El MoMA invita a un paseo biográfico por los amoríos y rupturas de Picasso
La pasión por las mujeres desbordaba a Picasso en lo personal. Pero también en lo artístico. A sus amantes y esposas las convirtió en sus modelos y, a su vez, en el termómetro de su estado de ánimo. A veces, más que pintarlas a ellas, parece trazar una descripción de sus propias sensaciones.
Retrato de Dora Maar en 'Mujer con pandereta' / Archivo
La tristeza de Olga –su primera esposa– es la suya, la que deja la pérdida de la pasión y hace crecer el odio. La alegría de Jacqueline –la segunda cónyuge, que le acompañó hasta el final de sus días– la experimenta él, ya septuagenario, al certificar que aún le queda tiempo para amar. "Más que mostrar al personaje retratado, estas obras nos dicen cómo se sentía Picasso cuando las creaba. Son más bien autobiográficas". Así lo afirma Deborah Wye, comisaria de la exposición que abre hoy en el MoMA de Nueva York, Picasso, temas y variaciones, y que incluye un centenar de sus obras gráficas en las que se observa la evolución de su proceso creativo. De hecho, el joven Picasso se compró una máquina de impresión. Ilustró libros de amigos, aunque confirió a este arte una personalidad independiente, sin ataduras, con la invención de personajes para este medio. Él lo llamaba "escritura de ficción". Durante siete meses de 1968, y con 86 años, realizó la serie Suite 347, número que refleja el contenido total de piezas. Son una especie de memorias, de balance vital, indica Wye. "Había jornadas en que hacía tres o cuatro".
La comisaria comenta que su institución dispone de un millar de obras gráficas del creador español. Desde los años noventa querían hacer algo con ellas de forma conjunta. La ocasión ha llegado ahora. ¿No será contraprogramación? La galería Marlborough tiene en marcha otra muestra de grabados y el Metropolitan Museum (Met) se dispone a inaugurar el próximo 27 de abril otra gran exhibición sobre este pintor. Wye sonríe. "Sí, parece que hay una fiebre", bromea. Luego aclara que no sabían nada de los planes del Met, aunque una exposición y otra, insiste la comisaria, no hacen más que reforzar el interés del público.
Grabados, litografías o trabajos en punta seca o aguatinta integran el conjunto que cuelga en las paredes del MoMA. Ahí se recogen los diferentes temas y estilos desarrollados por el artista: los toros, la mitología, los animales, el circo y sus saltimbanquis y, sobre todo, sus señoras. "Es el reflejo de su vida personal y, en particular, de sus relaciones con mujeres", señala la nota de prensa. Están Olga –Wye señala el cuadro con cuello de pieles como "quizás el retrato más bello"–; Jacqueline –en diversas versiones, entre estas de novia–; Marie-Thérèse Walter –"su rostro adquiere una presencia misteriosa"–; Dora Maar –posó para el "monumental" Mujer llorando de 1937–; Madeleine –la amante de la que se desconoce su apellido–; Françoise Gilot –la aspirante a pintora que convivió con él tras la guerra–, o Fernande Olivier (Amèlie Lang), conocida por ser su primera pareja.
DeborahWye insiste en el citado retrato de Olga Koklova, la bailarina rusa que perdió la cabeza por el artista. "Si se mira con distancia –subraya– es una imagen de felicidad. Al acercarte compruebas lo contrario. Es una obra triste, muy inquietante, ella explica con su mirada que algo sucede". Cuentan que, a la vista de la desnuda Marie-Thérèse, Picasso le recordó a su amigo Buñuel lo que en su día dijo Renoir. Cuando a este le preguntaron de dónde nacía la pintura, si del corazón o de la cabeza, respondió: "De las pelotas".
Francesc Peiron, Nueva York: El MoMA invita a un paseo biográfico por los amoríos y rupturas de Picasso, La Vanguardia, 28 de marzo de 2010
Retrato de Dora Maar en 'Mujer con pandereta' / Archivo
La tristeza de Olga –su primera esposa– es la suya, la que deja la pérdida de la pasión y hace crecer el odio. La alegría de Jacqueline –la segunda cónyuge, que le acompañó hasta el final de sus días– la experimenta él, ya septuagenario, al certificar que aún le queda tiempo para amar. "Más que mostrar al personaje retratado, estas obras nos dicen cómo se sentía Picasso cuando las creaba. Son más bien autobiográficas". Así lo afirma Deborah Wye, comisaria de la exposición que abre hoy en el MoMA de Nueva York, Picasso, temas y variaciones, y que incluye un centenar de sus obras gráficas en las que se observa la evolución de su proceso creativo. De hecho, el joven Picasso se compró una máquina de impresión. Ilustró libros de amigos, aunque confirió a este arte una personalidad independiente, sin ataduras, con la invención de personajes para este medio. Él lo llamaba "escritura de ficción". Durante siete meses de 1968, y con 86 años, realizó la serie Suite 347, número que refleja el contenido total de piezas. Son una especie de memorias, de balance vital, indica Wye. "Había jornadas en que hacía tres o cuatro".
La comisaria comenta que su institución dispone de un millar de obras gráficas del creador español. Desde los años noventa querían hacer algo con ellas de forma conjunta. La ocasión ha llegado ahora. ¿No será contraprogramación? La galería Marlborough tiene en marcha otra muestra de grabados y el Metropolitan Museum (Met) se dispone a inaugurar el próximo 27 de abril otra gran exhibición sobre este pintor. Wye sonríe. "Sí, parece que hay una fiebre", bromea. Luego aclara que no sabían nada de los planes del Met, aunque una exposición y otra, insiste la comisaria, no hacen más que reforzar el interés del público.
Grabados, litografías o trabajos en punta seca o aguatinta integran el conjunto que cuelga en las paredes del MoMA. Ahí se recogen los diferentes temas y estilos desarrollados por el artista: los toros, la mitología, los animales, el circo y sus saltimbanquis y, sobre todo, sus señoras. "Es el reflejo de su vida personal y, en particular, de sus relaciones con mujeres", señala la nota de prensa. Están Olga –Wye señala el cuadro con cuello de pieles como "quizás el retrato más bello"–; Jacqueline –en diversas versiones, entre estas de novia–; Marie-Thérèse Walter –"su rostro adquiere una presencia misteriosa"–; Dora Maar –posó para el "monumental" Mujer llorando de 1937–; Madeleine –la amante de la que se desconoce su apellido–; Françoise Gilot –la aspirante a pintora que convivió con él tras la guerra–, o Fernande Olivier (Amèlie Lang), conocida por ser su primera pareja.
DeborahWye insiste en el citado retrato de Olga Koklova, la bailarina rusa que perdió la cabeza por el artista. "Si se mira con distancia –subraya– es una imagen de felicidad. Al acercarte compruebas lo contrario. Es una obra triste, muy inquietante, ella explica con su mirada que algo sucede". Cuentan que, a la vista de la desnuda Marie-Thérèse, Picasso le recordó a su amigo Buñuel lo que en su día dijo Renoir. Cuando a este le preguntaron de dónde nacía la pintura, si del corazón o de la cabeza, respondió: "De las pelotas".
Francesc Peiron, Nueva York: El MoMA invita a un paseo biográfico por los amoríos y rupturas de Picasso, La Vanguardia, 28 de marzo de 2010