James Macdonald: «Los propietarios del Bruegel estaban satisfechos con la oferta del Prado»

Director de ventas privadas de pintura antigua de Sotheby's, fue el primero que vio «El vino en la fiesta de San Martín» en casa de sus propietarios y lo atribuyó a Bruegel el Viejo

James Macdonald. ABC

James Macdonald, director de ventas privadas de pintura antigua de Sotheby's, cuenta a ABC todos los detalles de uno de los mayores descubrimientos artísticos de los últimos años.

—¿Cómo fue el hallazgo del cuadro y su atribución a Bruegel el Viejo?
—Vi el cuadro en 2006, junto con un compañero mío, el jefe del Departamento de Pintura Antigua en Londres. Fuimos a hacer una valoración para la familia. Fue un momento muy especial. Enseguida nos dimos cuenta de que estábamos ante un cuadro excepcional. Ambos dijimos: «Estamos antes una obra de Bruegel el Viejo». Pero, claro, siempre hay que investigar para apoyar la idea inicial. Volvimos a Londres, me dirigí a la biblioteca de Sotheby's y allí encontré información. Como un grabado hecho probablemente en el siglo XVII, que tenía la misma composición del cuadro (al revés, claro, al ser un grabado). Existía una réplica también en un museo de Bruselas. Hallamos un inventario de un cuadro de esta misma descripción en la colección de la familia Gonzaga y en la colección del archiduque Leopoldo de Austria. Toda esa información apoyaba mucho la atribución. Tras hacer nuestra valoración, los propietarios decidieron dar el cuadro a Sotheby's para venderlo y yo me dirigí directamente al Prado. Lo que estaba muy claro es que era un cuadro de muchísima importancia, que debía estar en una institución de la relevancia del Prado, que además tenía los recursos y los expertos para cuidar del cuadro. Tuve una reunión en 2009 con el director y el director adjunto del museo. Desde el principio se dieron cuenta de su importancia, pero quisieron hacer más investigaciones. Hicieron un estudio muy profundo, dirigido por Gabriele Finaldi y su equipo, y empezaron un proceso de restauración con el permiso de los propietarios. Fueron a ver otras sargas de Bruegel el Viejo a diversas instituciones, como la colección Farnese de Nápoles, para entender este cuadro. Se hizo un estudio sobre la procedencia de la obra, se halló documentación importante acerca de cuándo vino a España... Se llevó a cabo un estudio técnico estupendo antes de comenzar el proceso de restauración. Para mí ha sido un privilegio. No es algo que ocurra muchas veces en la vida.

—¿Cuando los propietarios se ponen en contacto con Sotheby's, aportan alguna documentación sobre el cuadro?
—Estaba declarado BIC como Bruegel el Joven. Pero no sé desde cuándo. Los propietarios entendían que el cuadro, al ser declarado BIC, es inexportable y no podía salir de España, por lo que no pedimos la licencia de exportación. Hay que ser conscientes de esa restricción que hay aquí. En este caso los propietarios quedaron muy contentos de que esté en el Prado. Es un cuadro que se ha movido de una colección histórica a una colección estatal.

—¿La atribución a Bruegel el Joven y su declaración como BIC se debe al estudio que hizo Matías Díaz Padrón?
—Yo creo que Matías solo lo vio a través de una foto. De ahí que no fuera muy precisa su atribución.

—En España hay pocos, pero muy buenos coleccionistas: Abelló, Arango, Thyssen, Várez Fisa, Koplowitz... ¿No se pensó en algún momento ofrecerle el cuadro a ellos?
—Los propietarios no nos dijeron a quién debíamos ofrecerle el cuadro. Ofrecerlo al Prado fue nuestra primera idea. El cuadro necesitaba la profesionalidad y los recursos técnicos del Prado. Últimamente, este museo es un comprador muy importante. Y, desafortunadamente, no hay tantos coleccionistas de pintura antigua de este nivel en España.

—A todos nos sorprendió el precio final: 7 millones de euros. Los expertos dicen que en el mercado triplicaría esa cifra. ¿Por qué entonces 7 millones?
—El cuadro es precioso, pero su estado de conservación es un poco problemático. El precio refleja varias cosas: el hecho de que proceda de una colección histórica, que no podía salir de España... Es un precio sustancial. Con las condiciones que había, los propietarios estaban satisfechos aceptando la oferta del Prado.

—¿El precio lo fijó el museo, los propietarios, Sotheby's?
—No puedo decirlo.

—Se habló también de que el precio no fue más elevado porque el museo era el que había hecho todo el estudio técnico de la obra...
—No, no creo que eso haya influido en el precio.

—¿Qué ocurre ahora con la pintura antigua? Salen obras de los grandes maestros hasta debajo de las piedras: supuestas obras de Velázquez, Goya y hasta Miguel Ángel. ¿A qué atribuye este «boom» de la pintura antigua en el mercado?
—Yo creo que el mercado de pintura antigua siempre tiene la capacidad de sorprender. Y España es un país que sigue teniendo cosas por descubrir. No sé si es una casualidad que hayan salido tantas cosas juntas, pero siempre hay descubrimientos y eso es lo que calienta el mercado y lo que capta a los coleccionistas. Para mi trabajo es una parte fundamental ir buscando joyas escondidas y, cuando se tiene suerte de encontrar obras de esta magnitud, es un gran placer.

—En el caso del Bruegel, ¿cómo ocurrió?
—Los propietarios nos invitaron a hacer una valoración.

—¿Es imposible saber algo acerca de la familia?
—Es una familia importante y tiene una colección importante.

—¿Tenían el cuadro en su casa o en depósito en algún lugar?
—Estaba en su casa.

—¿Son de Madrid?
—No.

—¿El mercado del arte antiguo es más estable y seguro que los demás? Parece que el arte contemporáneo sufre más altibajos...
—En un momento en que los tipos de interés son muy bajos hay mucha fluctuación en los mercados financieros y también en el artístico. Lo que hemos visto en los últimos dos o tres años es gente que mira el arte como un vehículo para invertir. Comprar arte parece un bien muy estable. La pintura antigua tiene ventajas: queda muy poco de primerísima calidad y sabemos quiénes son los pintores importantes establecidos. El mundo contemporáneo es más especulativo. Estamos viendo mucho dinero invertido en pintura antigua.

—¿Hay un resurgir de la pintura antigua?
—En España, desafortunadamente no. En el nivel top hay mucha demanda. La parte media es muy selectiva. Es un mercado con dos caras, con dos niveles.

—Decía antes que en España aún hay posibilidades de encontrar joyas en las colecciones. ¿Nos podría desvelar alguna?
—Estoy trabajando en una obra importante, que es un redescubrimiento. Pero aún no puedo dar detalles.

—En el caso del Bruegel ha habido unanimidad en cuanto a su atribución. No es el caso del supuesto Velázquez de Yale, «La educación de la Virgen». ¿Conoce la obra? ¿Qué opina? ¿No hay demasiada rapidez y ligereza a la hora de hacer las atribuciones?
—¡Bienvenida a la pintura antigua! Es un campo complicadísimo. Un pintor como Velázquez es muy complicado, porque no sabemos mucho de su taller. No tenía un taller como Van Dyck o Rubens, que era muy desarrollado. Siempre habrá diferencias de opinión en la interpretación de cuadros de muchísima calidad. El tema de las atribuciones es algo complejo, que lleva tiempo. No he visto la obra de Yale, no puedo dar mi opinión. Cuando estás enfrente de una obra maestra, te habla, te dice algo. Con el Bruegel fue lo que nos pasó. Pero el estudio académico es fundamental.

—¿Qué hace que un coleccionista se decante por una subasta o por una venta directa?
—Pues depende. Hay muchos criterios. Por ejemplo, si tenemos parte de un retablo y la otra se halla en un museo o en manos de un coleccionista privado. En estos casos hay un candidato preferente para comprar la pieza. Fue el caso de un díptico que encontré en una colección de Barcelona. La otra parte estaba en un museo de Tokio, así que la vendí a este museo. Unas veces, una familia puede preferir la venta privada por discreción. Otras veces aparecen obras que no pueden salir de España. El mercado aquí no está muy desarrollado. No es muy acertado poner en subasta en España en estos momentos una obra muy importante. Las piezas de este tipo las vendemos privadamente en España. Yo hago ventas por todo el mundo, bastantes en España. Es una buena manera para fomentar aquí el coleccionismo. Y para los propietarios es una forma de controlar mejor el precio que van a recibir. En las ventas directas hay más control que en las subastas.