Frans Hals toma el relevo en el Metropolitan

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Las elevadas temperaturas y la humedad hacen de Nueva York un infierno. Los cines de verano, los conciertos al aire libre o los festivales de teatro en el parque, aunque atractivos, son un reclamo insuficiente para los habitantes que tienden a desaparecer a principios del mes de julio. Para los que se quedan en la ciudad, las instituciones culturales ofrecen programas interesantes pero ligeros, y se reservan el plato fuerte, las exposiciones de alto presupuesto y sobrada publicidad, para la vuelta de vacaciones.

En este caso, el Met se aventura con una pequeña exposición como relevo de la gigantesca muestra de Alexander McQueen. Frans Hals in the Metropolitan nació como una propuesta para un bulletin estival del museo pero se convirtió pronto en un proyecto firme de exposición por su indudable interés didáctico.

El comisario de la muestra, Walter Liedtke, asegura que, tras el éxito de la monográfica sobre La Lechera de Vermeer en 2009, se ha buscado la posibilidad de acercar al público algo más de la edad de oro de la pintura holandesa fuera de la tónica de los grandes museos, tratando de huir de las principales figuras de esos años, como Rembrandt, Van Dyck o Rubens. Se ha querido demostrar que Hals forma parte de este selecto grupo: "el famoso pintor Merrit Chase solía decir que todo aquel que quisiera convertirse en pintor debería estudiar dos cosas fundamentales, la naturaleza y la pintura de Frans Hals".

franz_hals_en_el_met_3Maestro de la pintura de género

Hals se distinguió por sus dotes para el retrato psicológico y por su pintura de género. Así, parte de la producción que se puede apreciar ahora en el Met se ve salpicada de retratos masculinos con sobrias vestimentas (Petrus Scriverius), escenas de fiestas (Hombre joven con una mujer en una posada) o algo tan insólito como el retrato naturalista de niños (La joven pescadora).

La temática burguesa de sus cuadros se adaptaba perfectamente a los gustos de los comerciantes, la clase social emergente en Holanda durante la primera mitad del XVII. Para aclarar este punto, Walter Liedtke aseguró, después de convivir 30 años con un cuadro como el de Los juerguistas de Shrovetide: "No se me ocurre ninguno mejor para expresar lo que le gustaba al espectador de la época. Un carnaval perpetuo, con cerveza porque no se podía confiar en las condiciones del agua de Haarlem, una chica demasiado bien vestida para la ocasión, alusiones eróticas por todas partes... Resulta gracioso que los compradores de este cuadro en el XIX nunca entendieran el significado de nada de ésto porque si no seguramente no podríamos apreciar hoy aquí esta obra".

Pincelada suelta y color

Alrededor de 1616, Hals empezó a pintar sus obras más importantes y a recibir encargos. A pesar de su continua producción, de su popularidad y del reconocimiento por parte de sus compañeros de profesión al hacerle presidente del gremio de San Lucas de Haarlem, Hals siempre padeció serias dificultades económicas que le hicieron depender de la caridad en sus últimos años.

Para intentar aumentar sus escasos recursos cuando su estilo jocoso y aburguesado dejó de estar de moda, creó un taller donde formar a jóvenes aprendices en el oficio de la pintura. Fueron estos pupilos los que contribuyeron a difundir, aún más si cabe, el estilo de Hals. El dominio de la pincelada suelta y del color fueron fundamentales en la obra de estos alumnos, así como en artistas posteriores: Manet, Courbet, los impresionistas, etc., todos admiraron a Hals y se maravillaron con su técnica, entre ellos Van Gogh, quien señalaba con admiración, por ejemplo, lo sorprendente que resultaba que en las pinturas de Hals no hubiese menos de "27 tipos de negro".

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En esta exposición se ha logrado dinamizar un número de piezas muy reducido de manera excepcionalmente educativa. Se ha contado sólo con las 12 obras del artista que pertenecen al Metropolitan y el comisario se ha servido de cinco préstamos de filántropos anónimos y de una serie de pinturas de autores holandeses coetáneos en los que se hace muy patente la influencia de Hals. Es el caso de su propio hermano Dirck, el pintor Van Goyen, Verspronck, Brower o Van Ostade, por no mencionar un excepcional retrato de Rubens y otro de Van Dyck.

Broche de la muestra

El broche de la muestra lo conforma una sala con paneles que reproducen un juego visual en el que el espectador puede observar fragmentos de obras de Hals junto con los de otros pintores como John Singer Sargent, Merrit Chase o Manet con objeto de demostrar la transcendental influencia de su pintura en los pintores del XIX.

No se oculta la naturaleza discreta de la muestra; pequeña pero muy cuidada tanto en el diseño como en el comisariado. Quizá hubiese sido recomendable recurrir a más obra auténtica en lugar de a tantas reproducciones; sin embargo, la impresión general es la de un entretenimiento didáctico, por lo que el ahorro en costes quedaría justificado y seguramente sea muy saludable para el museo después de la inversión titánica realizada en la muestra de McQueen y previendo lo que está por llegar en otoño.

Nueva York. Frans Hals in the Metropolitan Museum. Metropolitan Museum of Art. Del 26 de julio al 10 de octubre de 2011.

Marta Zapardiel de la Matta. NY: Frans Hals toma el relevo en el Metropolitan, hoyesarte.com, 26 de Julio de 2011