Una exposición reivindica la obra de 24 artistas condenadas al silencio

"Cuando se haya roto el infinito estado de servidumbre de la mujer, cuando alcance a vivir por ella y para ella, y cuando el hombre, hasta ahora abominable, le haya dado su indulto, entonces la mujer también será poeta y encontrará lo desconocido", vaticinó en 1871 Arthur Rimbaud. Casi un siglo y medio después, las mujeres "pueden destacar en el panorama artístico igual que un hombre, sin necesidad de hablar de lucha de sexos", opina Marisa Oropesa, Comisaria de la exposición de Creadoras olvidadas que acaba de ser inaugurada en Valladolid. Sin embargo, no siempre fue así.

Obra de María Soroya, primogénita del pintor Joaquín Sorolla: una vista desde el Hotel Plaza de Nueva York.

La muestra auspiciada por el Ayuntamiento vallisoletano y que se exhibirá en la Sala Municipal de Exposiciones de la Iglesia de las Francesas hasta el 8 de marzo, echa la mirada atrás para homenajear a aquellas artistas de los dos últimos siglos cuyos trabajos se mantuvieron ocultos y ajenos al reconocimiento que merecían por los convencionalismos sociales. "Se las llamaba ‘señoritas pintoras’, nunca se las consideró profesionales, y la Policía las reñía si las veía trabajando en un espacio público", explica Oropesa, para quien fueron precisamente aquellas pioneras quienes, a través de su constancia, su pasión y su lucha callada desde los lienzos y los pinceles, lograron que en el siglo XXI se puede disfrutar de grandes obras maestras.

El trabajo de recopilación de las obras ha supuesto una ardua tarea de investigación, ya que muchas se encontraban en casas de herederos o colecciones privadas. Tampoco ha sido fácil escudriñar en la biografía de unas damas que mantuvieron su vocación a la sombra. Hoy Creadoras olvidadas ofrece un recorrido por los cuadros y esculturas de una veintena de mujeres, muchas de ellas esposas o hijas de artistas reconocidos. María y Helena Sorolla (hijas de Joaquín Sorolla), las hermanas Álvarez de Sotomayor, Manuela Ballester (compañera de Joseph Renau) o Eva Preetsmann Aggerholm, esposa de Vázquez Díaz (abajo, uno de sus óleos de naturaleza muerta), son sólo algunos de esos nombres. Compartieron su necesidad por crear en una sociedad que no se lo permitía. Estás son algunas de las protagonistas de Creadoras olvidadas, y sus pasiones artísticas.

'Bodegón' de la danesa Eva Preetsmann Aggerholm (1882 - 1959), esposa del pintor español Daniel Vázquez Díaz

María Sorolla (1880-1956): Desde pequeña, la primogénita de Joaquín Sorolla escuchó de su padre que había que "pintar y pintar". Además, "rápido": "No hay nada inmóvil en lo que nos rodea, hay que pintar deprisa porque ¡cuánto se pierde que no vuelve a encontrarse!", afirmaba el artista. Con ojos negros y las manos juntas, María posó con dulzura, admiración y paciencia para una veintena de obras de su progenitor. Casada con otro pintor, Francisco Pons Arau, la hija mayor de Sorolla se refugió en los pinceles para buscar un remanso de paz y un modo de evasión de su delicada salud, "pero su rol principal era el de esposa y madre de familia", ha revelado en una entrevista reciente su nieta Blanca Pons Sorolla. María plasmó su sensibilidad creativa en bodegones cálidos o en paisajes urbanos como el de la foto del Hotel Plaza NY. También su hermana Helena, escultora, participa en la exposición con una talla de madera, Nati, la gitana.

Obra 'Jarrón de rosas' de María Sorolla realizada en 1935. (Imagen: Ayuntamiento de Valladolid)

Delhi Tejero (1904-1968): Aunque nació en Zamora, la trayectoria artística de Adela Tejero Bedate, su verdadero nombre, se desarrolló sobre todo en Madrid y en París. En 1925 cursó estudios de arte en la primera de estas dos ciudades. En 1932 fue galardonada con la Medalla de Artes decorativas en la primera Exposición Nacional a la que se presentaba. Posteriormente, consiguió una beca para estudiar en el extranjero, gracias a lo cual se especializó en pintura al fresco y en pintura mural. Vuelve a Madrid en 1943. Tras la muerte de su padre, se encerró en sí misma. Murió con 64 años.

Eva Preetsmann Aggerholm también se sintió atraída por la escultura.
En la imagen, un busto femenino elaborado en yeso y perteneciente a la colección Rafael Botí.

Luisa Vidal Puig (1876-1918): Hija del artista Francisco Vidal y discípula del gran Arcadi Mas i Fondevila, estudió en París, donde participó en varias exposiciones individuales y colectivas. Sus mayores éxitos los obtuvo como retratista, aunque también trabajó el bodegón y la pintura de género. Su técnica era tan depurada que hizo que despertara el interés del público y de la crítica.

Teresa Eguibar (1940-2000): Más joven que sus predecesoras, fue su padre quien la inició en la pintura, el esmalte y la cerámica. En 1958 se forma como escultora en el taller de Lorenzo Frechilla, quien más tarde será su esposo. En 1961 se integró en el grupo Este-Oeste, con otros artistas de Francia, Alemania, Dinamarca y Suecia y recorrió Europa con exposiciones itinerantes. Influida por el arte figurativo y expresionista, su escultura se dirige al campo de la abstracción trabajando materiales como el bronce y la madera y, más tarde, el acero inoxidable pulido a espejo.

Pilar Álvarez de Sotomayor (1908): Hija de Fernando Álvarez de Sotomayor, nació en la Coruña en 1908. Con tan sólo 15 años, se instala en Chile junto a su familia, regresando posteriormente a España. Desde muy temprana edad se dedica a la pintura, y nunca dejará de hacerlo. En 1932 completa su educación en París. Después, participaría en algunas exposiciones, como la de la Asociación de Artistas de la Coruña en 1934. En sus últimos años ingresa en las Religiosas Adoratrices, donde seguirá con su actividad pictórica. También sus hermanas Rosario y María Josefa, cuyas obras están presentes en la muestra, realizan trabajos notables de pintura y decoración.

La aragonesa Joaquina Zamora Sarrate (1899 - 1999) tuvo una infancia especial a causa de una salud muy delicada.
La pintura, que aprendió durante ocho años del profesor Gregorio Rocasolano, fue uno de sus modos de evasión.
En la imagen, 'Coloquio baturro'.


Elvira Medina (1911-1998): También ella procede de un ambiente familiar caracterizado por la inquietud artística. Nacida en Serrada (Valladolid), es hija del poeta César de Medina Bocos y hermana del escultor José Luis Medina, quien la conduce hacia esta disciplina. Desde entonces, simultanea pintura y escultura, aunque la primera será su opción definitiva. En 1956 logró ofrecer su primera exposición individual en Valladolid.

Busto de la vallisoletana Elvira Medina, hermana a su vez del escultor José Luis Medina

Lola Anglada Sierra (1893 - 1984): Dibujante barcelonesa de la primera mitad del siglo XX, consiguió merecida fama como ilustradora de libros, sobre todo de carácter infantil. Sus dibujos de una exquisita pulcritud transpiran ingenuidad y delicadeza. Además de las ilustraciones infantiles, realizó un buen número para obras de bibliófilo e incluso para obras escritas por ella misma. Sus trabajos van firmados por Lola A, si bien anteriormente lo había hecho con el seudónimo de Estel.

La muestra la componen, además, Mercé Rodoreda i Gurguí, Teresa Condeminas Soler, Joaquina Zamora o María Barbá, y un centenar de obras que exploran diversas técnicas y estilos.

En la imagen, 'Claveles' de María Luisa de la Riva, una obra elaborada en técnica mixta sobre papel.

Clara Hernández: Una exposición reivindica la obra de 24 artistas condenadas al silencio, Público, 19 de enero de 2010