Ghirlandaio o la estupefacción

Hoy abre sus puertas en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid la exposición Ghirlandaio y el Renacimiento en Florencia, un recorrido por el arte florentino del Quattrocento que tiene como punto de partida uno de los iconos de su colección permanente: el Retrato de Giovanna degli Albizzi Tornabuoni pintado por Domenico Ghirlandaio entre 1489 y 1490. En torno a esta obra maestra indiscutible del arte florentino, la muestra, patrocinada por Loterías del Estado, reúne un espectacular conjunto de 60 obras, tanto pinturas como esculturas, dibujos, manuscritos iluminados, medallas y objetos diversos, para ilustrar tres ámbitos fundamentales del arte y la cultura en la Florencia de finales del siglo XV: el género del retrato, el tema del amor y el matrimonio, y la iconografía religiosa.

Historia tras una imagen

La historia que se esconde tras la imagen de Giovanna degli Albizzi Tornabuoni representada por el maestro italiano resulta tan cautivadora como la propia obra de arte. Más de 500 años después, la tabla sirve ahora para abrir una ventana a la civilización florentina del primer Renacimiento; un viaje en el tiempo para conocer con más detalle cómo era la vida en la Florencia del siglo XV, las relaciones sociales y comerciales, las creencias religiosas, la vida doméstica, etc.

"A Giovanna –afirma Guillermo Solana, director artístico del Thyssen– le debíamos una exposición excepcional. Algo más ambicioso, más total, con lo que rindiésemos tributo a esta belleza inmaculada de la manera adecuada y que nos ayudase a entender aquella Florencia mítica del Quattrocento".

El comisario de la exposición, el Prof. Gert Jan van der Sman, recuerda, por su parte, que "esta es la primera muestra dedicada a Ghirlandaio en cualquier país del mundo, un pintor que, como recordó, durante décadas fue, junto con Botticelli, lo mejor de aquella espléndida Florencia del Quattrocento. La ejecución pictórica de Ghirlandaio es de tal calidad, incluso en sus últimas obras, que nos deja estupefactos". Además, Van der Sman considera que estamos ante una buena ocasión para adentrarnos en la realidad de la Florencia de aquella época, una realidad en la que, por cierto, la mujer ocupaba un lugar muy relevante en la vida social y pública.

Lo sublime nacido de la tragedia

La pintura del Thyssen es el único retrato femenino del siglo XV que ha llegado hasta nuestros días del que se conoce su ubicación original. Además, en él se representan algunos detalles, como las joyas o el libro de horas, que hacen referencia a momentos cruciales de la vida de la joven dama, entre ellos la historia de su boda.

En 1486 Giovanna, nacida en 1468 en una de las familias más importantes de la ciudad, contrajo matrimonio con Lorenzo, otro jovencísimo noble de la familia Tornabuoni y emparentado con los Médici. El enlace se celebró por todo lo alto, augurando una vida llena de fasto y de felicidad que, sin embargo, se vería prematuramente rota tras la muerte de Giovanna, embarazada de su segundo hijo.

El joven viudo encargó entonces a uno de los grandes maestros del momento y amigo de su familia, Domenico Ghirlandaio, un retrato que le permita recordar y honrar para siempre la memoria de su esposa, y que reflejara no sólo su belleza exterior sino también la interior: “ARS VTINAM MORES / ANIMVMQVE EFFINGERE / POSSES PVLCHRIOR IN TER / RIS NVLLA TABELLA FORET”; “¡Ojalá pudiera el arte reproducir el carácter y el espíritu! En toda la tierra no se encontraría un cuadro más hermoso”.

Así reza el “cartellino” que Ghirlandaio pintó en el propio retrato; una variación del final de un epigrama del poeta Marcial que alude, en primer lugar, a las virtudes que poseyó Giovanna durante su vida, que apenas pueden plasmarse en imágenes y, en segundo lugar, ensalza el arte de la pintura, algo así como “mirad de lo que es capaz la pintura”.

Lugar de honor en palacio

No cabe duda de que el encargo de los Tornabuoni, a quien le unía un vínculo muy especial, llevó a Ghirlandaio a sacar lo mejor de sí mismo. Gracias al magnífico estado de conservación de la tabla, su contemplación permite apreciar el gran esmero con el que fue ejecutada: el rostro, las manos, la ropa y los objetos que rodean a Giovanna están pintados con enorme belleza y delicadeza.

La obra pasaría a ocupar un lugar de honor en uno de los aposentos más importantes de Lorenzo Tornabuoni en el palazzo de la familia, uno de los más suntuosos de Florencia junto al de los Médicis. Concretamente, la tabla estaba colocada en un ancho marco dorado en la “chamera del palco d’oro”, decorada con techo y otros objetos dorados también y próxima a la “chamera di Lorenzo, bella”, la habitación privada del joven.

El Retrato de Giovanna degli Albizzi Tornabuoni es, sin duda, uno de los mejores ejemplos que se conservan de retrato femenino, género que tuvo un importante auge en la Florencia de finales del siglo XV. La representación de la figura en riguroso perfil sigue un modelo arcaico, basado en ejemplos de la Antigüedad clásica y en la medallística, y responde a una voluntad evidente de idealización y dignificación del personaje representado; a ello contribuye también el tratamiento lineal de la figura y de la composición, el estilizado cuello o las inexpresivas y perfectas facciones de la retratada, todo ello acorde con el carácter póstumo del cuadro y con las características del encargo.

Más realista y próximo al espectador

Aunque existen numerosos ejemplos de retratos del Quattrocento realizados según este modelo, su uso ya no era tan frecuente en la fecha en la que fue realizada la tabla, siendo el retrato de medio perfil o tres cuartos, de influencia flamenca, el que triunfa principalmente entre la alta sociedad del momento. La exposición reúne un significativo conjunto de obras que muestran ambos modelos: Retrato de una mujer de perfil (c.1475) de Piero del Pollaiuolo, procedente del Metropolitan Museum of Art de Nueva York, o Perfil de una mujer de Sandro Botticelli, cedido por la Galleria Palatina (Palazzo Pitti) de Florencia, corresponden al tipo idealizado y arcaico, mientras que Retrato de una mujer (c.1485) de Ghirlandaio y taller, conservado en el Lindenau Museum de Altenburg, es un magnífico ejemplo del segundo, más realista y próximo al espectador.

Son pocos los retratos atribuidos con certeza a Ghirlandaio, muchos de los que conocemos se consideran obras de su taller o de alguno de sus ayudantes. Algunas de estas tablas pueden verse también en la exposición y son objeto de un estudio detallado. En este sentido, es fundamental conocer cómo funcionaba su taller, convertido pronto en el pintor de la burguesía florentina, y cómo era en la práctica el trabajo con sus colaboradores, entre ellos, su hermano David, Sebastiano Mainardi, Francesco Granacci e, incluso, el joven Miguel Ángel.

En la década de los ochenta, Ghirlandaio se dedicaba principalmente a pintar frescos en capillas de iglesias, por lo que parece que no disponía de un taller como tal, puesto que trabajaba básicamente in situ. Sólo en 1490 es posible localizar el taller de los hermanos Ghirlandaio, ubicado en un local junto al Palazzo Tornabuoni. Existen un gran número de retratos innovadores en cuanto a composición y estilo surgidos de su taller: innovaciones en cuanto a la relación entre figura y fondo, en la presencia de influencias de los pintores flamencos o en la manera en que se implica al espectador en la representación; todos ellos brotaron sin duda de la mente del maestro, cuya principal labor sería la concepción de la obra, mientras que la ejecución corría, a menudo, a cargo de sus ayudantes.

La boda del siglo

Ningún enlace matrimonial florentino de finales del siglo XV está mejor documentado que el de Giovanna degli Albizzi y Lorenzo Tornabuoni. Su boda fue tan esplendorosa que todavía se escribía sobre ella un siglo más tarde, y son muchas las obras de arte importantes directamente relacionadas con esta ceremonia, como los frescos encargados a Botticelli con motivo del enlace para la casa de campo de la familia. Sin duda, las adquisiciones artísticas más valiosas fueron las que se hicieron para decorar y amueblar la estancia de Lorenzo, centro simbólico de su nuevo hogar.

Todavía se conservan las obras para la “chamera di Lorenzo, bella” del Palacio Tornabuoni, la mayoría de ellos en un excepcional estado de conservación. Cuatro de estas obras se reúnen ahora por primera vez desde hace 500 años en esta exposición, incluido el magnífico tondo de la Adoración de los Reyes, una obra maestra de Ghirlandaio y préstamo excepcional de la Gallería degli Uffizi de Florencia. Es, sin duda, una ocasión única de contemplarlas juntas, y reunidas también con otros cuadros y objetos diversos que ilustran el contexto del enlace. Una fascinante sucesión de imágenes de temática diversa, no religiosa, que proyectan los valores culturales descritos en el poema nupcial que el humanista Naldo Naldi escribió con ocasión de la boda.

Los textos y las obras de arte relacionados con este enlace permiten además conocer la cultura de la élite florentina y los criterios imperantes sobre temas como el amor, la belleza o la fidelidad. Permiten, asimismo, mostrar un amplio panorama de las tradiciones y de los valores e ideales sociales, o el gusto por el ornato y el sentido de refinamiento de la alta sociedad florentina del siglo XV.

Una vida bien documentada

No sólo conocemos los detalles de su enlace matrimonial, toda la corta pero intensa vida de Giovanna está perfectamente documentada a través de diferentes fuentes, entre ellas, los Ricordi de Maso di Luca, el padre de la novia; una especie de diario descubierto recientemente e incluido en la exposición, que nos da idea de cómo era la vida cotidiana de la familia. También sus libros de caja, con anotaciones de los movimientos de dinero y bienes, por ejemplo con motivo de los esponsales, ofrecen detallada información de su día a día.

Para una joven aristócrata, Lorenzo Tornabuoni, noble, culto y elegante, hijo único de Giovanni di Francesco Tornabuoni y Francesca di Luca Pitti, era el mejor partido posible. El padre, que había acumulado grandes riquezas como responsable de la banca Médicis en Roma, fue también un importante mecenas; fue él quien encargó a Domenico Ghirlandaio la decoración de la Capella Maggiore de Santa Maria Novella. Su hermana Lucrezia había contraído matrimonio con Piero di Cosimo de Médicis, estrechando de este modo los lazos con la familia más influyente de la ciudad.

Los festejos con motivo de la boda se prolongaron durante tres días, del 3 al 5 de septiembre de 1486. Conocemos todos los detalles de las celebraciones, desde cómo iba vestida la novia o la dote que aportó Giovanna al matrimonio –como un libro de horas iluminado similar al representado en su retrato–, prendas de vestir, joyas, artículos de tocador…, hasta los distintos festejos, banquetes, bailes y torneos que tuvieron lugar durante esos días.

De la alegría a la pena en solo un año

El 11 de octubre del año siguiente nacería su primer hijo, Giovannino, nombre escogido en honor al padre de Lorenzo, quien haría adaptar inmediatamente el programa iconográfico de la Capilla Mayor de Santa María Novella para incluir la escena del bautismo de san Juan, otorgando así una dimensión religiosa a los sentimientos de alegría y agradecimiento por el nacimiento de su nieto.

Cuando se encontraban esperando su segundo hijo tuvo lugar el repentino fallecimiento de Giovanna; no se conoce la fecha exacta, pero sí la de su entierro en Santa María Novella, el 7 de octubre de 1488. La efigie de Giovanna, de tamaño algo mayor del natural, incluida por Ghirlandaio en la escena de la Visitación de sus famosos frescos, alude a la idea de esperanza de vida eterna pues, según el dogma cristiano, el encuentro entre la Virgen María y santa Isabel encierra la promesa de la futura redención.

El pequeño libro de horas representado en la parte derecha del retrato de Giovanna es el tipo de libro que le regalaría su padre cuando dejó el hogar para ir a vivir al de la familia de su marido. Era un devocionario que se leía cada día en las horas que se consagraban a la oración y a la meditación. En Florencia, la mayoría de los libros destinados a los laicos, como es el caso, estaban lujosamente ilustrados para poner de manifiesto la religiosidad de sus dueños. La iconografía religiosa desempeñó un papel primordial en la vida de los comerciantes florentinos. En las “cámaras” de casi todas las mansiones, tanto en los palacios urbanos como en sus casas de campo, había imágenes religiosas que señalaban y expresaban la religiosidad de la familia, al tiempo que invocaban la protección para sus miembros. El arte religioso, tanto en las iglesias como en el ámbito privado, potenciaba la vida espiritual, representando de forma visual los momentos cruciales de la historia del cristianismo.

Libros de oración iluminados y pinturas

En este capítulo, la exposición reúne un conjunto de obras que ayudan al visitante a conocer la relación entre los libros de oración iluminados y las pinturas, entre las tablas devocionales y los retablos de altar. El detallado inventario de bienes de la familia Tornabuoni realizado en 1497 ofrece una precisa aproximación al conjunto de piezas de arte religioso que decoraban las residencias de la élite florentina. Es posible recrear los tipos de objetos y los temas representados, y por lo tanto sus gustos y sus devociones particulares; así, en el caso de los Tornabuoni, parece que tenían predilección por los temas asociados a la Virgen.

Conocemos, además, los motivos seleccionados para cada una de las habitaciones de las distintas residencias familiares: La Adoración de los Reyes para la camera de Lorenzo, La Anunciación para la habitación del pequeño Giovannino, un Descendimiento de la cruz en la capilla del Palacio, una Virgen de mármol policromado, un Redentor, una pintura de María Magdalena y una tabla de san Francisco en las habitaciones de Giovanni Tornabuoni, y así sucesivamente.

De entre las obras escogidas para ilustrar este recorrido por los motivos decorativos y las devociones particulares de una de las familias más ricas de la Florencia del siglo XV destacan algunas piezas, como la magnífica Virgen con el Niño de Ghirlandaio cedida por la National Gallery de Washington, La Anunciación de Filippino Lippi procedente del Museo del Ermitage de San Petersburgo, La Natividad con la Anunciación a los pastores del taller de Ghirlandaio del Museum Boijmans Van Beuningen de Rotterdam, La Lamentación sobre Cristo muerto de Cosimo Rosselli prestado por el Philadelphia Museum of Art, el San Jerónimo penitente de Piero di Cosimo del Museo Horne de Florencia, un relieve en mármol de La Virgen con el Niño y dos ángeles de Antonio Rossellino del Kunsthistorisches Museum de Viena, otra tabla de La Virgen y el Niño de Filippo Lippi cedida por la Fondazione Magnani Rocca de Parma, o la María Magdalena Penitente adorando la Cruz en un paisaje rocoso de Filippino Lippi y procedente de una colección privada de Nueva York.

Y por último, estudio en profundidad

La última sala de la exposición está dedicada a mostrar el proceso y resultados del minucioso estudio al que ha sido sometido el Retrato de Giovanna degli Albizzi Tornabuoni por parte del equipo de restauración del Museo, acometido a raíz de este proyecto y como complemento perfecto a su discurso, con el fin de arrojar más luz sobre esta obra maestra del arte renacentista, desentrañar algunos de los enigmas que esconde, y conocer mejor los detalles técnicos y la manera de trabajar de uno de los grandes pintores del Renacimiento.

Este espacio se convierte en un eventual gabinete técnico donde el público puede descubrir cómo fue el proceso creativo del cuadro, cómo fue concebido, esbozado, retocado y, por último, magistralmente terminado por la experta mano de Ghirlandaio. Una forma diferente y apasionante de aproximarse a esta joya de la colección Thyssen-Bornemisza, cuyos resultados se incluyen también en el catálogo de la exposición, en su página web y son objeto de una publicación monográfica.

Gert Jan van der Sman habla del Retrato de Giovanna degli Albizzi Tornabuoni

"Ghirlandaio explotó plenamente el potencial pictórico de la pintura sobre tabla en su retrato. La materia se aplica cuidadosamente en finas capas. El rostro está modelado con gran sutileza, con muy pequeñas cantidades de pigmento rojo para dar color a las mejillas de Giovanna y para resaltar sus labios. Los dorados bucles rubios de su cabello están representados con precisión caligráfica, con la punta del pincel. Ghirlandaio crea una profusión de efectos de textura, línea, luz y color en los contornos definidos con precisión del busto y la cabeza de Giovanna. Sin embargo, este virtuosismo en la utilización de los medios artísticos siempre está subordinado a la intención de expresar la gracia de Giovanna y de captar su dignidad. La pintura es pues un adecuado tributo a la incomparable esposa de Lorenzo Tornabuoni, como a veces se la llama".

Madrid. Ghirlandaio y el Renacimiento en Florencia. Museo Thyssen-Bornemisza. Del 23 de junio al 10 de octubre de 2010. Comisario: Prof. Gert Jan van der Sman, Istituto Universitario Olandese di Storia dell´Arte, Florencia (Universiteit Utrecht) y Universiteit Leiden. Dirección del proyecto: Mar Borobia, jefe del Área de Pintura Antigua del Museo Thyssen-Bornemisza. Coordinadora: Mª Eugenia Alonso, Área de Pintura Antigua del Museo Thyssen-Bornemisza.

Ghirlandaio o la estupefacción, hoyesarte.com, 23 de junio de 2010