Surrealista historia de unos bocetos de Dalí para una obra de teatro
La historia de los bocetos de Dalí para el vestuario y la escenografía de Don Juan Tenorio, dirigido por Luis Escobar, parece más propia de un thriller berlanguiano que del aparente apacible devenir al que la alta cultura nos tiene acostumbrados. Desaparecieron en 1949, el mismo año del montaje. Así que cuando la obra se quiso reponer en 1950, Salvador Dalí se vio obligado a rehacerlos. Por surrealista que parezca, de algunos de estos nuevos bocetos, presos de mil avatares, tampoco se supo más. Son solo dos desafortunados episodios de la relación de Dalí con el teatro, por lo demás un idilio que se puede calificar de intenso. Colaboró con Peter Brook (Salomé, en 1949) y con los ballets de Montecarlo. Hizo los figurines para el estreno de Mariana Pineda, de Lorca, así como decorados para su amiga Cocó Chanel, cuando la diseñadora montó Bacanal (definido por Dalí como el primer ballet "paranoico-kinético"). Aunque entre todos, de Don Juan Tenorio era, según solía afirmar, del trabajo del que más orgullo sentía.
Figurín para 'Don Juan Tenorio', de Zorrilla, realizado por Salvador Dalí. Museo Nacional del Teatro
A partir de los montajes que de este Don Juan se hicieron, el Museo Nacional del Teatro de Almagro (Ciudad Real), acaba de inaugurar una exposición titulada El Don Juan de Dalí. Y tras una visita a la ciudad manchega, el 20º aniversario de la muerte del genio, se antoja una buena excusa para recuperar lo que el pintor imaginó para el proyecto de Escobar. De los dibujos de la primera hornada, éste solía contar una historia casi de asaltadores de caminos. Un buen día, la marquesa del Quintanar viajaba acompañada, entre otras personas, de Edgar Neville y Peter Brook. "En el camino fueron asaltados por un conocido anarquista de la época llamado Facerías quien les ató a un árbol, a pesar de lo cual la marquesa se aferró a los bocetos". Facerías les robó el coche, pero no los dibujos. De eso ya se ocuparían otros después.No se sabe mucho de lo que sucedió con los bocetos realizados a la segunda en 1950. Salvo de los 18 que fueron a parar al Museo de Arte Contemporáneo. Lo que sí se sabe es que la mayoría se colgaron en las paredes del Ministerio de Información y Turismo en 1974. De ello sabe mucho el profesional que decoró esos despachos. Faltaba el dinero para pagarle y se le retribuyó con un dibujo de Dalí. Cuando alguien los buscó en 1983, sólo pudo constatar que no seguían allí.
Este particular guión de teatro, casi del absurdo, no termina ahí. Cuando se repuso el montaje en 1964, con Guillermo Marín y Concha Velasco de protagonistas, Dalí no rehizo los bocetos, pero sí pintó, la misma noche del estreno y ante el público, un gran cuadro. Desapareció a las pocas horas. Y eso que Dalí lo quería para su museo de Figueras. Nunca lo recuperó. Una de tantas "desapariciones" que ha sido adquirida en pública subasta hace poco por el Ministerio de Cultura, su propietario en origen. Ése y otros bocetos descansan en el Museo del Teatro por seguridad y no en la exposición situada a unos metros, en la Iglesia de San Agustín.
Para montar la muestra ha sido fundamental un trabajo de recuperación llevado a cabo en 2003 a partir del hallazgo de algunos figurines y bocetos, documentales y archivos gráficos. Con ello, Pedro Moreno, investigador de la historia del traje, ha realizado unos minuciosos bocetos y figurines, además de máscaras, muchos de los cuales se ven en la exposición. Con ello se ha podido reconstruir todos los personajes tal como los imaginó Dalí, incluidos algunos que no aparecen en el texto del Tenorio, como las parcas y las glorias que incorpora en la escena del cementerio, y otros que no se han visto nunca sobre un escenario. "Algunos son verdaderamente revolucionarios para su época", comenta Andrés Peláez, comisario de la muestra y director del museo, "Dalí con este trabajo trae al teatro el surrealismo y el mundo que más le fascinaba que era el de El Bosco"."Son revolucionarios para su época", dice el comisario Andrés Peláez.
Rosana Torres, Almagro: Surrealista historia de unos bocetos, El País, 28 de febrero de 2009