Los paisajes urbanos de Richard Estes

Desde el 19 de junio al 16 de septiembre de 2007, el Museo Thyssen-Bornemisza abre al público una exposición dedicada a un artista vivo; se trata en esta ocasión del norteamericano Richard Estes, principal fundador y uno de los máximos representantes del fotorrealismo internacional. A través de una selección de 38 de sus obras más representativas, la exposición, la primera que se dedica en Europa a este artista, mostrará un completo recorrido por toda su trayectoria artística, desde la década de 1960 hasta la actualidad. La muestra ha sido organizada conjuntamente con el Palazzo Magnani de la ciudad italiana de Regio Emilia y, en Madrid, con la colaboración del Consorcio Turístico de Madrid. El Museo Thyssen-Bornemisza continúa con ella la política expositiva, iniciada el pasado año con la dedicada a Robert Rauchenberg o la nueva serie de exposiciones Studiolo, dirigidas a acercar el Museo a la escena artística contemporánea. Entre las obras seleccionadas para formar parte de esta exposición destaca la magnífica aportación de la propia colección privada de Richard Estes, así como de otras colecciones privadas y prestigiosas instituciones como el Art Institute de Chicago, el Whitney Museum of American Art, el Solomon R. Guggenheim Museum, la Galería Marlborough de Nueva York, el Portland Museum of Art y el Toledo Museum of Art.


El pintor Richard Estes durante la presentación de su exposición en el Museo Thyssen-Bornemisza.

Nacido el 14 de mayo de 1936, en Kewanee (Illinois), desde 1952 a 1956, Richard Estes estudió pintura y dibujo en el Art Institute de Chicago, donde pudo admirar la obra de Edgar Degas, Edward Hopper y Thomas Eakins, que formaban parte de la colección privada de esta institución. Allí estudió básicamente la pintura académica tradicional y se dedicó al dibujo. Tras graduarse vivió seis meses en Nueva York y trabajó otros tres en Chicago, antes de establecerse definitivamente en Nueva York en 1959. En 1962 vivió y trabajó en España. Hasta 1966 se ganó la vida en el campo del diseño gráfico, trabajando como ilustrador para varias revistas y agencias de publicidad. Estes siguió formándose como autodidacta y, en 1968, celebra su primera exposición individual en la Allan Stone Gallery de Nueva York.

Por entonces, a finales de la década de 1960, junto con Malcolm Morley, Chuck Close, y Duane Hanson, dan lugar al movimiento fotorrealista en los Estados Unidos. En la década de 1970, el famoso edificio Ansonia y las calles adyacentes en el Upper West Side de Manhattan constituyen el motivo predilecto de su obra; escenarios que seguirán estando presentes en los cuadros de los años 1980 y 1990. De esta forma, en estos años, su obra es reflejo de los cambios sufridos por la ciudad con el paso del tiempo, pero esto es algo secundario, lo fundamental es que muestran ya una etapa de madurez artística y, sobre todo, su capacidad para reinventar continuamente.

Mediante la utilización de la fotografía como fuente visual directa, Richard Estes se especializó en representaciones de paisajes reales. Su obra es admirada por su extraordinaria maestría artística, que pone de manifiesto principalmente en la representación de sus conocidos paisajes de la ciudad de Nueva York, en la que actualmente reside y trabaja. Pero en los óleos del artista norteamericano también hay espacio para otras ciudades como Chicago, París, Venecia, San Francisco o una espectacular panorámica de Barcelona desde la Sagrada Familia, de 1988, y una vista del puente romano de Córdoba, de 1998, dos cuadros que proceden de colecciones privadas, han sido también objeto de su mirada, pero nunca con el protagonismo que lo hace la ciudad de los rascacielos: Manhattan, Central Park, Long Island, los puentes sobre el Hudson.., la realidad de la gran urbe que el pintor utiliza y manipula para mostrarnos su propia realidad, para ampliar y desarrollar su propia visión artística. Aunque él mismo se ha definido en ocasiones como pintor realista, lo que realmente le interesa es la construcción plástica del cuadro y el impacto visual de la obra.

Aunque Richard Estes toca puntualmente otros géneros, como puede ser el retrato -del que se incluye algún ejemplo en esta exposición-, su obra más famosa es la que pertenece a las series de paisajes urbanos en las que representa fachadas de edificios, escaparates, escaleras automáticas, automóviles o restaurantes de comida rápida. En sus escenas no aparece apenas la figura humana, por la que no siente interés alguno y, cuando lo hace, es un elemento más del paisaje, que nos transmite en muchas ocasiones una cierta sensación de aislamiento; una atmósfera de objetividad y falta de emoción característica en sus cuadros.

People's Flowers, 1971, Óleo, 60x40 inches Baron Thyssen Collection

El fotorrealismo se desarrolló a partir de dos tradiciones artísticas: la pintura trompel’oeil y la técnica meticulosa de superficies delicadamente acabadas de la pintura holandesa del siglo XVII. Pintores como Vermeer han ejercido gran influencia sobre Estes, con su observación detallada de la realidad y el uso de aparatos técnicos como la camara obscura; pero su obra recoge también la tradición europea de la pintura del paisaje urbano desde sus orígenes en los pintores vedutistas del XVIII, con Canaletto a la cabeza. Precedentes modernos más cercanos a su pinturapodemos encontrarlos en Charles Sheeler y en los pintores americanos de los años 1930, que se apoyaban con frecuencia en la fotografía para conseguir mayor precisión en la línea y en la forma.

A diferencia de otros pintores fotorrealistas, que traspasan directamente la foto al lienzo, Estes la utiliza únicamente como punto de partida; para él es sólo un instrumento que le permite captar el momento y todas sus complejidades. Toma él mismo varias tomas fotográficas in situ del lugar escogido, pero no le interesa copiar de forma literal, sino manipularlas y reconstruirlas para crear una imagen que, aunque sea científicamente incorrecta, parezca real al ojo humano; una imagen realista pero que no se corresponde en luz, color o elementos casuales a ningún momento determinado. Jugando con ellas y plasmando la imagen definitiva en el lienzo, convierte a la imagen representada en una suerte de ilusión óptica, una representación enormemente compleja de la luz refractada. Salvando las distancias, es un proceso similar al seguido por Canaletto para realizar sus famosas vistas de la ciudad de Venecia: ambos mantienen los edificios y las localizaciones reconocibles, pero reorganizan las perspectivas en función del efecto que desean conseguir; y Estes, además, juega también -y de forma magistral- con los reflejos, otro de los aspectos más particulares y destacados de su obra.

Los efectos de luces y sombras, o la particular textura de las imágenes generadas por cámaras fotográficas, aparecen perfectamente simulados en la obra de Estes; estos efectos que consigue el pintor americano van más allá de capacidad del ojo, que se pierden al encontrar la misma nitidez cristalina en los objetos lejanos y en los cercanos, de forma particular, la representación de superficies especialmente reflectantes: escaparates, edificios de grandes ventanales, cabinas telefónicas, el agua... Estas superficies, limpias e inanimadas, se convierten muchas veces en el único motivo del lienzo: la realidad de Estes se muestra a través de su reflejo, por lo que el mundo aparece realmente invertido, fragmentado, distorsionado. Otras veces esa realidad se desdobla: una pared divide dos escenas, el interior y exterior de un autobús, de un escaparate, de un barco,... provocando una yuxtaposición de espacios interiores y exteriores, de imágenes reales e imágenes reflejadas, de imágenes reflejadas en el reflejo de otras imágenes. La característica sensación de irrealidad se acentúa por el silencio y el aspecto desolado que ofrecen sus paisajes urbanos.

El conservador jefe del Thyssen, Guillermo Solana, se ha referido a Richard Estes como uno de los artistas más populares de cuantos están representados en las colecciones del museo y ha destacado que la reproducción de su famosa obra Cabinas telefónicas es una de las solicitadas por los compradores de la tienda de la pinacoteca. El público "ama el impacto de sus vistas", pero piensa que los cuadros de Estes derivan de una fotografía e ignora la complejidad del proceso creativo de sus obras, ha advertido Solana, comisario de la muestra junto a Sandro Parmiggiani, conservador general del Palazzo Magnani de Reggio Emilia (Italia), museo que acogió anteriormente esta exposición. Pero una mirada sobre las obras de Estes permite descubrir que esas vistas panorámicas no pueden ser captadas por una sola foto, sino que son fruto de un proceso complejo creativo en el que, ha resaltado Solana, la fotografía "es sólo un elemento" más, y que incluye también el dibujo. La minuciosidad del trabajo de Estes hacen pensar en un proceso creativo absorbente que parece ir en contra de la opinión del pintor acerca de la imagen popular del artista visto como "una persona que tiene una gran pasión y entusiasmo y una emoción enorme, que se sumerge en una gran obra maestra y sucumbe de agotamiento cuando la termina". "En realidad no es así en absoluto", afirma el estadounidense.

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