El papel del arquitecto

“Out There: Architecture beyond building” es el lema elegido este año para la Biennale de arquitectura de Venecia. Si hace dos años la Biennale fue un acopio de datos sobre las grandes urbes que provocaban la reflexión, en esta ocasión el proceso es distinto. Toda la muestra oficial es una reflexión no ya tanto sobre la arquitectura, sino sobre la sociedad y todo aquello que los arquitectos tendrían que tener en cuenta.

Instalación de Vicente Guallart

Alguna de las instalaciones es realmente esclarecedora, como la de Droog Desing. El célebre estudio holandés ha realizado una muestra vistosa, pero sobre todo inteligente. Singletown se enfoca a que ya un 20% de la población vive sola. Somos seres gregarios, pero no compartimos nuestras vidas. Somos solitarios en manada.
La exposición oficial cuanta con la participación de un único arquitecto español, Vicente Guallart. Su aportación, un espacio repleto de mobiliario transparente iluminado con leeds, sugiere tecnología, pero también interconexión y ahorro energético, porque, como dice el arquitecto “no podremos sobrevivir a otro siglo XX”.

Aunque la arquitectura no es economía, es la economía la que rige sus destinos. La arquitectura y sobre todo el arquitecto que firma el proyecto, se ha convertido en un símbolo de poder. Y cuando la arquitectura se pone al servicio del poder se llega al exceso, a lo superfluo, a lo redundante … a la antiarquitectura. El proyecto deja de considerar asuntos decisivos como el equilibrio, la adecuación al uso, incluso aspectos éticos como la idoneidad en determinados ámbitos. Todo se subordina a los deseos del poder.

Por ejemplo, la controversia que provocó el proyecto firmado por Foster para la Central House of Artist de Moscú. Los arquitectos rusos se mostraron muy molestos, ya que ni siquiera se les informó del concurso. Pero a raíz de ese desencuentro, se produjo un profundo debate ya no sobre el proyecto, sino sobre la necesidad del mismo.
Y, sí, la arquitectura va más allá de la simple construcción. La arquitectura debe resolver necesidades humanas, pero sin perder de vista aspectos como minimizar el consumo de energía, utilizar técnicas y materiales respetuosos con el entorno y proyectar espacios que los humanos sientan como propios. Espacios que son la vivienda, pero también el lugar de trabajo. También son las redes urbanas por las que nos movemos de un lugar a otro; los comercios en los que nos aprovisionamos o los lugares de ocio a los que acudimos.

Sobre todo ello reflexiona esta Biennale, incluso más allá de la exposición oficial. La `participación italiana “Cercare casa” medita sobre la tipología de la vivienda según el carácter de quien la ocupa. El pabellón de Dinamarca –que recibe al visitante con una lista de los países que han ratificado (o no) el protocolo de Kyoto- habla de las ciudades desde una perspectiva de bienestar. Holanda ha recogido en vídeo en debate sobre el papel de la arquitectura en la sociedad actual y cómo algunas intervenciones han cambiado la vida de los ciudadanos. El pabellón de Alvar Aalto exhibe una muestra de edificios que guardan y comparten cultura: museos y bibliotecas finlandeses, algunos de ellos un alarde de elegancia y poesía. Por supuesto no faltan los arquitecstrellas (así los define un espontáneo anónimo en un mural participativo: architectstars), una concesión a los nombres que, supuestamente, aportarán relevancia a la muestra.

Liddell: El papel del arquitecto, www.soitu.es, 14 de octubre de 2008