Alonso Cano, Zurbarán y Murillo, de visita en Córdoba

Vista de la ciudad de Sevilla desde el barrio de Triana. ROLDÁN SERRANO
Vista de la ciudad de Sevilla desde el barrio de Triana. ROLDÁN SERRANO
Debía de haber palabras detrás de la composición del cuaddro, ensayos y hasta líneas para conseguirlo, pero a la hora de la verdad, cuando estaba terminado, lo que quedaba era la práctica y no la teoría que la sustentaba: lo que parecía diagonal quedaba sustentado por los colores. La Virgen María, en la luz, que llegaba desde el ángulo superior izquierdo, vestida de rojo y azul. En el otro extremo, y en un plano ligeramente inferior y con un fondo mucho más oscuro, está San Antonio de Padua, con el oscuro hábito franciscano, y el Niño Jesús con que está repetido millones de veces por toda la cristiandad en todas las épocas. La Madre hace ademán de pedirle al Señor y el sentido ascendente o descendente, el contraste de luces, desaparecen en un todo armonioso, de forma que sólo el que esté muy pendiente de los detalles o quiera detenerse en el análisis se dará cuenta.
«Visión de San Antonio de Padua», de Alonso Cano. ROLDÁN SERRANO
«Visión de San Antonio de Padua», de Alonso Cano. ROLDÁN SERRANO
El resto de quienes se acerquen a la exposición sólo tendrán que disfrutar de esta obra, «Visión de San Antonio de Padua» y comprender que sólo autores como Alonso Cano eran capaces de ella. Es una de las piezas más atractivas de la exposición «Los maestros del barroco», que inauguro la Fundación Cajasol en su recién abierto centro cultural (Ronda de los Tejares, 32) y que muestra una parte importante de su fondo antiguo, con nombres ilustres en la pintura de la época. La exposición, que ya ha recorrido varias ciudades andaluzas, da a conocer unos fondos de calidad a la espera de la inauguración del museo que mostrará todas las obras en Sevilla. Se podrá ver hasta el 15 de marzo.
«Las dos Trinidades», de Murillo. ROLDÁN SERRANO
«Las dos Trinidades», de Murillo. ROLDÁN SERRANO
El espectador encontrará en ella un lienzo anónimo del Rey Fernando III, que conquistó Córdoba para Castilla en el año 1236, pero también autores tan ilustres como Francisco de Zurbarán, con la sorprendente obra «San Pedro Nolasco asistido por ángeles». Es una pieza rica en los claroscuros tan característicos del pintor extremeño, que retrata a los ángeles llevando al protagonista en volandas. Si de barroco se trata, no falta Bartolomé Esteban Murillo, uno de los pintores españoles más admirados en todas las épocas, pero muy especialmente por sus contemporáneos y en los siglos posteriores. «Fray Pedro de Urbina»«San José con el Niño» y«Las dos Trinidades» son los títulos de las obras que el autor sevillano tiene en la colección de la Fundación Cajasol. Son cuadros en los que se despliega la ternura y la calidad técnica del artista, especialmente sutil al retratar a la infancia, pero también la riqueza de su gama cromática. El tamaño en algunos de ellos no es un obstáculo para encontrar su calidad y la técnica que provocaron el asombro de sus contemporáneos.
«Cristo atado a la columna», de Valdés Leal, y «San José con el Niño», de Murillo. ROLDÁN SERRANO
«Cristo atado a la columna», de Valdés Leal, y «San José con el Niño», de Murillo. ROLDÁN SERRANO
También está presente Juan de Valdés Leal, autor nacido en Sevilla pero tenido durante mucho tiempo por cordobés, por haber residido durante muchos años en la ciudad, a la que dedicó el retablo del convento del Carmen, una de sus obras maestras. «Jesús atado a la columna», una obra recientemente restaurada.

Luis Miranda: Alonso Cano, Zurbarán y Murillo, de visita en Córdoba, ABC-Sevilla,  9 de febrero de 2015