Félix de Azúa y las pantallas acabaron con los crucifijos
Una autobiografía puede ser colectiva. Una autobiografía puede carecer de anécdotas. Con una autobiografía se puede recorrer la historia del arte. Para conseguirlo Félix de Azúa (Barcelona, 1944) ha echado mano de los signos, esa cadena genética a la que permanecemos amarrados desde nuestro nacimiento, y ha montado una revisión de las imágenes que forman parte de nuestro ser. Autobiografía sin vida incide en que las artes son un desesperado intento por producir sentido a nuestras vidas. "Los signos nos permiten soportar lo insoportable", cuenta el autor. Así que el arte representa el mundo como si algo tuviera sentido. Incluso el arte contemporáneo, en su discurso sobre el propio absurdo al que se somete el ser contemporáneo . Si nada tiene sentido, si el arte representa lo que somos, "cuando alguien critica al arte contemporáneo como una tomadura de pelo o un fraude, no entiende que el fraude somos nosotros", apunta. El escritor y filósofo define los signos como...