Confesiones de un adicto al arte
Nacido en Bagdad en una familia de origen judío, Charles Saatchi (adicto al arte y también al tabaco) ha logrado que se hable incansablemente de él sin que nadie supiera muy bien de quien se hablaba. ¿Un millonario excéntrico, un genio del marketing capaz de venderle hielo a los esquimales o un genuino provocador que llama arte a una serie de cuadros pintados con semen? Todo eso y nada de eso. El libro My name is Chaarles Saatchi and I am an artoholic (subtitulado Todo lo que tenía que saber sobre arte, anuncios, vida, Dios y otros misterios y no le daba miedo preguntar) es una entrevista-río con casi 200 preguntas que pretende desenmascarar al personaje. Con buenas dosis de humor, un poco de cara dura y suficiente sinceridad, el libro de Saatchi -editado por Phaidon y mañana a la venta en España- ha corrido como la pólvora por el Reino Unido.
Y no es para menos. Cuando a un gurú de la modernidad le preguntan cuáles son sus héroes y responde que el Gregory Peck de Matar a un ruiseñor, el Gary Cooper de Solo ante el peligro, el Marlon Brando de La ley del silencioy el Cary Grant de Con la muerte en los talones -"para un chico que creció en el cine Rialto esos son los héroes para toda la vida"- es que hay realidad y ficción para un buen rato.
Saatchi se autorretrata de manera burlona y megalómana ("según mis amigos el único flechazo real que he tenido en mi vida es conmigo mismo") mientras confiesa que su pintor preferido es Pollock, que siente debilidad por Goya y que su museo es el Prado. Las preguntas han sido elaboradas por críticos, periodistas y público. Saltan en el tiempo y en los temas. Las respuestas, también. De su mujer, Nigella, a Damien Hirst (según Saatchi no está en racha como artista), al cóctel de pastillas que toma para dormir o al esperado show sobre arte que prepara para televisión.
-Se ha aprovechado alguna vez de alguien en el mundo de arte?
-Si le preguntasen al Dalai Lama, a la Madre Teresa o a Mahatma Gandhi si alguna se aprevecharon de alguien mentirían si proclamaran que nunca. Así que pongame ahí arriba, junto a ellos, y gracias.
-¿Posee usted algo que tenga más de 50 años?
-Yo.
-¿Simboliza la calavera de diamantes de Damien Hirst el vacío del arte moderno, que tiene que ver más con el dinero que con el mensaje?
-Cariño, el dinero es el mensaje.
-¿No le parecen papel pintado sus pinturas de puntos?
-También podría decir que las pinturas de Rothko son bonitas alfombras. No es un crimen que el arte sea decorativo.
-¿Cree usted en todo esto?
-No soy tan listo como para ser un cínico, así que no me queda otra salida que creerlo.
En 1970, cuando tenía 27 años, Saatchi fundó con su hermano Maurice la famosa agencia Saatchi&Saatchi. Ya entonces compraba arte. Él se defiende: ni "superccoleccionista" ni el mejor comerciante del mundo. "Da igual lo que digan de mí, lo único que importa es el arte. Compro lo que me gusta. Luego, si me apetece, lo vendo y compro más. Es lo que he hecho durante 30 años, y a estas alturas ya saben de qué voy. Que venda no quiere decir que haya cambiado de idea sobre lo que he comprado, simplemente significa que no quiero almacenarlo todo para siempre"
No hay reglas a la hora de comprar. Y una buena colección también se hace con grandes errores y no siempre con el mejor picasso. Es el placer de comprar, y también el de poseer.
-¿Quiere ser una celebridad?
-Estoy contestando a estas preguntas, así que debo estar bastante desesperado por algo, pero desde luego no es celebridad.
Elsa Fernández-Santos, Madrid: Confesiones de un adicto al arte, EL PAíS, 20 de septiembre de 2009