Contenedores de arte (1)

Tenerife Espacio de las Artes, polo cultural en Canarias

Vista del TEA, en Tenerife, de los arquitectos Herzog & De Meuron.- SANTONJA / CUBAS

Enclavado en el centro de Santa Cruz de Tenerife, uno de los aspectos que hacen de Tenerife Espacio de las Artes (TEA) un reclamo que rebasa los límites de la isla es su magnífica sede, un edificio construido por el equipo suizo Herzog & De Meuron que resuelve el desnivel entre la parte alta de la ciudad, recorrida por las principales arterias de circulación de la urbe, y la parte baja, conformada por el núcleo histórico, merced a un patio abierto que genera un espacio público de gran calidad.

TEA es una entidad dependiente del Cabildo de Tenerife que engloba tres instituciones: la Biblioteca Insular, el Centro de Fotografía Isla de Tenerife y la sala de exposiciones propiamente dicha. La actividad de las dos últimas está muy imbricada de tal modo que lo que ha dado mayor proyección hasta ahora a TEA es la bienal de Fotografía Fotonoviembre que organiza desde hace más de una década el Centro de Fotografía, institución que ya tenía una andadura sólida anterior a la creación del propio TEA, que abrió sus puertas el 31 de octubre de 2008.

Como ocurre con la mayoría de los centros de arte de España, la colección de TEA está conformada por aportes de etapas anteriores a la creación del centro e incorporaciones recientes que responden a criterios de adquisición dispares. Junto a la obra de artistas canarios históricos, como el pintor Óscar Domínguez, miembro del grupo surrealista parisiense, o el escultor Martín Chirino, integrante del grupo El Paso, y contemporáneos como José Herrera, Luis Palmero, José Luis Medina Mesa o Juan Carlos Batista, la colección incluye obras de creadores de referencia nacional e internacional, entre los que se encuentran Antoni Tàpies, Miquel Navarro, Ibón Aranberri, Santiago Sierra, Darío Urzay, Tony Cragg, Axel Hütte, Paul Graham, David Lachapelle y Jessica Stockholder.

Dirigido desde su apertura por Javier González de Durana, TEA combina en su programa de exposiciones las revisiones históricas con la atención a la escena reciente. En la actualidad acoge muestras como Picasso y la escultura africana. Los orígenes de 'Las señoritas de Aviñón' (hasta el 22 de agosto), una revisitación de este episodio cardinal de la vanguardia histórica que se ha estructurado según criterios de orden formal y en torno a la noción europea de primitivismo.

Otras muestras que pueden visitarse estos días son Nueva Tripulación para el Pequod, con obras de la colección de arte contemporáneo de la Fundación "la Caixa" (hasta el 3 de octubre) y Si quebró el cántaro, una colectiva con obras diversas aglutinada en torno al problema del maltrato infantil que, según se explica en la web del centro, quiere "poner sus ojos en un asunto sobre el que, normalmente, se prefiere apartar la mirada, silenciando unos hechos que, por dolorosos, nadie quisiera tener que abordar".

Junto a las citadas, en la todavía breve trayectoria de TEA se inscriben monográficas como las de Thomas Ruff, Alexis W., Patti Smith, Juan Hidalgo y Roland Penrose, y colectivas como Mexico: Expected / Unexpected o Fotomontajes soviéticos. Junto a ellas cabe hacer mención del programa Área 60 en el que han podido verse obras de artistas emergentes como, entre otros, Alberto García, Ralph Kistler, Juan José Valencia y Lena Peñate, y que acoge actualmente trabajos de Abel y Javier Herrera Garrido y Abel Herrera García.

Mairano de Santa Ana: Mirar atrás y adelante, EL PAÍS / Babelia, 7 de agosto de 2010

El Museo Helga de Alvear en Cáceres, un proyecto a medias

Proyecto del Museo Helga de Alvear en Cáceres.

Todo el mundo está de acuerdo en que la apertura del nuevo Centro de Artes Visuales Fundación Helga de Alvear es un vigoroso ejemplo en una ciudad que aspira a completar un circuito de gran singularidad, que abarca una parte significativa del arte de la segunda mitad del siglo XX, con el Museo Vostell, en la cercana localidad de Malpartida -con las colecciones de Wolf y Mercedes Vostell, el Fluxus de Gino di Maggio y la de Artistas Conceptuales- y la recién inaugurada Casa sin Fin, un pequeño espacio galerístico en la céntrica calle de Pizarro, a escasos metros de la fundación, que se define como "un organismo vivo con un sistema nervioso muy sensible", siguiendo el modelo que Friedrick Kiesler (1890-1965) plasmó para su endless house.

Pero la galerista alemana podría muy pronto sufrir la sensación de ver menospreciada su generosidad por el consistorio de Cáceres. Después de ubicar su colección de más de 2.000 piezas en un casón de principios del siglo XX -rehabilitado por Tuñón y Mansilla con un coste de cinco millones de euros- la alcaldía decide ahora postergar los trabajos de ampliación de la segunda fase del proyecto. Gran error. No solo porque la donación de la colección estaba sujeta al compromiso de concluir el edificio. También porque la realidad práctica de la cultura se ha de medir por este tipo de iniciativas probadas que las supuestas verdades de la economía global no pueden hacer desaparecer fácilmente.

Sirviendo de contrapunto a la potente personalidad de la coleccionista está el responsable de la muestra inaugural: José María Viñuela firma Márgenes de silencio, un desdichado y vacío discurso para la exhibición de doscientas pinturas, esculturas, fotografías, vídeos e instalaciones que deberían exigir la pericia del narrador más sutil. Muy al contrario, el comisario extremeño invita a aceptar el punto de vista dogmático de que el pareado de colores y formas es la perfección normativa de toda exposición de arte. En sus manos, los trabajos de Louise Bourgeois, Donald Judd, Roni Horn, Imi Knoebel, Cildo Meireles, Paul Thek, Edward Ruscha, Robert Ryman, Jason Rhoades, Blinky Palermo y de buena parte del mainstream del arte contemporáneo son puro ensimismamiento y decoración. No hay ritmo, ni conocimiento. No hay riesgo. Solo consuelo. Que una coleccionista de la vehemencia de Helga de Alvear no haya sabido llevar hasta el final su excelente disposición para el trabajo bien hecho es decepcionante. Confiemos en que en el futuro ponga al frente de su colección a profesionales capaces de impedir que la crítica expire en los museos. Valorar los discursos antes que los márgenes. Sobre todo si estos sirven para contener los falsos silencios, vengan o no de los políticos.

Ángela Molina, Ruidoso silencio, EL PAÍS / Babelia, 7 de agosto de 2010