El paraíso de la línea

Detalle de la magnífica obra de Claude Mellan realizada en 1649 con una sola línea. / COLECCIÓN FURIÓ
Detalle de la magnífica obra de Claude Mellan realizada
 en 1649 con una sola línea. / COLECCIÓN FURIÓ
Del pintor y grabador francés del siglo XVII Claude Mellan se han perdido la mayoría de sus obras. Por suerte, se conserva una que habla de su maestría y dominio del buril sobre el metal: la imagen del rostro de Cristo que creó en 1649 con una sola línea en espiral que, empezando en la punta de la nariz, se desarrolla hasta alcanzar un conjunto de 159 líneas que nunca se cruzan. El mérito de Mellan está en controlar el grosor que debe tener la línea, y por lo tanto la cantidad de tinta que debe entrar en el cobre para dar forma a la nariz, los ojos, la boca o la barba. Admirada por su virtuosismo esta estampa fue un reto para los que querían demostrar su destreza en el arte del grabado. Una de estas imágenes únicas puede verse, junto a otras 39 creadas por artistas de la talla de Durero, Rembrandt, Piranesi, Tiépolo o Goya, en la exposición El arte del grabado antiguoinstalada hasta el día 20 en el vestíbulo principal y en la biblioteca del edificio histórico de la Universitat de Barcelona.

Las obras forman parte de la colección del profesor de Historia del Arte de esta universidad Vicenç Furió, experto en grabado y comisario, además de autor de un nuevo y excelente libro en el que se incluyen un total de 130 de estas pequeñas joyas del arte, auténticos paraísos de la línea. Todas son parte de la colección de grabados reunidas y adquiridas en casas de subastas y comercios especializados por Furió a lo largo de más de dos décadas.

Para Furió el grabado, considerado ahora como un arte menor es fundamental para explicar la historia del arte. “Hasta que la fotografía nació era la forma de arte que tenía más difusión”. Muchas de las estampas nacían para reproducir pinturas, para dar a conocerlas a un mayor número de público, aunque traducidas al blanco y negro, como los realizados por los hermanos Giandomenico y Lorenzo Tiépolo de las pinturas de su padre Giovanni, el último pintor barroco. También se utilizaron para ilustrar libros científicos ayudando a extender el conocimiento.

Pero otras se crearon exproceso. Entre ellas, algunas de las que se pueden ver en la exposición de autores tan conocidos como Rembrandt, del que se puede ver uno de sus autorretratos, de 1638; Durero, con obras como El paseo y GoEl cocinero y su esposa, pintados entre 1496 y 1498 o Modo de volar,de Francisco de Goya, creado para la serie Los disparates entre 1815 y 1919. “A Goya se le considera el último autor de grabados antiguos”, comenta el experto junto a su imagen. También otros autores menos conocidos como Hendrick Goltzius, creador de La Anunciación (1594), o Aegiduis Sadeler, que realizó La Sabiduría vence a la Ignorancia, imagen de la exposición que preside la fachada principal del edificio de la Universidad que construyó Enric Sagnier. “La más adecuada para ser expuesta en un centro como este”, explica el experto.
'El jugador de golf' de Rembrandt. / COLECCIÓN FURIÓ
'El jugador de golf' de Rembrandt. / COLECCIÓN FURIÓ
Furió no destaca a ninguna de las imágenes como su preferida, pero si señala la estampa La fiesta flamenca de Nicolaes de Bruyn (1620) basada en una pintura perdida de David Vinkboons. “El interés no radica ni en el diseño ni en la sintaxis del grabador, sino en la acumulación de personajes y situaciones además de su valor como testimonio histórico de la cultura flamenca”. Se entretiene en El jugador de golf, un aguafuerte realizado por Rembrandt en 1654 en el que se ven tres planos e intensidades de diferentes y destaca, por su rareza, el grabado Joven dibujante de Gilles Demarteau realizado en 1767 en dos colores.

El volumen publicado junto a la exposición no es una historia del grabado y su evolución. Es un libro para acabar apreciando estas obras creadas entre los siglos XVI y XVIII; una “divulgación especializada”, bellamente ilustrada que permite apreciar estas pequeñas joyas con gran lujo de detalles. “Los grabados antiguos son los que van del siglo XV al XIX. De cada grabado se imprimían unos centenares de copias que no eran infinitas porque las matrices se desgastaban”, explica Furió delante de algunas de sus estampas; trabajos muy poco vistos en Barcelona ya que, explica, en los museos y centros catalanes con colecciones, como el MNAC, la Biblioteca de Catalunya y Montserrat, “tan solo conservan dos o tres de estas estampas”.

José Ángel Montañés: El paraíso de la línea, EL PAÍS, 14 de febrero de 2015