Miguel Calderón, o el arte que no quiere 'besar culos'

Los buitres son muy recurrentes en su obra. | Imágenes cedidas por el Matadero de Madrid

Bajo el apelativo 'Ranchito' el antes desolladero municipal -y ahora aclimatado en espacio cultural alternativo-, establece una serie de encuentros con diversos artistas que definen la esencia de lo que es y se espera del Matadero de Madrid. Esta vez, ha sido el turno de las reflexiones de Miguel Calderón, uno de los pioneros del arte underground mexicano.

Como si de una reunión clandestina se tratase, el marco elegido para la presentación fue una sala pequeña, de paredes confeccionadas a base de ladrillos superpuestos y alejada de la nave principal. Miguel se excusa por "la demora" pero es que lleva "un día de locos". El 'enfant terrible' del arte mexicano es un icono dentro del país gracias a la Panadería, pero también fuera de él: la Bienal de Sao Paulo, el PS1 Contemporary Center, la feria ARCO de Madrid o el Museo Rufino Tamayo son algunos de los lugares donde se ha podido ver su obra.

Modelos improvisados fingiendo su muerte tras un desastre nuclear.

Si por algo destaca el subversivo artista es por su capacidad de innovación con todos los soportes que tiene a su alcance. Calderón no entiende de límites y explora tanto lo audiovisual como instalaciones temáticas, trasladando en ellos recuerdos de su infancia y ácidas críticas a una sociedad decadente. También destaca su fotografía experimental con gente de la calle: "En una ocasión pedí a gente que estaba en un parque que fingiera haber muerto tras un ataque nuclear", comenta.

La Panadería

Espontáneos que colaboraron en su obra a cambio de una recompensa.

La galería surgió en 1994 por una necesidad vital del artista y de su cofundador Joshua Decter : "Era una necesidad, no una excentricidad. Joshua y yo necesitábamos un lugar donde experimentar con el arte". Y así fue como adaptaron una antigua panadería en un espacio cultural donde cualquiera que se considerase artista pudiera exponer su obra. "Había que besar mucho culo y eso nos incomodaba", la autogestión creativa era hasta entonces desconocida en la Ciudad de México y encontrar lugares en los que poder reunirse para ver música en vivo, arte, proyecciones o simplemente 'platicar', impensable.

"En la Panadería había todo tipo de arte", por eso rápidamente se convirtió en un referente para el ambiente contemporáneo y decisivo para la promoción de artistas. Calderón fue director de la galería durante diez años, pero ahora opina que se ha desvirtuado el sentido original y ya no se llevan a cabo obras atrevidas. Admite que actualmente se encuentra "obsesionado" con Acapulco y sus posibilidades artísticas. "Me llamó mucho la antención que las mujeres que estaban en las piscinas de los hoteles llevasen consigo 'best sellers' que utilizaban como parasol en lugar de leerlos, así que lo fotografié", cuenta Calderón. Originalidad comprometida y cinismo divertido son los epítetos de una obra fresca y urbana que cada vez cobra más fuerza en el continente latino.

Reflejar escenas cotidianas con un matiz cínico es parte de su leimotiv.

Algunas de sus piezas juegan al despiste entre la fotografía y la pintura.

Carolina Valdehíta | Madrid: Miguel Calderón, o el arte que no quiere 'besar culos', EL MUNDO, 31 de julio de 2010