Lo mejor de la Edad de Oro holandesa se muestra en el Guggenheim

El Museo Guggenheim Bilbao acoge hasta el 23 de enero la exposición La Edad de Oro de la pintura holandesa y flamenca del Städel Museum, una muestra que incluye una gran selección de obras maestras provenientes de la pinacoteca de Fráncfort, que alberga una colección única de aquel período de la historia de los Países Bajos.

La exposición, que cuenta con el patrocinio de la Fundación BBVA, ofrece al visitante, a lo largo de la tercera planta del Museo, un recorrido por 130 obras maestras, en su mayoría nunca antes exhibidas en España, que evidencian, en la pintura de historia y en el retrato, así como en el cuadro de género, en los paisajes y en los bodegones, el gusto específico y los ideales particulares de la elite holandesa.

Más de 80 artistas

La Edad de Oro de la pintura holandesa y flamenca del Städel Museum incluye obras de más de 80 artistas, entre los que se encuentran los más relevantes de este período: Jan Vermeer, Rembrandt, Frans Hals, Peter Paul Rubens, los Brueghel, Jordaens y Teniers, Gerard ter Borch, Jan Steen, Jan van Goyen, Cornelis de Heem, Karel van Mander, Dirck van Baburen, Abraham Mignon o Adriaen Brouwer, entre otros.

En las décadas posteriores a 1568, cuando una parte de los Países Bajos se rebeló contra la Monarquía Hispánica por causas religiosas, las Provincias Unidas del Norte lograron convertirse en una gran potencia comercial. Sobre este trasfondo, su elite comercial burguesa, que en esos años acumuló inmensas fortunas, quería reconocer sus valores e ideales en los cuadros con los que adornaba sus estancias. Esta época de bonanza económica, que se reflejó en la calidad de la producción artística holandesa, se denominó, desde el punto de vista historiográfico, la Edad de Oro, un período que abarca desde aproximadamente 1580 hasta principios del siglo XVIII.

Los logros de esta Edad de Oro se representan de forma excepcional en El geógrafo, una de las obras maestras del gran pintor holandés Jan Vermeer, que se muestra en España por vez primera. La elegancia pictórica y colorista, la delicadeza óptica, la fusión de niveles de género consolidados y la unión del arte con la ciencia se combinan para convertir a esta pintura en un símbolo de la pintura holandesa de esta época y, por lo tanto, en uno de los ejes centrales de la exposición.

Cinco grandes secciones

El Guggenheim presenta una extensa selección de pinturas holandesas, enriquecida por significativas obras flamencas representativas del Barroco, en un recorrido temático por cinco grandes secciones, que se corresponden con los grandes géneros de la pintura en los que los artistas de la época se especializaron: Naturalezas muertas, Historia, Paisaje, Retrato y Pintura de género e interior.

La muestra comienza con una selección de bodegones. La naturaleza muerta se estableció como género pictórico independiente por primera vez a finales del siglo XVI, casi al mismo tiempo en los Países Bajos y en Italia. Dentro de la jerarquía de géneros, para la crítica artística del siglo XVII, la pintura de naturalezas muertas ocupaba un lugar secundario por la representación de objetos inanimados. Sin embargo, los bodegones de la Edad de Oro compensaron sobradamente la carencia de interacción humana mediante una reproducción realista detallada, que fascinó a los coleccionistas de la época. De hecho, muchas de estas obras eran codiciadas en el mercado de arte internacional y se convertían automáticamente en símbolo del estatus de su propietario.

El bodegón

En el siglo XVII el bodegón era lo contrario a la mera reproducción del mundo visible. Los ramos suntuarios del reconocido Jan Brueghel el Viejo contienen interpretaciones alegóricas o morales, además de una notoria escenificación del lujo y la exquisitez de las plantas que exhiben, como Ramo de flores en un jarrón de vidrio.

Sin embargo, las piezas florales de la pintora Rachel Ruysch, la artista femenina más reconocida y de mayor éxito de su época, anteponen a la evocación moral el interés por la veracidad botánica y zoológica. Ramo de flores en vasija de vidrio es un magnífico ejemplo de su notable talento pictórico. Por su parte, las vanitas exhiben de un modo ostensible motivos que evocan lo perecedero de los bienes terrenales y representan la quintaesencia del sentimiento barroco de la vida, como demuestra la Vanitas de Peter Willebeeck, maestro del gremio amberino de San Lucas.

Los bodegones también cumplieron la función de demostrar las pretensiones de estatus de sus propietarios. A medida que las compañías comerciales holandesas dominaban en gran medida el comercio mundial, los objetos representados se volvían más exóticos y valiosos, y su disposición cada vez más elaborada, como muestra Bodegón suntuario con gorriones copulando, obra maestra de Cornelis de Heem. En el monumental Bodegón con peces sobre una mesa de cocina, del artista amberino Jacob van Es, los objetos representados también reflejan el auge de Holanda como potencia comercial.

La exhibición de productos locales pronto se vio sustituida por bienes de lujo que se convirtieron en motivos habituales de la pintura de bodegones: cristalerías o tapices del área mediterránea, especias o caparazones de exóticos animales marinos de la India e Indonesia o lujosas porcelanas chinas. El Bodegón con fruta, pastel y copas de Jan Davidsz de Heem exhibe con virtuosismo la alta cultura de mesa por medio de suntuosas vajillas y costosos bienes de importación.

No es de extrañar que, en ese giro progresivo de la acaudalada clase media holandesa hacia el estilo de vida aristocrático, los bodegones incorporaran, en la segunda mitad de siglo, los motivos de caza. Bodegón con liebre y aves muertas del pintor de Ámsterdam Jan Weenix es un buen ejemplo de las pretensiones de la clase más pudiente.

Historia

La pintura de historia gozó de una especial acepción en el siglo XVII. Para poder reproducir temas de la Biblia, de la poesía antigua y también de obras literarias contemporáneas, los artistas requerían múltiples conocimientos de literatura e historia, así como habilidades propias de los pintores de bodegones y de paisajes. Todas estas destrezas tenían como objetivo que el espectador del cuadro pudiera comprender adecuadamente la acción representada. Los principios de la pintura de historia, desarrollados sobre todo en Italia, se resumieron en el Schilder-Boeck (Libro de los pintores), cuyo autor, Karel van Mander, también trabajaba como pintor de historia en Haarlem (Holanda).

Un lugar destacado de la muestra lo ocupa David toca el arpa ante Saúl, del holandés Rembrandt Harmensz van Rijn. Si las pinturas de los llamados “prerrembrandistas” se caracterizaban a menudo por un elaborado escenario y un complejo entramado de figuras, Rembrandt logró transmitir, más que ningún otro pintor de historia, los estados emocionales de los personajes, representando los momentos de máxima tensión de cada escena. Otras piezas destacadas en esta sección son El rey David toca el arpa, de otro gran maestro de la pintura de historia, el flamenco Peter Paul Rubens, pintor de corte de los archiduques Isabel y Alberto, y creador de demandados cuadros históricos de altar de gran formato y de extraordinaria riqueza compositiva.

Paisaje

La franja litoral desempeñó un papel importante en la Holanda del siglo XVII, ya que el mar aseguraba la economía de la República, gracias a la pesca y al comercio marítimo, pero al mismo tiempo suponía el punto débil del país, puesto que por mar podían llegar las flotas enemigas. De ahí que las representaciones pictóricas de barcos que navegan por un mar tempestuoso o en calma se convirtieran en la principal demanda de la burguesía holandesa y flamenca de mediados del siglo XVII, por encima de los cuadros de historia, de género o de los bodegones, hasta el punto de que el paisaje fue considerado durante mucho tiempo como “típicamente holandés”, y todavía en la actualidad determina el concepto de “Edad de Oro”. Las bellas marinas de Simon de Vlieger, como Fragata disparando salvas de cañón y balandro con mar en calma, y las de su discípulo Willem van de Velde son un buen ejemplo de ello.

Pocos pintores holandeses de la época supieron captar la extensión del cielo y la vivacidad de las nubes de manera tan soberbia como el famoso pintor holandés Jan van Goyen, cuyos paisajes monocromos ocupan un lugar destacado en esta sección de la muestra. Desde mediados de siglo, Van Goyen dio un nuevo y decisivo impulso al paisajismo, acuñando la imagen de la típica planicie holandesa e introduciendo los paisajes de dunas que alcanzaron con rapidez gran popularidad. La muestra también acoge ejemplos de vistas topográficas de ciudades representadas por los hermanos Job y Gerrit Berckheyde, que daban testimonio de actividad económica y bienestar.

Paisaje fluvial con puente es un ejemplo relevante y de gran calidad de la obra temprana de Aelbert Cuyp, uno de los pintores preferidos de las clases distinguidas, que inundó el paisaje holandés con pastores, ganado y una luz dorada que le confirió un aire meridional. También el norte de Europa ofrecía motivos exóticos. Jacob van Ruisdael y Salomon van Ruysdael, que dominaron el arte de cargar sus representaciones paisajísticas con intensos ambientes de aspecto escandinavo, como se puede observar en el dramático Paisaje de bosque con cascada ante una tormenta en ciernes de Ruisdael o en el idílico Paisaje fluvial con transbordador de Van Ruysdael.

Retrato

Los retratos cumplían una función social en mayor medida que los cuadros de otros géneros puesto que representaban el estatus del personaje representado, así como sus vínculos sociales y familiares. Entre las particularidades de la pintura holandesa durante la Edad de Oro se encuentran los retratos de grupo, que reflejaban al individuo representado en base a su actividad, por ejemplo, miembros de las milicias civiles o del gremio de los cirujanos.

Sin embargo, la mayoría de los retratos holandeses se hacían para el ámbito familiar. En el siglo XVII era habitual encargar retratos dobles (pendant) o réplicas de retratos con motivo de un compromiso matrimonial o una boda. Tras unos años de matrimonio, las parejas también encargaban retratos para reforzar su vínculo de forma visible y posteriormente se transmitían a los herederos, de modo que, con el tiempo, se formaban en la burguesía galerías de antepasados, en las que se podía ver la antigüedad de la familia y también su ascenso social y prosperidad.

Dado que la demanda de retratos era amplia y continua, en cada ciudad había retratistas especializados. Esta sección exhibe obras maestras de dos de sus principales exponentes: Frans Hals, el retratista más famoso de Haarlem, que supo caracterizar sus modelos con pinceladas de efecto casi abstracto; y Rembrandt, el ambicionado pintor de historia que en la década de 1630 conquistó el mercado del retrato de Ámsterdam, experimentando con poses poco usuales.

Entre las obras destacadas de este género se encuentran las damas anónimas tanto de Johannes Verspronck, compañero de gremio y probable aprendiz de Frans Hals, como de Nicolaes Maes, discípulo de Rembrandt y uno de los principales representantes de un nuevo estilo de retrato cortesano en los Países Bajos del norte. En Retrato de una mujer sentada en una butaca de Verspronck puede apreciarse la atención y el esmero dedicado a los detalles ornamentales, mientras que el excepcional Retrato de una mujer con vestido negro de Maes, incluye una vista paisajística enlazando así con una tradición flamenca introducida por Anton van Dyck que representaba las ambiciones de los ciudadanos que anhelaban un estilo de vida aristocrático.

Cabeza de un hombre barbudo en atuendo oriental del pintor de Leiden Arie de Vois, otra de las obras maestras de la muestra, es un ejemplo típico de tronie, un tipo de representación que cultivaron con maestría Rembrandt y Frans Hals, entre otros, en el que la individualidad del modelo se subordinaba al afecto expresado.

Así como los retratos familiares solían reflejar el bienestar económico de la familia por medio de su atuendo o de interiores señoriales, los retratos de niños poseen un encanto especial ya que la representación algo rígida de unos adultos conscientes de su estatus social contrasta con el aire desenfadado y alegre de esas pinturas. El Retrato de Susanna de Vos, del pintor de historia de Amberes Cornelis de Vos, el único artista flamenco que se especializó entre los primeros años de la década de 1620 y 1635 en el retrato infantil, representa a la niña sentada en su trona y balanceando alegremente los pies mientras mira fijamente al observador.

Pintura de género e interior

Con las pinturas de género concluye la muestra. Los fumadores y bebedores –como ejemplos de vida depravada– son algunos de los motivos preferidos de la pintura holandesa de género del siglo XVII que gustaban coleccionar los prósperos burgueses que, tanto por su posición social como por su cultivada educación, se apartaban de estas conductas amorales. Como modo de representación más bajo, la escena y los protagonistas podían y debían resultar desagradables, por lo que a menudo los protagonistas de estos cuadros eran campesinos e individuos de los estratos sociales inferiores, siguiendo las reglas de la comedia.

Un iniciador importante de la pintura de género fue Pieter Bruegel el Viejo. Por su parte, Adriaen Brouwer, que había trabajado temporalmente con Frans Hals en Haarlem antes de regresar a su Flandes natal, difundió estos ásperos temas tanto en el norte como en el sur. Campesino ebrio o la famosa El trago amargo, una obra de gran virtuosismo técnico que representa a un campesino de semblante desencajado, son ejemplos destacados de este género.

En Amberes, David Teniers el Joven prosiguió la tradición familiar –se casó con la nieta de Bruegel– y, antes de emplearse como pintor de corte en Bruselas con el archiduque Leopoldo Guillermo, se dedicó de modo especial y preferente a pintar escenas de campesinos, ferias y tabernas. La exposición alberga algunas de sus obras más relevantes como Dos campesinos fumando junto al fuego de carbón o Fumador en la taberna.

En Holanda se dedicaron a este género, considerado de baja categoría, sobre todo pintores de Haarlem, como Jan Miense Molenaer, cuya famosa obra Fumador con vaso de vino vacío, puede contemplarse en la muestra; Adriaen van Ostade, que introduce elementos de la pintura de pajares en este género, o sus discípulos Cornelis Bega y Cornelis Dusart.

Es común a estos artistas una pincelada suelta, en la que los distintos trazos quedaban visibles. Esta manera algo “tosca” y de aspecto desordenado parecía adecuada para los temas de bajo rango moral y social en los que Jan Steen, pintor nacido en Leiden y discípulo del paisajista Jan van Goyen, alcanzó especial maestría. En sus famosas obras Taberna con huésped y tabernera o El alquimista resalta los vicios y defectos de sus coetáneos con mordaz ironía y simpatía. Dama con copa de vino, de Gerard ter Borch, Una mujer poniendo la mesa de la cena, de Gerrit Dou, y Calderero romano, de Jan Baptist Weenix, así como la exquisita representación del ambiente interior doméstico de Interior con pintor, dama leyendo y doncella barriendo de Pieter Janssen Elinga, son otros ejemplos destacados de obras maestras que acoge esta sección de la exposición.

Espectacular museo

El Städel Museum de Fráncfort del Meno –la ciudad más importante del Estado de Hesse– cuenta con una de las colecciones de arte más importantes de Alemania, compuesta por 2.700 cuadros (de los cuales se exhiben 600) y una colección gráfica de 100.000 dibujos y láminas así como 600 esculturas.

Fundado en 1818 por el banquero y comerciante Johann Friedrich Städel, este museo tiene entre sus fondos pintura europea de siete siglos, comenzando a principios del siglo XIV hasta llegar al gótico tardío, Renacimiento, Barroco y siglos XIX y XX.

Entre las obras más destacadas de la institución se encuentran obras de Sandro Botticelli, Andrea Mantegna, Giovanni Bellini o Bartolommeo Veneto, en la Colección de pintura italiana de los siglos XV y XVI; importantes originales de Lucas Cranach el Viejo, Albrecht Altdorfer, Hans Holbein el Joven y Hans Baldung Grien en lo correspondiente al Renacimiento alemán. De Durero existe una enorme colección de grabados, que habitualmente no se exponen para preservarlos de la luz.

Del Barroco holandés, destacan varios óleos de Rembrandt, como La ceguera de Sansón y David tocando el arpa ante Saúl, o la obra maestra El geógrafo, de Vermeer.

Además, la colección de pintura y escultura alcanza a las épocas del Impresionismo o las vanguardias del siglo XX, con ejemplos de Degas, Renoir, Picasso, Franz Marc, Kirchner, Yves Klein o Max Beckmann.

Bilbao. La Edad de Oro de la pintura holandesa y flamenca del Städel Museum. Museo Guggenheim. Hasta el 23 de enero de 2011. Comisario: Jochen Sander, subdirector y conservador de Pintura Alemana, Flamenca y Holandesa del Städel Museum.

Jordi Prat: Lo mejor de la Edad de Oro holandesa se muestra en el Guggenheim,
hoyesarte.com, 26 de Diciembre de 2010