Al Mathaf, un oasis de arte en Gaza

Jaudat Judary, un acaudalado constructor palestino, erige en medio de la violencia su propio museo de arqueología. Se llama Al Mathaf, en lengua árabe, El Museo, a secas. Imposible confundirse. Es el único de Gaza. Tampoco abundan las personas como Jaudat Judary, que en un territorio sometido por Israel a un bloqueo económico asfixiante y escenario de luchas fratricidas entre palestinos, se las ha apañado para abrir este museo arqueológico a la orilla del Mediterráneo. En este pedazo de tierra, azotado por un sinfín de guerras desde hace 2.500 años, lo agradecen las casi 15.000 personas, 5.000 de ellos estudiantes, que ya han observado desde su apertura, hace seis semanas, las 300 piezas expuestas en su única sala. Un recinto diseñado con un buen gusto chocante con la miseria que le rodea. "Mi misión es mostrar otra visión, que también existe, otra Gaza", comenta Judary.

Jaudat Judary

Hace 22 años que este activo cincuentón comenzó a coleccionar piezas. Al modo artesanal en que se hacen las cosas en Gaza. Los niños juegan en las playas desde hace décadas a encontrar monedas antiguas. Es una de las fuentes del patrimonio de este enamorado de la arqueología. No la única. "He hecho un esfuerzo para convencer a mis obreros de que tengan cuidado al excavar", comenta Judary, propietario de una empresa constructora. Así ha recolectado puntas de sílex, ánforas, vasijas, capiteles, columnas... Existe un tercer método: los pescadores. "Encuentran auténticos tesoros. Todo lo que uno pueda imaginar", comenta.

Al Mathaf es una suerte de oasis. Alzado junto al paupérrimo campo de refugiados de Shati, el museo cuenta con una amplia y confortable terraza donde se sirven zumos, té y refrescos. En el vestíbulo, Judary muestra proyectiles de cañón de piedra, capiteles bizantinos y se entusiasma cuando señala el tamaño de otro capitel romano: "Si es así de grande, tuvo que pertenecer a un templo de proporciones enormes. No sabemos siquiera dónde estaba. Son demasiadas las guerras que han asolado Gaza y los materiales siempre se han utilizado para construcciones posteriores".

La Franja, sólo 367 kilómetros cuadrados poblados por millón y medio de habitantes, es un yacimiento arqueológico inagotable a la espera de expertos que desentierren su riqueza. Faraones, fenicios, nabateos, el griego Alejandro Magno, romanos, bizantinos, persas, árabes, cruzados, otomanos, Napoleón, británicos, israelíes... todos han dejado su impronta en este territorio mediterráneo. Casi siempre con sangre de por medio. Ya antes del apogeo de Roma, el panorama era bien distinto: el puerto de Gaza era entonces el más transitado del Mediterráneo oriental. Las mercancías procedentes de Extremo Oriente recalaban allí para ser embarcadas rumbo a Europa.

"Cada vez que excavas unos cimientos te encuentras hallazgos", afirma Judary, que ha gastado buena parte de su fortuna en este proyecto. "No creo", añade, "que la falta de dinero público sea el problema. Entre 1994 y 2000 había muchos fondos y misiones internacionales dispuestas a excavar". No ha contado, ni disfruta ahora, con la ayuda de los Gobiernos palestinos. Judary es reacio a hablar de dinero. No revela el monto de la inversión, pero sí los escollos para construir el museo debido a la penuria de materiales. La entrada es gratuita. "Hay mucha ignorancia para conservar la herencia arqueológica, y las autoridades de entonces y las actuales tienen otras prioridades".

Los expolios al patrimonio arqueológico han sido tan constantes como las batallas que han tenido lugar en Gaza. "Muchos extranjeros se han llevado piezas de todas las épocas. El rostro canaanita esculpido en piedra es de las pocas obras que no saqueó el general israelí Moshé Dayán, gran aficionado a la arqueología. Ahora es más difícil. No podemos exportar nada. Es la única ventaja del asedio", sonríe sarcástico.

Responsables de un museo de Ginebra -donde 315 piezas de Judary fueron expuestas hasta octubre de 2007 y aguardan a que el bloqueo a Gaza se relaje para regresar a casa- llegarán a finales de septiembre. "El arqueólogo francés Alain Champú, que trabajó en el Louvre y que ya nos ha ayudado a montar el museo, nos visitará el 1 de noviembre", afirma el constructor. Queda mucho por hacer. Casi todo. Los carteles explicativos cuelgan sólo en árabe. "Aún tenemos que documentar bien las piezas, diseñar folletos, traducirlos al inglés". Es sólo el comienzo.

"Si tuviéramos una situación estable, ampliaríamos el museo y construiríamos salas de conferencias", cuenta Judary. Las reliquias y obras no escasean. "La próxima vez que venga", agrega, "le llevaré a mi casa. Tengo otras mil piezas". Son las nueve de la noche. Hace dos horas que acaba de romperse el ayuno del sagrado mes de Ramadán. Satisfecho el estómago, tras 14 horas sin probar bocado ni beber agua, los lugareños -jóvenes, adultos, niños- tratan de saciar su hambre de ocio en un territorio en el que hace ya muchos años desaparecieron cines y teatros. En la gran cárcel que es Gaza, sólo los locales pueden disfrutar de Al Mathaf. Un pequeño alivio.

Arte en la Franja
  • Estatua griega de Afrodita. Es la pieza más preciada. Fue rescatada del mar por unos pescadores en 2005.
  • Bajorrelieve canaanita. Rostro de un hombre perteneciente a un ataúd del siglo XIX antes de Cristo. Fue hallado en el centro de la franja.
  • Ánforas persas del siglo VII antes de Cristo.
  • Horno de plomo romano. Lo usaban a bordo de sus buques. "Es una pieza excepcional", asegura Judary.
Juan Miguel Muñoz (Gaza): Al Mathaf, un oasis de arte en Gaza, El País, 12 de septiembre de 2008