La maldición de la tumba de Tut «sigue funcionando»

El director de Factum Arte, junto a una de las paredes de la réplica. A. ANTONIO

«La réplica de la tumba de Tutankamón es impresionante aunque está por ver si es la solución más adecuada», afirma Jaromir Malek, uno de los más prestigioso egiptólogos del mundo, que en la actualidad es conservador del archivo del Griffith Institute, en la Universidad de Oxford, donde se encuentra la correspondencia y diarios de Howard Carter, así como gran parte de la documentación —fotografías de Harry Burton— sobre el hallazgo de la tumba del faraón. Esto está recogido en el trabajo «Tutankamón: Anatomía de una excavación», al que se puede acceder de manera gratuita a través de la página www.griffith.ox.ac.uk/gri/4tut.html.

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Malek, que ofreció el lunes una conferencia en torno a la figura de Carter en la Residencia de Estudiantes, dentro del ciclo «Viajeros del Conocimiento» (en la misma sala donde el propio egiptólogo inglés explicó sus hallazgos en varias conferencias desarrolladas entre los años 1924 y 1928), subrayó la importancia de proteger «urgentemente» las tumbas en Egipto, «algo que no se han tomado muy en serio los egiptólogos», lamentó Malek, refiriéndose a las ordas de turistas que las siguen visitando diariamente. Debido a este problema, Zahi Hawass, presidente del Consejo Supremo de Antigüedades, y hasta hace unos días ministro de Antigüedades, anunció públicamente hace un par de meses la decisión de cerrar la tumba de Tuntakamón (la de Seti I y Nerfertari ya lo hicieron hace años), como medida para protegerla; además de revelar la intencion de abrir un centro, que será construido cerca de la casa de Howard Carter en el Valle de los Reyes, que acogerá esta réplica junto a otras copias de las tumbas de Nerfertari, Seti I y Tutmosis III, además de amplia documentación.

Ver la realidad

El tema levantó entonces un encendido debate sobre si era bueno cerrar las tumbas, y dejar que las réplicas ocuparan su lugar. El egiptólogo checo, en su discurso en la Residencia de Estudiantes, no se mostró muy inclinado a pensar que la creación de copias, como la que ha realizado en Madrid la empresa Factum Arte de la última morada de Tutankamón —«he podido verla, y es impresionante»—, y a la que tuvo acceso ABC la pasada semana, sea la solución. «Está bien combinar piezas originales con copias en algunas exposiciones para completarlas, pero la gente que viaja a Luxor no quiere ver una copia, quiere ver la realidad», argumentó a una pregunta de este periódico ante su reticencia a la fórmula por la que ha apostado Hawass, y que no es nueva. Basta recordar la neocueva de Altamira, u otras iniciativas de similares características en Francia y en Italia.

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Ante un público entregado, que abarrotó la sala y que incluso tuvo que permanecer de pie o sentarse en el suelo, Jaromir Malek fue desgranando la trayectoria de Howard Carter, a quien definió como «el triunfo de la perseverancia y el optimismo». Esto le permitió alcanzar metas —con la contribución, por supuesto, de Lord Carnarvor—, a las que otros, antes que él, tuvieron que renunciar. Un enfrentamiento con las instituciones inglesas —«la comunidad académica le toleraba, y él no hizo ningún esfuerzo por caer mejor»— le obligó a abandonar la arqueología. Durante siete años se dedicó a pintar acuarelas en Egipto. «Fue entonces cuando Lord Carnarvor decidió embarcarse en una ambiciosa aventura arqueológica en Egipto, y Carter estaba libre para unirse a él», recordó.

Años de demora

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El egiptólogo checo, que fue introducido por el especialista español José Manuel Galán, científico titular del CSIC y director del Proyecto Djehuty en Dra Abu el-Naga, además de detallar, con fotografías, en qué condiciones fue encontrada la tumba KV62 en 1922, aseguró que la maldición que planea sobre esta tumba, y de la que siempre se ha hablado, «sigue funcionando». «Transcurridos más de 80 años desde su descubrimiento todavía no se han podido catalogar todos los objetos encontrados, un total de 5.398. Queda alrededor del 60 o el 70% por publicar. Sólo se ha podido documentar el 30% de lo encontrado», indicó.

Malek atribuye esta laxitud a tres factores importantes: «Que Carter murió siete años después de terminar las excavaciones de la tumba (los trabajos duraron diez años, de 1922 a 1932); a la naturaleza del material de los objetos encontrados, muchas veces muy valioso y pesados, como el oro, lo que hace difícil manejarlos; y la naturaleza del hallazgo. No hay tanta gente que pueda estudiar, cómo se han hecho los muebles, las joyas... Hay que buscar expertos que no procedan de la egiptología, si no de otras áreas».

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A pesar de estas limitaciones, Malek considera que es «inaceptable» que falte tanto para concluir la catalogación. «Si se sigue a este ritmo de trabajo, el estudio completo no se podrá presentar hasta el año 2215. Nadie de los aquí presentes lo verá. El objetivo prioritario de los arqueólogos debe ser el de concluirlo lo antes posible», sentenció.

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Susana Gaviña, Madrid: La maldición de la tumba de Tut «sigue funcionando», ABC, 9 de marzo de 2011
Fotografías: Ángel de Antonio