Ámsterdam expone obras de tres décadas prodigiosas del Modernismo catalán

La puerta grande de Cataluña para mostrarse al mundo sigue siendo el Modernismo. A la gran exposición sobre este periodo inaugurada en marzo pasado en Nueva York, le sigue ahora otra en el Museo Van Gogh de Ámsterdam, menos espectacular tal vez, pero no menos intensa (hasta el 20 de enero de 2008, www.vangoghmuseum.com/barcelona). La muestra, que se inscribe en un ciclo que el museo dedicada a las ciudades en el cambio del siglo XX -hasta ahora, Glasgow, Praga y Viena-, lleva por título Barcelona 1900 y se centra en la historia de la capital catalana durante el arco que va de 1880 a 1909, 30 años en los que la sociedad catalana protagonizó un hervor de ideas, proyectos y realizaciones como no ha vuelto a conocer desde entonces. Todo ello asociado naturalmente a la Renaixença, cuando surge un sentido de identidad profundamente ligado a la lengua y la cultura. La muestra contiene más de 200 obras entre pinturas, dibujos, esculturas, joyas, maquetas y piezas de artes aplicadas y decorativas y reúne a autores como Pablo Picasso, Antoni Gaudí, Santiago Rusiñol, Ramon Casas, Josep Puig i Cadafalch, Isidre Nonell y Lluís Domènech i Montaner. El director del Museo Van Gogh, Axel Rüger, señaló que la exposición refleja un periodo de la arquitectura, la literatura y el arte catalán "excepcional" y que con este "paseo" se quiere evocar el pasado de una ciudad que ahora es "enérgica y fascinante".

Estatua de Josep Llimona en la exposición 'Barcelona 1900'- EFE

"Explicamos una historia sobre la historia de Barcelona", destacó en la inauguración la comisaria de la muestra, Teresa M. Sala, de la Universidad de Barcelona. El recorrido propone, en efecto, un "paseo" por distintos espacios simbólicos que convergen en la época. Está así la Barcelona industrial y próspera, la llamada "Manchester catalana", pero junto a ella se halla también representada la miseria que tal prosperidad generaba en el reverso de la medalla. Así, en la primera sala, ante los egregios bustos de los condes de Güell, grandes industriales y mecenas, aparece el cuadro sobrecogedor La nena obrera (1882), de Joan Planella, una tejedora que no llega a los 10 años sumisamente anclada a la máquina; asimismo, dicha exposición se inicia con la escultura de mujer 'Barcelona' de Eusebi Arnau.

La exposición, que cuenta con varios documentales de la época, se mueve siempre sobre contrastes. En las tres décadas apuntadas, Barcelona no es sólo un centro industrial, sino que además se siente la París del sur, la perla del Mediterráneo, la rosa de fuego o la ciudad de las bombas, por la intensa actividad anarquista que registran sus calles. Naturalmente, toda esa insurgencia necesitaba un órgano intelectual que aglutinara esfuerzos y lo halló en la editorial y revista L'Avenç, que fue dónde se acuñó la palabra "modernismo" y que publicó, traducidos al catalán, autores contemporáneos como Ibsen o Maeterlinck. La comisaria señaló que Barcelona siempre ha intentado mantener su "tradición" al tiempo que buscaba la "modernidad".

'Morphine', de Santiago Rusiñol. (Foto: Museu Cau Ferrat)

Un segundo ámbito de la exposición, 'Los refugios de arte', complementa la visión de la ciudad. Se muestran mapas de principios de siglo de la ciudad de Barcelona y una película del puerto propiedad de la Filmmuseum de Ámsterdam. Después de esta introducción, la exposición recrea algunos de los lugares emblemáticos de la Barcelona de aquella época como el Liceu -donde se exhibe un elegante vestido de señora procedente del Museo Textil de Terrassa junto a una bomba Orsini igual a la que cayó en la fila 13 del teatro en 1893, y también una bellísima colección de joyas modernistas, como las de Masriera-, la revista 'L'Avenç' -con ediciones y libros de la publicación- o la Sala Parés -con obras de destacados pintores como Casas o Rusiñol-junto a un repaso de espacios como el Cau Ferrat de Sitges, el Quadrat d'Or, los Quatre Gats y Picasso, el Palau de la Música Catalana y otros espacios arquitectónicos como el Parc Güell de Gaudí y el hospital de Sant Pau de Domènech i Montaner. Tratándose de modernismo, no podían fallar los dos célebres carteles de Ramón Casas, el del champagne Codorniu -por entonces todavía no era cava- y el del Anís del Mono, con la chula del mantón dando la mano al simio. Naturalmente, tampoco falta Picasso. Aparte de los pequeños retratos, procedentes del Metropolitan de Nueva York, de artistas que frecuentaban Els Quatre Gats, el bar de la calle de Montsiódonde se exhibe un elegante vestido de señora procedente del Museo Textil de Terrassa junto a una bomba Orsini igual a la que cayó en la fila 13 del teatro en 1893, y también una bellísima colección de joyas modernistas. donde se reunían, de Picasso puede verse una obra rara de su época azul, La familia Soler (Déjeuner sur l'herbe, 1903), conservado en el Museo de Arte Moderno de Lieja. Esta exposición no olvida tampoco el surgimiento de la potente industria fabril catalana, y en un plano más artístico la relación de Gaudí con la familia Güell, con una maqueta del Palau Güell, elementos decorativos y el carné del artista de entrada a la Exposición Universal de 1888. 'Barcelona 1900' también exhibe la colección de retratos de artistas de Francesc Serra en su taller.

Las Ramblas en Barcelona de Evelí Torent. (Foto: Galerie Elstir)

En esta parte de la exposición se pueden ver desde una serie de dibujos de Pablo Picasso reunidos para la ocasión, vitrinas, sillas y 'trencadís' de Gaudí, la 'Magdalena penitente' de El Greco o una maqueta del Hospital de Sant Pau. La muestra se cierra con la reproducción de 100 postales digitalizadas del editor Àngel Toldrà con imágenes de la Semana Trágica (1909), cuando en la ciudad ardieron centenares de iglesias y conventos. "Nos parecía que era una forma humilde de acabar el recorrido", destacó Teresa M. Sala. En efecto: el delirio modernista se encuentra en esa indefinible mezcla de refinamiento y miseria, de poesía y violencia, de progreso y culto a la tradición, de fe en la ciencia y cierto irracionalismo esteticista y decadente procedente del simbolismo. Esa zozobra está magníficamente explicada en la exposición.

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