Los secretos de Esteban Vicente
Gracias a una labor de rastreos e investigación del equipo del Museo Esteban Vicente de Arte Contemporáneo de Segovia se ha logrado reunir 128 obras en la exposición que hoy lunes se inaugura, donde se presenta una faceta del artista segoviano desconocida para el público y parte de los especialistas. «Esteban Vicente. Dibujos. 1920-2000» supone un recorrido por las entrañas de este pintor adscrito al Expresionismo Abstracto de la Escuela de Nueva York. Procedentes de dos decenas de instituciones culturales y coleccionistas privados, la mitad de los dibujos son inéditos y el resto apenas se han podido ver públicamente.
Dos visitantes observan la obra «Sin título» (1966), carboncillo sobre papel
La directora del museo y comisaria de la muestra, Ana Martínez de Aguilar, recuerda que la obra pictórica, asentada en la luz, el color y el espacio, es en realidad «la mirada de Esteban» a su entorno para «atrapar el instante de la creación». Por ello, la exposición es un espléndido ejercicio de desconstrucción que se puede recorrer cronológicamente o ir picoteando por cada una de las salas. No en vano, el visitante nada más entrar se topa con una selección de una decena escasa de cuadros de la colección permanente a modo de resumen de su producción pictórica más clásica desde los 50 hasta finales del siglo pasado.
Desde este hito, el recorrido propuesto desciende por diferentes ramales de la constitución de Esteban Vicente como artista plástico, desde los años de formación de los 20 y 30, en España y Francia, hasta los desnudos de los sesenta, pasando por sus incursiones cubistas en los 40.
Recorrido canónico
Puestos a hacer un recorrido canónico de las salas, tras el compendio de cuadros de la arrancada, la selección de dibujos de formación ya patentiza el reposo creativo que definiría años más tarde su obra más conocida. Se trata de dibujos de líneas sueltas, de un trazo elegante y de composición lírica. Hay ecos de Picasso, Hugué, Cezanne... Sin embargo, en la sala anexa, en el patio interior, se guarda una de las primeras sorpresas de esta exposición: Las ciudades y gentes de Barcelona y París son los protagonistas de los dibujos de este espacio recogido. En ellos, la mirada de Esteban Vicente atrapa el costumbrismo de las calles y cafeterías de estas cosmopolitas urbes, donde óleo, acuarela, tinta o gouache crean un ambiente vaporoso, casi fantasmagórico.
Una de las entidades donantes de numerosos inéditos es la Fundación Harriet y Esteban Vicente de Nueva York. De sus fondos se presenta los dibujos cubistas de Vicente, que corresponde a su etapa como profesor en Puerto Rico entre 1943 y 1947. En ellos, el artista estudia la composición de los planos y el juego de velar las profundidades como magistralmente logró materializar en algunos de sus más conocidos cuadros.
Sin embargo, es en la sala donde cuelgan los desnudos donde está el Esteban Vicente más académico. Junto a varios dibujos para sus clases en Princeton, se presentan gran parte de los inéditos de la exposición, en este caso ejercicios soberbios de composición del cuerpo humano, femenino, con una delicadeza angelical, incluso en aquellas figuras con los escorzos más inverosímiles.
Desde este hito, el recorrido propuesto desciende por diferentes ramales de la constitución de Esteban Vicente como artista plástico, desde los años de formación de los 20 y 30, en España y Francia, hasta los desnudos de los sesenta, pasando por sus incursiones cubistas en los 40.
Recorrido canónico
Puestos a hacer un recorrido canónico de las salas, tras el compendio de cuadros de la arrancada, la selección de dibujos de formación ya patentiza el reposo creativo que definiría años más tarde su obra más conocida. Se trata de dibujos de líneas sueltas, de un trazo elegante y de composición lírica. Hay ecos de Picasso, Hugué, Cezanne... Sin embargo, en la sala anexa, en el patio interior, se guarda una de las primeras sorpresas de esta exposición: Las ciudades y gentes de Barcelona y París son los protagonistas de los dibujos de este espacio recogido. En ellos, la mirada de Esteban Vicente atrapa el costumbrismo de las calles y cafeterías de estas cosmopolitas urbes, donde óleo, acuarela, tinta o gouache crean un ambiente vaporoso, casi fantasmagórico.
Una de las entidades donantes de numerosos inéditos es la Fundación Harriet y Esteban Vicente de Nueva York. De sus fondos se presenta los dibujos cubistas de Vicente, que corresponde a su etapa como profesor en Puerto Rico entre 1943 y 1947. En ellos, el artista estudia la composición de los planos y el juego de velar las profundidades como magistralmente logró materializar en algunos de sus más conocidos cuadros.
Sin embargo, es en la sala donde cuelgan los desnudos donde está el Esteban Vicente más académico. Junto a varios dibujos para sus clases en Princeton, se presentan gran parte de los inéditos de la exposición, en este caso ejercicios soberbios de composición del cuerpo humano, femenino, con una delicadeza angelical, incluso en aquellas figuras con los escorzos más inverosímiles.
Finalmente, destacan los estudios para ilustrar los poemas de Peter Viereck de los años 1958 y 1959, presentados ahora por primera vez en público. A modo de pruebas, que también tiene su réplica en collages que se presentarán en Nueva York, resumen el brío creativo de Esteban Vicente con ecos de minimalismo, dibujo chino, Chillida, abstracción, poema visual... Esteban Vicente dejó escrito que «para ser pintor tienes que saber dibujar... El dibujo es la forma que tiene el artista de investigar... El pintor ve dibujando».
Félix Iglesias, Segovia: Los secretos de Esteban Vicente, ABC, 30 de marzo de 2010