, Miró o Picasso, que tiene 40) para representar los siguientes movimientos: impresionismo, fauvismo, cubismo, expresionismo centrado en los artistas del grupo Die Brücke (El Puente) y Blaue Reiter (El Jinete Azul), surrealismo y expresionismo abstracto estadounidense.

El impresionismo

El impresionismo juega un papel fundamental en esta exposición. El movimiento surge en Francia en la década de 1860, pero no fue una escuela homogénea ni de principios cerrados. En origen, son un grupo de pintores unidos por el ansia de exponer que entran y salen de esta tendencia a lo largo de sus carreras. En la búsqueda del color y de la fugacidad está la esencia de la pintura moderna.

Monet y sus nenúfares presiden la primera parte de esta exposición. Junto a él, se exhiben obras de Henry Labasque, varias versiones de las bailarinas de Degas; Caballo blanco, de Toulouse Lautrec, junto a estudios preparatorios de caballos y perros. Esta parte se cierra con Cézanne, cuya obra empieza con los impresionistas y la depura de tal manera que sienta las bases del cubismo. La granja de Normandía (1885), donde concentra todo el color del mundo, da la entrada a los neoimpresionistas representados con obras de Seurat y Signac.

El paseo sigue con el fauvismo. La auténtica ruptura cromática llega en 1905 con la violencia del color, como una forma salvaje de expresar la realidad. Matisse, Derain, Vlaminck, Rouault, son los primeros en creer que el color es fundamental para construir el espacio. Los hombres azules de Matisse rompen todas las miradas de esta sección.

Naturaleza muerta con guitarra (1942) de Picasso

La aventura artística sigue a través del cubismo. El movimiento tiene su origen en Cézanne y en su forma de tratar la naturaleza a través de formas geométricas como el cilindro, la esfera o el cono. Picasso y Braque son las primeras cabezas visibles de un movimiento que ganó muchos seguidores. Léger, Gris, Metzinger, son algunos de los más conocidos y especialmente mimados en la Albertina. De la obra cumbre del cubismo, Las señoritas de Aviñón, pintada por Picasso en 1907, se exponen aquí algunos de los dibujos preparatorios. El espacio se enriquece con obras de cubismo analítico a través de las formas verticales de Léger y los estilizados retratos y esculturas de Modigliani.

El orfismo, la investigación del mundo de los sueños con formas cubistas, está representado por Robert y Sonia Delaunay. El área se cierra con el movimiento Kupra, con obras inspiradas en la poesía de Apollinaire.

El expresionismo llega con los artistas que expresan sus emociones de manera distorsionada. El arte germánico y escandinavo de Edvard Munch muestra seis obras inspiradas en la soledad más trágica: Madonna, El beso IV, El grito. Dos de los últimos paisajes de Vincent van Gogh presiden este apartado que cierra con obras dedicadas a las vanguardias rusas como Hombre con un paisaje suprematista, de Kasimir Malevich. El surrealismo, la representación del mundo de los sueños a través de objetos cotidianos tiene en Miró su principal estrella.

El paseo concluye con una obra clave del expresionismo abstracto estadounidense, de Mark Rothko, y cierra con el apoteósico Gran circo, pintado por Chagall en 1970.

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