La explosión y el vacío

Transfigured Schöenberg. Se trata de una instalación (o escultura), milimétricamente "descompuesta"
(Museo Patio Herreriano de Valladolid).

Compartir el mismo techo nunca ha favorecido las similitudes, pero sí las comparaciones. La exposición de Carlos León en el Museo Patio Herreriano de Valladolid y la pieza construida específicamente por Dionisio González para la antigua capilla del mismo recinto contrastan tanto como inquietan y emocionan. Se podría decir que son lenguajes totalmente divergentes, pero hay algo común que late en el fondo.

Las pinturas recientes de Carlos León (Ceuta, 1948) emanan cierta sensualidad, barroquismo y violencia. La exposición, comisariada por María de Corral, las enfrenta a algunas obras de los años setenta, surgidas al amparo del movimiento francés Supports/Surfaces. Geometría y gesto. En torno a ellas, las nuevas pinturas relucen como extraños jardines asilvestrados o fondos marinos revueltos. "Me interesa reducir a lo mínimo el objeto en el cuadro. Para ello, el soporte es determinante. Desde el punto de vista conceptual es un elemento que se añade al tema", explica el pintor.

Sonido y explosión. La obra se configura como si fuera una explosión, en este caso de altavoces.
Algunos de ellos se activan dejando escuchar (Museo Patio Herreriano de Valladolid).


Son obras, en general, de grandes dimensiones en las que una superficie tensa, impermeable, de un blanco abismal, acoge las turbulencias de forma y color que el artista va desarrollando con los movimientos de todo su cuerpo. Carlos León pinta con las manos, sin intermediación entre la idea y su representación. "Como dirían los franceses, mis lienzos recogen 'la inscripción significante del cuerpo", afirma con media sonrisa. Son cuadros que, con frecuencia, se hermanan en dípticos o trípticos. En sus trabajos sobre papel (en realidad, poliéster), se superponen unos a otros, jugando con las transparencias. Él elige una paleta de colores, se enfrenta a una plancha de dibond -aluminio con núcleo de plástico duro-, un material que ha dado nuevas alas a su pintura, y se deja llevar. Mancha, corrige, ordena. "Todo está milimétricamente compuesto", señala.

Pasado y presente. En la imagen, Obra sin título (1975), acrílico sobre lona
(Museo Patio Herreriano de Valladolid)


Transfigured Schönberg, de Dionisio González (Gijón, 1965), está milimétricamente "descompuesto". Es una instalación (o una escultura) suspendida en el aire, como una explosión que dejara en pleno vuelo decenas de formas volumétricas. En este caso son altavoces. Algunos de ellos se activan dejando escuchar la pieza musical La noche transfigurada, de Arnold Schönberg. "Esta pieza parte de una desmaterialización de la obra, es el momento de lo detonado, de lo derruido, de lo suspendido y del momento congelado", explica Dionisio González. "Había una frase de Schönberg que decía que la música era arquitectura congelada. Pienso que, en realidad, es una pieza detenida, suspendida en el espacio. Parte de una especie de dinamitazo, de tornado, de cataclismo. Está en un espacio muy protagónico, una capilla que es al mismo tiempo una escombrera porque no deja de ser una ruina. Es un trabajo hecho específicamente para ese espacio y ambas comparten ese factor de detenimiento del tiempo, del escombro. Por otra parte, es una pieza interactiva que eclosiona pero también sitúa al espectador mediante el sonido y el movimiento".

Red Fandango I, Oleo sobre dibond, 2005 (Museo Patio Herreriano de Valladolid)

Dionisio González viene trabajando desde hace tiempo el efecto de eclosión, que tiene tanto de destrucción como de génesis. La teoría del Big Bang parece estar detrás. "Si nos ponemos a pensar en el Big Bang, la Supernova no deja de ser una proyección de escombros que recogen gas y polvo, lo único es que se condensan en estrellas. Es curioso cómo de una aparente destrucción se generan nuevos astros. Es verdad que paralelamente a mis proyectos fotográficos -pienso que son más que fotografías, me considero en realidad un proyectista urbano- he trabajado en torno a lo detonado. Lo que tiene de génesis, de catártico, de regeneración. Y eso viene de las experiencias que tuve en las favelas de Brasil. Lo que ellos llaman favelas desactivadas. El término de la municipalidad de São Paulo queda como muy mitigado. 'Hemos desactivado favelas' quiere decir, en realidad, demoliciones forzosas. Nos encontrábamos familias que se encontraban sin casa, que se les periferizaba de nuevo, que se les asignaba un contorno espacial diferente, que perdían sus amigos, sus puestos de trabajo, sus talleres. No meten explosivos a las casas, sólo excavadoras, pero es ahí donde empecé a darme cuenta de que toda arquitectura en sí misma está hecha para ser derruida", explica. "Hay un vínculo íntimo entre la destrucción y la construcción. Me preocupan fundamentalmente los restos del naufragio social. Las piezas en las que digo vamos a quedarnos en lo que provoca la fascinación de la gente. Quedarnos en el momento de la eclosión, el punto álgido de las cosas".

El óleo sobre dibond (aluminio con núcleo de plástico duro) es un material que le ha dado nuevas alas a su pintura, y se deja llevar. En la imagen, Apólo en Háfrika, 2008 (Museo Patio Herreriano de Valladolid).

Y es tal vez en ese punto donde coinciden ambas muestras, tan distintas por lo demás. En esas formas detenidas en el espacio, en el tiempo. Una de ellas, tridimensional, sonora, corpórea. La otra, plana, revolviéndose en sí misma, con el pulso todavía caliente, palpitante. Una parálisis con germen dinámico. Ambas en un juego entre la explosión y el vacío. Quizá el punto exacto donde se genera todo arte. En todo caso, dos exposiciones intensas, dos mundos que vale la pena recorrer.

León pinta con las manos, sin intermediación entre la idea y su representación. "Como dirían los franceses, mis lienzos recogen la inscripción significante del cuerpo". En la imagen, 'Ayer mismo' (2009), Óleo sobre dibond (Museo Patio Herreriano de Valladolid).

Abstracción. "Me interesa reducir al mínimo el objeto en el cuadro. Para ello, el soporte es determinante. Desde el punto de vista conceptual es un elemento que se añade al tema". Cuando llueve y hace sol (2008 Oleo) sobre dibond (Museo Patio Herreriano de Valladolid)

Carlos León. Ayer noche, mañana será tarde. Hasta el 7 de marzo de 2010. Dionisio González. Transfigured Schönberg. Hasta el 4 de abril de 2010. Museo Patio Herreriano. Jorge Guillén, 6. Valladolid Carlos León. Galería Max Estrella. Santo Tomé, 6. Madrid. Hasta el 9 de enero de 2010.

Feitta Jarque, La explosión y el vacío, EL PAÍS /Babelia, 21 de noviembre de 2009