Tareas pendientes

Las exposiciones que contemplan el feminismo proporcionan argumentos para un debate aún abierto. Las mujeres artistas, a su vez, ponen el dedo en la llaga sobre una realidad que les afecta, abriendo puertas a puntos de vista muy diversos.

En los últimos años se ha producido un aumento de exposiciones de contenido feminista. Algunas como la del MOCA de Los Ángeles (Wack. Art and the Feminist Revolution) y la del CGAC de Santiago de Compostela (La batalla de los géneros) tratan de explorar un periodo concreto: el de la etapa pionera de los años setenta y sus aledaños. Otras analizaron el impacto del feminismo en un país determinado, verbigracia, Suecia: Art Feminism del Liljevalchs Konsthall de Estocolmo. En otras se prefirió ofrecer un mensaje más ecléctico, mezclando artistas de distintas generaciones y geografías: es el caso de About Feminism. It's time for action (there's no option), del Migros Museum de Zúrich y de Kiss Kiss Bang Bang, del Museo de Bellas Artes de Bilbao. Las hubo también fundamentadas en una única disciplina como Cyberfem, del EACC. Finalmente ha habido algunas que en vez de echar la vista atrás optaron por mirar hacia el presente y el futuro, como sucede con Global Feminisms, en el Brooklyn Museum de Nueva York.

Todavía hoy muchos museos no han revisado la historia y siguen anclados en una visión sexista del arte. Por ello era y es importante recuperar un sinfín de obras realizadas en distintas técnicas (fotografía, vídeo, documentación de performance pero también escultura y pintura) en las que se cuestionan los patrones patriarcales y el dominio masculinista.

'Transformer'

La exclusión del trabajo y de las representaciones concebidas por mujeres a lo largo de la historia del arte (habría que estudiar qué artistas y qué obras integran las colecciones del Reina Sofía, del Macba o del IVAM, por poner ejemplos españoles, y no me refiero a una cuestión de cuotas) ha sido uno de los argumentos principales de las exposiciones nombradas (en La batalla de los géneros se incluyen asimismo algunas piezas realizadas por hombres en los años setenta, que ponían en solfa las normas de la virilidad).

Es comprensible que muchas de estas exposiciones se centren en las aportaciones surgidas de mujeres feministas. Sin embargo, el feminismo permite múltiples interpretaciones y la adopción de distintas perspectivas, algunas de ellas incluso enfrentadas entre sí. En absoluto pueden confundirse las teorías de Hélène Cixous con las de Judith Butler.

Durante mucho tiempo la lucha giraba en torno a la igualdad de derechos (en el ámbito legal, laboral, social), que está lejos de haberse logrado. Basta con mirar cuál es la situación de las mujeres en Pakistán o Arabia Saudí, pero no sólo en países musulmanes, también -aunque en contextos políticos y culturales distintos-, en lugares como Polonia, Guatemala...

En los países occidentales, tras años de críticas a los roles machistas, las cadenas de televisión siguen abusando machaconamente de burdos estereotipos. A niños y niñas se les educa de manera distinta; se les viste de modo diferente, se les dan juguetes marcados con funciones opuestas, se les crean expectativas de futuro diseñadas según moldes que acentúan las diferencias entre feminidad y masculinidad.

Sigue habiendo oficios que sólo desempeñan hombres y otros que sólo ejercen las mujeres. Tanto en el ámbito educativo, en el proceso de socialización del sujeto, como en los mensajes de las industrias productoras de imágenes (publicitarias, cinematográficas, televisivas, internet), salvo algunos cambios (algunos de ellos de tipo cosmético) perdura la obsesión por marcar el género a sangre y fuego, como si sólo dos (masculino y femenino) fueran posibles. Es decir, reiteran también un paradigma heterosexual que ha de ser la regla a imitar. La tarea de los distintos feminismos hoy, y en ello el arte ha contribuido con la producción de representaciones inconformistas, no es ni puede ser solamente, que es mucho, reflexionar sobre la discriminación de la mujer.

Si las leyes cambian para concienciar a la sociedad y para mejorar la vida de la ciudadanía (ley sobre la violencia de género, ley de matrimonio homosexual, cambio de la identidad sexual en el DNI...), pero las conductas que se aprenden diariamente están fijadas en un orden fálico y en una divisoria entre mujer y hombre, estaremos todavía muy lejos de aceptar la diversidad humana.

Los distintos feminismos, para resultar eficaces, han de afectar a todas las personas al margen de su condición sexual, étnica, social. La tarea pendiente es ímproba.

Juan Vicente Aliaga es profesor de la Facultad de Bellas Artes de Valencia. Comisario de la exposición La batalla de los géneros, actualmente expuesta en el Centro Galego de Arte Contemporáneo, de Santiago de Compostela.

Tareas pendientes, El País - Babelia, 22 de septiembre de 2oo7 (texto de Juan Vicente Aliaga)