Cartas de Frida Khalo

El Museo de la Mujer en el Arte de Washington DC obtuvo el 1 de enero de 2007 la que podría ser la colección epistolar más importante de Frida Kahlo: 360 cartas y postales escritas por la artista mexicana a su madre, a Diego Rivera y a varios de sus amantes. El museo recibió la colección por parte de Nelleke Nix, una artista y coleccionista de memorabilia que decidió donar las cartas después de poseerlas casi una década. Frida Kahlo puso las misivas en manos del doctor Leo Eloesser, su médico y confidente por muchos años, en una época en la que su matrimonio con Diego Rivera sucumbía. El médico las tuvo hasta que murió en 1976. En su testamento las heredó a su asistente Josefina Vera Rodríguez, quien vendió las cartas en una subasta hace alrededor de 10 años. La artista y coleccionista Nelleke Nix posee también otra colección de cartas que forma parte de la relación epistolar que Frida Kahlo y el doctor Eloesser mantuvieron durante muchos años.

La pequeña pero impactante muestra en el Museo de Mujeres en el Arte se inauguró el viernes 6 de julio de 2007, y estará abierta hasta el 14 de octubre. Jason Stieber, el comisario de la exposición, ha explicado que la muestra 'Frida Kahlo: Imagen pública, vida privada, selección de fotos y cartas' trata de contrastar el 'glamour' de la imagen pública de Frida con el dolor que marcó su vida privada, y del que dan fe las fotografías de varios corsés, unas muletas y la prótesis de una pierna amputada a la pintora poco antes de su muerte. Frida, quien fue víctima de un trágico accidente de autobús cuando tenía 18 años, en el que sufrió fracturas de espalda, clavícula, pelvis, y pies, se sometió a más de 30 operaciones y vivió la mayor parte del tiempo con intensas molestias. De ese malestar físico da cuenta el intercambio epistolar con su madre a principios de la década de los 30.

Estamos impresionados. Creemos que es la colección de cartas más grande de Frida Kahlo”, dijo Jason Stieber. Explicó que la coleccionista Nelleke Nix hizo una prueba de autentificación que resultó positiva y que varios expertos del museo han estudiado las 360 cartas y han encontrado que coinciden con la letra de Frida Kahlo en otras misivas y escritos. “Son 100% auténticas y estamos eufóricos porque estas cartas explican mucho de la parte privada de Frida”, dijo Stieber. Diez de esas 360 cartas formarán parte de una exhibición extraordinaria que el Museo de la Mujer en el Arte presentó, en colaboración con el Instituto Cultural Mexicano en Washington y el Smithsonian Institute para celebrar el cumpleaños número 100 de la artista mexicana que hoy más que nunca provoca tumultos y elogios en Estados Unidos. Las fotografías también son inéditas: 25 instantáneas que Graciela Iturbide plasmó de objetos personales de Frida Kahlo que permanecieron recluidos en un cuarto de baño de la Casa Azul durante 50 años, así como imágenes de otros autores en las que aparece con Diego, Trotsky y en su vida cotidiana.

Se trata de una selección de cartas escritas con una caligrafía que en ocasiones se torna difusa. Tienen manchones de lágrimas, las hojas han adquirido el color amarillento que produce el tiempo, y están llenas de vivencias y pensamientos de Frida sobre la sociedad estadounidense de aquella época (los años 30), su tormentosa relación con Diego Rivera y su familia. Una parte de las cartas fue escrita por Frida en un sitio emblemático de Nueva York, el Hotel Plaza, situado en la esquina noreste del Central Park. La pareja decidió alquilar una suite en los años 30 porque era un sitio cercano al edificio Rockefeller, donde Rivera trabajaba en el polemico mural derribado una media noche de febrero de 1934. “En Nueva York hace un calor insoportable. Parece que estamos en Veracruz”, escribió Frida en una de las cartas. Según relata, escribía las misivas acodada en una ventana del hotel para aliviar el calor neoyorquino. La pareja de artistas pagaba 175 dólares mensuales por una habitación en el piso 27 de El Plaza, convertido ahora en un edificio de condominios para millonarios.

El contenido de las cartas refleja el pensamiento con frecuencia crítico y en otras irónico de Frida Kahlo sobre el mundo que rodeó a los artistas durante su estancia en Nueva York y San Francisco, entre otras ciudades de Estados Unidos. “Los Rockefeller nos invitaron a comer y a cenar. El hijo del viejo es bastante simpático e inteligente, pero de todos modos uno no puede entrar en esa clase de sociedad que para mí personalmente vale puritito sorbete”, cuenta Frida a su madre, en una de las misivas.

Entre las fotografías tomadas por Iturbide y que serán presentadas en el Museo de la Mujer sobresalen una bata de cirujano blanca con manchones de pintura, que lleva en el cuello la inscripción: ABC Hospital; dos corsés y una prótesis de pierna, así como una tortuga disecada y algunos bocetos de dibujos y pinturas. “Es fantástico reunir en una exposición las fotografías inéditas que muestran la humanidad de Frida y las cartas que expresan las tensiones y dificultades de su vida durante una época clave”, explicó el curador Stieber. “La exhibición se ocupará de algo distinto y valioso: el lado privado de Frida”, advirtió Pilar O’Leary, directora ejecutiva del Smithsonian Latino Center.

Una de las cartas refleja las tensiones frecuentes del matrimonio formado por los artistas mexicanos. “Estamos contentos, (Diego) es bueno conmigo y me quiere hasta ahorita bastante”, escribe Frida en una de las cartas que envió a su madre. El comisario Stieber dice que el contenido de las 360 cartas ha servido para demoler mitos, como el que hacía pensar que Frida tenía una mala relación con su madre. “En las cartas Frida escribe de manera muy cariñosa a su madre (en todas se dirige a ella como mamita linda) y de manera constante hace saber a su familia que está bien, que no está triste, a pesar de los dolores que sufría. Las cartas revelan una relación madre e hija muy íntima y cercana”. "Te estoy escribiendo en esta letra tan mala porque estoy acostada y como siempre tengo algo de inflamación", dice la pintora en una de sus cartas fechada el 10 de noviembre de 1930 en San Francisco, a donde había viajado con su compañero sentimental, Diego Rivera. Esa y otras misivas, revelan, según Stieber, "que la relación entre madre e hija no era fría, como han sostenido hasta ahora la mayoría de los estudiosos". La madre se dirige a su "niña encantadora" un 15 de agosto de 1932, un mes antes de fallecer, en una afectuosa misiva en la que se muestra contenta por haber hablado por teléfono con Frida. "Tu recibe niña linda toda clase de bendiciones de tu madre que te adora", se despide Matilde Calderón. "Queda claro en las cartas que Frida tenía una relación muy próxima con su madre", dijo el comisario de la exposición quien afirmó que otras de las 360 cartas de la colección en manos del museo confirman esa impresión. Salomon Grimberg, un psiquiatra infantil de Texas que entrevistó a Frida a finales de los 40 y principios de los 50 asegura que "tenía una relación ambivalente con su madre que oscilaba entre el afecto y la hostilidad", dijo Grimberg, quien cree que la complejidad de ese vínculo se remonta a la cuna. Margaret Lindauer, una profesora de la Virginia Commonwealth University y autora del libro 'Devouring Frida' (Devorando a Frida), considera que la citada relación "fue tan compleja como la de cualquier madre con su hija". "Las sugerencias de que existía una tensión permanente se basan en dos o tres comentarios hechos por la artista que se han sacado completamente de contexto", aseguró Lindauer.

En la colección de 10 cartas que serán exhibidas en Washington DC sobresale una dedicatoria de Isamu Noguchi (17 de noviembre de 1904-30 de diciembre de 1988, escultor estadounidense, hijo del poeta japonés Yone Noguchi), con quien Frida tuvo un breve pero apasionado amorío.

Fuente: