Pérez Villén: "El arte en Córdoba está peor que nunca"

Dos años de trabajo han dado como resultado la exposición60 años de arte contemporáneo en Córdoba, con cinco sedes, 119 artistas y 229 obras, visitable hasta el próximo febrero. Su comisario es el crítico de arte y profesor Ángel Luis Pérez Villén.

-¿Cambiará este proyecto la percepción de lo que ha sido la modernidad en Córdoba? 


-No sé si eso se llegará a producir, será el tiempo el que lo diga; lo que sí resulta evidente es que a la hora de fijar la recepción de la contemporaneidad en Córdoba nos hemos ido hacia atrás, del año 57 al 53. Gracias a la exposición me he dado cuenta de que no hay que esperar al año 57 para decir que en Córdoba vivimos la experiencia de la modernidad o la contemporaneidad. 

-A la hora de valorar el impacto de la modernidad en Córdoba, ¿qué rasgos principales hay que tener en cuenta? 


-Hay que valorar fundamentalmente el hecho de que haya habido una serie de personas e instituciones que han apostado por la modernidad a lo largo de estos 60 años. Las primeras que se pueden situar en esa senda son Fernando Carbonell a través del Círculo de la Amistad, Rafael de La-Hoz, que fue quien organizó la exposición del 53 en el Círculo, y los colaboradores que tuvo, Carlos Pascual de Lara y Antonio Povedano. Es un hito que está ahí, pero después la institución, el Círculo, de alguna manera ha ido manteniendo viva, como el Guadiana, esa llama o ese compromiso con la modernidad a lo largo del tiempo. No podemos olvidar que Povedano programa durante un tiempo las exposiciones del Círculo y que Equipo 57 reacondiciona un espacio expositivo, la sala Céspedes, a principios de los 60, y otras actividades que tienen que ver con esta institución como la programación de cine sobre todo en los 70. Eso respecto a las personas que están en el momento germinal en que se basa la exposición. Posteriormente hay otra serie de personas y colectivos que mantienen lazos con la modernidad, pero son más difíciles de hilvanar porque se trata de experiencias más esporádicas, no existe un aglutinante. Hay momentos, hitos en cuanto a sistemas de trabajo o de gestión como el Salón Córdoba en el año 64, una iniciativa de artistas que quieren tomar las riendas de la exhibición del arte y se convierten en un colectivo que organiza su propia exposición. 

-¿Cómo ha sido el desarrollo del proyecto desde sus formulaciones iniciales y qué criterios han regido la selección de artistas? 


Antonio Blázquez: Escrache
Antonio Blázquez: Escrache
-En un principio el proyecto trata de vincular a todos aquellos artistas que de alguna manera, a lo largo de su trayectoria, han mantenido un contacto o un compromiso con la contemporaneidad, hilvanarlos y presentarlos en un contexto y celebrar que llevamos 60 años de arte contemporáneo en la ciudad. Pero me di cuenta de que esa tesis no servía para desarrollar un discurso expositivo en el que hubiera un relato que contar como me ha ocurrido otras veces cuando he organizado exposiciones: no era un argumento suficiente. Pensé que era conveniente cambiar el planteamiento, abrirlo a todos aquellos artistas cuya presencia o la de sus obras en la ciudad haya sido un hecho innegable. Y casi se duplicó la nómina de artistas. Hemos intentado adecuar los espacios expositivos de la ciudad a este planteamiento y darle un poco de coherencia y de sentido a lo que en principio no tiene sentido, que es lo que hacemos los historiadores: ubicar hechos y secuencias históricas en contextos definidos por un sentido. Planteo cinco exposiciones que tienen que ver con tendencias, y en cada una trato de que haya distintas generaciones de artistas. Todo eso mezclado da lugar a cinco propuestas concretas en las que los artistas están porque tienen una cierta adscripción a una tendencia determinada o porque desarrollan su obra a partir de la recepción de la posmodernidad. Es un planteamiento abierto; por ejemplo, que Juan Vacas esté en el apartado de abstracciones no quiere decir que sea un fotógrafo abstracto: él realizaba cualquier tipo de fotografía. Pero me permito licencias y lo he incluido en esta sección porque pensé que su propuesta abstracta era muy singular dentro de la fotografía. Hay otros muchos casos de artistas que podrían haber estado en otra sección. 

-¿Qué impacto tuvo en aquella Córdoba de los primeros años 50 la exposición del Círculo? 


-El impacto inmediato, el que se recoge en la prensa, es algo digno de estudio. La exposición se hace dos años después de la primera Bienal de Arte Hispanoamericano, desarrollada en Madrid en 1951 y que para la historiografía española supone uno de los primeros momentos en que el régimen franquista abre un poco la ventana para que se renueve el lenguaje de la plástica contemporánea en el país. Con dos años de diferencia, Córdoba se une a este tipo de iniciativas, desde una institución privada como el Círculo de la Amistad. En la inauguración estuvieron presentes las fuerzas vivas, la Iglesia, el gobernador, los cargos que tenían que estar. Son dos realidades muy distintas, por un lado el régimen oficial sancionando una exposición de arte contemporáneo y por otro la gente de la calle que va a verla y se queda anonadada. Fue un revulsivo para la ciudad. 

-Ya se hablaba en aquella década de un museo de arte contemporáneo en Córdoba que nunca llegó... 


-En los años 70 se retomó la idea. Ha habido varios momentos, uno de ellos a través de una serie de colectivos que querían impulsar un museo de arte contemporáneo en el edificio del hospital del Cardenal Salazar, antes de que se destinara a colegio universitario de la Facultad de Filosofía y Letras. No prosperó y cayó en el olvido. 

-En la recepción de la modernidad, ¿qué papel ha representado Córdoba en el contexto andaluz? 


-Es difícil de determinar. No existe una clase artística, una serie de colectivos que hayan permeado este tipo de situaciones que se puedan ver en otros contextos. Lo que ocurre en la Córdoba de los 50, esa sinergia entre algunas instituciones, proyectos y personas o colectivos, no se mantiene después. Y eso no se puede contextualizar en el ámbito andaluz porque tampoco existen experiencias o situaciones que sean tan significativas. 

-De las distintas tendencias que se vinculan al arte contemporáneo, ¿en cuál o cuáles han alcanzado los artistas cordobeses un desarrollo más relevante? 


-Es complicado hablar de tendencias. Cuando yo planteo esta exposición, me doy cuenta de que resulta fácil encajonar a algunos artistas en la tendencia de los realismos, por ejemplo, o la abstracción, pero se trata de tendencias o conjeturas que tienen más que ver con el siglo XX que con el final del XX y el principio del XXI. Desde la posmodernidad es muy difícil hablar de tendencias y de estilos, porque lo tenemos muy cerca o porque no hay una cohesión en torno a ellos, sino ondas o modas que son muy rápidas y que hacen muy difícil aglutinar a una serie de artistas en torno a una tendencia o trazar un contorno en torno a maneras de trabajar o estilemas. De hecho, la exposición de Vimcorsa no es de tendencia sino que gira en torno al cambio de paradigma de los años 70 y principios de los 80. 

-¿En qué momento se encuentra el arte en Córdoba? 


-Creo que el arte en Córdoba está peor que nunca, tanto en infraestructura expositiva como en compromiso. Supongo que es un problema coyuntural que tiene que ver con la crisis económica que estamos sufriendo. Creo que hemos cambiado a peor. Me gustaría que pensásemos en las circunstancias en cuanto a infraestructura expositiva que presenta la ciudad. Hay cosas realmente sangrantes: que haya espacios que se han creado ex profeso para la investigación, la difusión y la exhibición y que sigan cerrados... Me parece vergonzoso. Y que instituciones que han venido desarrollando un apoyo decidido, continuado y cohesionado al arte contemporáneo estén languideciendo... Mi visión es bastante pesimista, pero espero que salgamos de la crisis y retomemos un poco el vuelo.

Alfredo Asensi, Córdoba: "El arte en Córdoba está peor que nunca", El Día de Córdoba, 1 de diciembre de 2014