Rosario de Velasco, la alegría de pintar
'Adán y Eva', detalle, 1934 (Museo Rena Sofía/ Todas las imágenes © Rosario de Velasco, Vegap) La pintura es la vida que sucede. En la casa, en la familia, alrededor de lo cotidiano. A la altura de la emoción de la mirada que sólo pretende ser honesta, lectora libre del rigor de la Historia del arte, y a su manera autónoma de modas imperantes. Su único lenguaje es la verdad y el goce de la pintura. Es una buena manera de explicar la obra de Rosario Velasco, rescatada de colecciones privadas por los comisarios Toya Viudes de Velasco y Miguel Lusarreta para la exposición del Museo Thyssen-Bornemisza, abierta hasta el 15 de septiembre y que después se verá en Valencia. Treinta cuadros, creados entre los años 20 y 40, propiedad de colecciones privadas, herencias afectivas en la que un cuadro es parte de la memoria de las historias sobre una mujer moderna e independiente, apagada por voluntad propia dentro de una política a la contra de ese modelo femenino. Rosario de Velasco, próxi...