De vueltas con El Coloso, el cuento de nunca acabar...

«LOS ARGUMENTOS A FAVOR DE DESCATALOGAR EL COLOSO ESCANDALIZAN CON SUS ERRORES», según Glendinning y Vega

La respuesta no ha sido en la prensa, sino en una revista científica. El artículo que ha aparecido hoy mismo en la revista especializada «Goya» va a levantar ampollas en el Museo del Prado, por su enorme contundencia argumental y porque demuestra que la pinacoteca deberá esforzarse y ser más convincente si quiere que importantes estudiosos acepten su hipótesis de que “El Coloso” no fue pintado por Goya.

La teoría del Prado partió de la jefa de conservación y responsable de la colección goyesca del Prado, Manuela Mena. Ella fue respaldada desde la primera rueda de prensa por Miguel Zugaza y Gabriele Finaldi, director y director adjunto del museo. Pero lo cierto es que el artículo firmado por Nigel Glendinning y Jesusa Vega en «Goya» es tan demoledor con los argumentos de Mena como respetuoso con su persona.

Tácticas

Glendinining y Vega analizan las afirmaciones que el Prado colgó en su web el pasado enero. Reconocen algunas aportaciones pero también rebaten las comparaciones que Mena realiza para sostener su hipótesis. El historiador británico no las encuentra convincentes y además revela cierta táctica que subyace a la elección de unas y no otras obras de Goya para comparar detalles del Coloso. Glendinning aporta otras posibles comparaciones más pertinentes en algunos casos. «La dra. Mena echa mano de dibujos, estampas y pinturas de todas las épocas, como si no hubiera cambios ni desarrollo» en Goya a través de los años.

Preguntas

En cuanto a comparaciones estilísticas, la batería de incógnitas es impresionante: ¿Cómo se puede hacer una que sea válida «sin tener en cuenta las distintas fechas de los cuadros y estampas», los géneros, la iluminación de las obras, ni tener en cuenta las restauraciones anteriores en “El Coloso”? ¿Por qué no compara las figuras de la muchedumbre con otras obras donde las figuras están en movimiento, y cómo critica la existencia de personas incompletas en los márgenes del cuadro (aporta ejemplos donde Goya lo hace: La dueña con dos niños, El entierro de la Sardina, El Dos de mayo...)?

Ojo abierto

A medida que los argumentos se acumulan resulta más notable «esta tendencia a pasar por alto hechos y posibles argumentos que no concuerdan con sus propias teorías», «incluso se omiten o se niega la existencia de hechos que no apoyan sus ideas». Por ejemplo no menciona 7 cuadros de autor moderno en las colecciones de la marquesa de Perales y Tolosa en 1874 y sí afirma que “El Coloso” sería el único que no era de maestros antiguos.

Otro error llamativo es el pensar que el gigante tiene el ojo cerrado, cuando en una foto ofrecida en la web del Prado se ve que un mechón baja por la sien y el ojo está «muy abierto y mira fijamente hacia el enemigo invisible». No causa más confianza a los estudiosos la incorrecta descripción que el Prado hace de la muchedumbre que huye del gigante, sin mencionar lo importante, las direcciones distintas de las gentes y el ganado que dan fuerza centrífuga a la escena (algo también utilizado por Goya en la época de la guerra)

Estampa obviada... y fotos

Entre las cosas que el artículo afea a la estudiosa del Prado destaca cómo elude la evidente relación de “El Coloso” con la estampa del mismo nombre —ni siquiera cita el trabajo publicado por Jesusa Vega el año pasado—. La estampa se dibujó invertida en la plancha y al cambiarla se aprecia mucho más el parecido.

Glendinning y Vega subrayan que «las fotografías tempranas tienen más información de la que supone el informe» de Mena, ya que obligan a pensar que el lienzo pasó por restauraciones. También les parece incompleta la indagación en archivos como el de los Fernández Durán, donde se documenta alguna intervención como la referida en 1874 por Vicente Poleró, que ellos aportan.

Sospechas sin prueba

También achacan a la estudiosa del Prado las sospechas que lanza sobre el Javier Goya al dar pábulo a la nunca probada teoría de que manipulaba los cuadros que había heredado. Asimismo la imputan una insidiosa desconfianza en la tradición de quienes defendieron la autoría de Goya desde que el cuadro llega al Prado que no se corresponde con la indemostrada autoría de Asensio Juliá.

Alejar el cuadro de 1812

Todo el empeño de Mena, según tratan de demostrar Glendinning y Vega en su artículo, se resume en alejar “El Coloso” del inventario de 1812, a pesar de que los materiales son de época, según los análisis. Detectando más fallos de los que caben aquí, los dos estudiosos concluyen que «huelga decir que la dra. Mena no quiere relacionar “El Coloso” con la Guerra de la Independencia, ni quiere que tenga explicación coherente el cuadro». Para ellos, los argumentos «no sólo no convencen sino a la larga escandalizan con sus errores y argucias. El publicar un texto de este tipo bajo la protección del Prado, como si aquella institución hubiese aceptado ya sus conclusiones, es un paso en falso muy grave y pone en entredicho la confianza que la sociedad ha puesto en el Museo».

Jesús García Calero, Madrid: «Los argumentos a favor de descatalogar El Coloso escandalizan con sus errores», ABC, 29 de marzo de 2009