Casita de El Pardo: nuevo brillo para una joya
El 18 de diciembre de 1990, deteriorada por la humedad y huérfana de la estética y el sentido con que había sido concebida dos siglos antes, se cerraba «sine die» la puerta trasera de la Casita del Príncipe de El Pardo que, paradójicamente, había sido la exclusiva entrada por la que miles de viajeros habían penetrado en sus entrañas durante años, vetado el acceso natural, y principal, que es el que mira al Palacio Real, y al que le unía un paseo. Por eso, volver al casino de recreo del Príncipe de Asturias, que luego reinaría como Carlos IV, es, por obra y gracia de un impresionante trabajo de recuperación arquitectónico y artístico, viajar en el tiempo y regresar al siglo XVIII, exactamente a 1784, cuando la monarquía española disfruta del esplendor y la gloria de un reino que es aún primera potencia del mundo —España y Francia acaban de derrotar a Inglaterra y se ha reconocido la independencia de los Estados Unidos— y tanta plenitud se recoge en obras plásticas que ensalzan a la Coro...