Vasari, salvado 'in extremis'

Salón de los Quinientos en el palacio Vecchio, donde se autorizó la búsqueda de una obra de Leonardo tras un fresco de Vasari.- LAURA LEZZA (GETTY)

Leonardo da Vinci dejó atrás muchos misterios no resueltos. Uno es el que rodea el fresco que representaba La batalla de Anghiari, localidad toscana donde los florentinos vencieron a las tropas milanesas a mediados del siglo XV. Esta obra, encargada al artista por la ciudad en 1503 se hallaría, según muchos expertos, bajo La batalla de Scannagallo, pintada por Giorgio Vasari en 1565 en la misma pared del palacio Vecchio, en el Ayuntamiento de Florencia. Tras recibir autorización oficial, un equipo de expertos, guiados por Maurizio Seracini, ingeniero y catedrático de la Universidad de San Diego (California), agujereó en siete puntos el fresco de Vasari con el objetivo final de someter la pared a una endoscopia, lo que supondría una invasión incluso mayor. Los amantes del arte pusieron el grito en el cielo. Más de 500 intelectuales italianos e internacionales firmaron un manifiesto de protesta, al que le siguió una denuncia ante la Fiscalía, que ha logrado el objetivo de paralizar la programada profanación de Vasari.

Galería de batallas
  • En 1503 Leonardo recibe el encargo de representar La Batalla de Anghiari en el Salón de los Quinientos del palacio Vecchio de Florencia.
  • Quedan muchos bocetos, pero ni rastro del fresco pintado por Da Vinci.
  • En 1563 la República encarga el decorado del Salón a Giorgio Vasari, pintor e historiador del arte.
  • El 27 de noviembre de 2011 un equipo de investigadores autorizados agujerea la obra de Vasari para averiguar si yace debajo el leonardo perdido.
  • Esta semana, se ha suspendido la investigación, tras la denuncia de un grupo de 500 intelectuales italianos e internacionales.

Ha sido una batalla menos cruenta que la de Anghiari pero igual de agria. En ella se han enfrentado los partidarios de la iniciativa -el Ayuntamiento, la Superintendencia de los bienes artísticos de la ciudad y la National Geographic Society- y reputados intelectuales (entre ellos los responsables de las pinturas del Louvre, de la National Gallery y del Metropolitan Museum de Nueva York), reunidos por la asociación Italia Nostra, una de las más antiguas que velan por la tutela del patrimonio artístico autóctono.

El problema, según los 500 historiadores y estudiosos que firmaron el lunes su petición para bloquear las obras, es que para cazar el fresco fantasma fueron practicados siete agujeros en la obra de Vasari el pasado 27 de noviembre. Las aperturas debían permitir colar microsondas de cuatro milímetros de diámetro para examinar las entrañas de la pared. La denuncia de Italia Nostra obligó a la Fiscalía a abrir una investigación. El miércoles, los carabinieri para la tutela del patrimonio cultural llegaron al Salón de los Quinientos.

Los investigadores han confirmado que hay un hueco de dos centímetros entre la capa pintada por Vasari y otra pared interior. Un doble fondo que la luz verde de las sondas podría no llegar a ver, ya que el proyecto ha sido suspendido. "Se trata de una violación de nuestro patrimonio", comenta Alessandra Mottola Molfini, presidenta de Italia Nostra. "La Constitución, en el artículo 9, defiende nuestros bienes culturales", dice.

Además de las técnicas, demasiado agresivas según los firmantes, el asunto es que nadie sabe con certeza si La batalla de Anghiari, de Leonardo, se esconde justo detrás de aquella pared. "Ningún historiador pondría la mano en el fuego. En esto precisamente se encierra todo el misterio", considera Claudio Strinati, historiador del arte y experto en Da Vinci. "No se sabe ni si Leonardo acabó de pintar la obra, y mucho menos si quedan partes".

En 1503, la república florentina encargó a Leonardo y a Miguel Ángel el decorado del salón más importante del palacio Vecchio, el de los Quinientos. Los dos artistas prepararon muchos bocetos y probablemente empezaron a pintar en paredes opuestas. Quedan dibujos de una gran potencia expresionista preparados por Leonardo: caras deformadas por el esfuerzo, la locura y el dolor; caballos musculosos y plásticos. Pero ni rastro del fresco. "Vasari, pintor e historiador del arte, escribió que el inventor quiso utilizar pinturas nuevas y que estas se disolvieron enseguida", cuenta Strinati, "pero no sabemos si la obra fue acabada. Lo que es cierto es que al cabo de 60 años, Vasari obtuvo el encargo de decorar el salón entero".

"Vasari fue gran admirador de Leonardo", sostiene Italia Nostra. "No se puede ni pensar que tapara una obra de su antecesor, ni siquiera aunque estuviera en mal estado. Estamos hartos de inventos publicitarios que se aprovechan de los bienes artísticos para sus fines de lucro. Es algo que está caracterizando a la administración del alcalde Renzi". Matteo Renzi, de 36 años, impulsó también la búsqueda del fresco perdido de Leonardo y, bastante acostumbrado a aclarar polémicas, comentó: "A los envidiosos esos les digo que ríe bien quien ríe el último. Nadie le ha tocado ni un pelo a la pintura del Vasari; vamos a denunciar a quien sostenga lo contrario".

"¿Qué hay de malo en darse lustre rescatando una obra maestra que todo el mundo lleva siglos buscando?", interpela Silvano Vinceti, presidente del comité para la Preservación de los Bienes Culturales. Si se hallase el fresco, "habría que liberarlo, despegando el de Vasari y desplazándolo a otro salón".

Lucía Magi, Bolonia: Vasari, salvado 'in extremis', EL PAÍS, 9 de diciembre de 2011