Minimalismo europeo

La historia del minimalismo está escrita en su mayor parte en Estados Unidos. Pero esta corriente surgida en los años sesenta tuvo precedentes y continuadores en Europa. La muestra Antes y después del minimalismo. Un siglo de tendencias abstractas, en el Museu d´Art Espanyol Contemporani de Palma de Mallorca, abierta hasta el 8 de septiembre, presenta una selección de 64 obras (pinturas, obra gráfica y múltiples, esculturas, instalaciones y obras multimedia), de 41 artistas (alemanes, austriacos, ingleses, irlandeses, suizos, belgas, franceses y norteamericanos), fondos procedentes de la colección germana de DaimlerChrysler, compuesta por 1.500 piezas. La sede mallorquina de la Fundación Juan March cultiva con esmero la divulgación del arte centroeuropeo, lo que, dicho sea de paso, agradecen tanto la amplia colonia alemana de la isla como los numerosos viajeros de dicho país.

Fountain 2/67. Jeremy Moon

La corriente artística denominada Minimal Art, y en especial las instalaciones y objetos de los representantes del Minimal "clásico" de la década de los 60 -artistas como Carl Andre, Dan Flavin, Donald Judd o el recientemente fallecido Sol LeWitt-, han tenido tal impacto que, con cierta frecuencia, se la percibe como un fenómeno autóctono y puramente norteamericano. Con todo, y más allá de la circunstancia americana de su nacimiento, quizá el minimalismo no consista tanto en una corriente temática como, más bien, en una especie de método plural, basado en abstracción, constructivismo y reducción formal, teniendo unos límites cronológicos que abarcan un siglo.

Obra de John Armleder

Desde ese argumento, la exposición en la Colección DaimlerChrysler, muestra los planteamientos formalmente "minimizados" y las abstracciones geométricas características de las obras minimalistas en un contexto esencialmente más amplio. Por una parte, destaca de un modo intuitivo que el origen de los procedimientos y métodos de las prácticas minimalistas debe buscarse también en el ancho caudal de las tendencias abstractas y constructivistas nacidas en Europa a principios del siglo XX. Por otra, muestra los muchos paralelismos existentes entre los procedimientos y los métodos de los artistas europeos y americanos; tanto entre los de la posguerra como entre aquellos contemporáneos que participan de las tendencias minimalistas o invocan como sus precursores históricos la abstracción o el constructivismo europeo.

En la medida en que se contempla el minimalismo desde esa perspectiva, más metódica que temática, éste deja de ser sólo una corriente americana de los años 60 para emerger como una característica -una especie de "minimal" común denominador- de la obra de artistas de muy diversas épocas y lugares. La exposición, de hecho, la componen obras que encarnan los lejanos ancestros del minimalismo en la pintura abstracta europea de principios del XX -especialmente en el sur de Alemania, entre los antecesores directos de la Bauhaus-; para ello se utiliza la primera sala (titulada Raíces en Stuttgart) que posee interés para rastrear cierta arqueología remota del minimalismo, pero los cuadros que la componen tienen en su mayoría un limitado peso artístico

Escalera con dos figuras y cabeza. Oskar Schlemmer.

También incluye obras que han incorporado las tradiciones y las tendencias abstractas y minimalistas a lo largo de todo el siglo, o que lo siguen haciendo en nuestros días, en dos continentes. La exposición se ilumina al traspasar el umbral que nos adentra en su segunda parte (Diálogos: de la Bauhaus al minimalismo americano). Una contextualización como esta de las diversas tendencias minimalistas es uno de los aspectos más característicos de la Colección de la Corporación DaimlerChrysler, a la que pertenecen todas las obras expuestas y gracias a cuya colaboración se puede presentar, por vez primera en España, una amplia muestra de figuras pioneras de las vanguardias históricas, antecesoras de las corrientes minimalistas europeas y americanas. En cambio, en la exposición apenas se han querido presentar obras del "clásico" Minimal Art de los años 60, limitándonos a autores como Baer, Sturtevant/Stella y Heizer. Bien representados en colecciones españolas, esos artistas ya han sido mostrados en diversas exposiciones, tanto en España -desde la muestra Minimal Art en la Fundación Juan March (1981) hasta la reciente minimalismos, en el MNCARS (2001)-, como en todo el mundo, como señala Renate Wiehager, que cita las más relevantes en el extenso ensayo introductorio del catálogo virtual de nuestra exposición. El acertado montaje de este tramo permite a las obras conformar un conjunto armonizado, lo que encaja excelentemente con una de las pretensiones que movieron al minimalismo clásico: sacar a las piezas artísticas de su ensimismado aislamiento para que, desde su individualidad, creen relaciones nuevas en el espacio circundante. Aunque hay obras muy meritorias por sí mismas, como Estudio para Homenaje al Cuadrado: 'Opalescente', de Josef Albers, realizada en 1962, lo que brilla es la suma completa de todas ellas, incluyendo el contrapunto que supone injertar dos tan redondas y redondeadas como las de Hans Arp.

Presentando los vínculos entre Europa y los Estados Unidos, la exposición muestra todo un panorama de artistas europeos y norteamericanos que han trabajado, o trabajan actualmente, desde la gramática de la abstracción, en las diferentes tendencias minimalistas, reinterpretando diversamente los rasgos esenciales de esas corrientes y acercándolas a otras, que las precedieron -como De Stijl, el grupo "Abstraction-Création", la Bauhaus o los "concretos" de Zúrich- o que, como el "Hard Edge" (el "corte duro") del "Abstract Classicism" californiano o la novísima "Neo Geo", mantienen parte de su espíritu y de sus rasgos metodológicos.

Corredor con figura sentada. Willi Baumeister.

En este trayecto final de la exposición, ésta decae y remonta en varias oleadas. Entre lo más remarcable, la ingeniosa orquídea de Jo Baer, la escultura arquitectónica de Julian Opie, en la que no se sabe si las partes que la componen se muestran o se esconden, y Fountain, de Jeremy Moon, de su serie de cuadros en Y, en los que la pintura parece querer desplegarse lejos de sus confines. Comentario aparte merece el cuadro Red Night (1997) de Sean Scully. Siendo quizás la mejor obra de la exposición, su lectura minimalista resulta un tanto forzada: tiene algo de este método universal -que no movimiento, según nos enseña la muestra- en su composición, pero la plasmación material está tan cargada de emotividad que difícilmente la casaremos con la cerebral frialdad y limpidez antipictórica que caracteriza al minimalismo y a epígonos más ortodoxos. Entre estos últimos, los integrantes del movimiento Neo Geo, presentes al final del recorrido, entre los que se han ubicado, a contracorriente, cuatro bocetos de los años noventa del recientemente fallecido Sol LeWitt.

Hay otro aspecto que merece capítulo propio. Para quienes no dispongan de la oportunidad de desplazarse a Mallorca, los organizadores de la muestra han tenido el acierto de programar una visita virtual en la que una serie de vídeos dinámicos brindan una visión en círculo de cada una de las salas. Lo interesante es que cada pieza se puede seleccionar con el cursor para una contemplación individual. Sería bueno que cundiera el ejemplo. Nunca será lo mismo que moverse entre las obras, pero qué bien puede acompañar a la lectura de un artículo o de una crítica.

Provisional Bar Floor / Ceiling. Liam Gillick

Fuentes: