Retrato de la URSS por el arte no oficial

La Fundación Juan March abre su temporada artística con una revisión de los conceptualistas románticos soviéticos, aquellos artistas que vivieron y trabajaron en Moscú en los márgenes del contexto cultural soviético entre 1960 y 1990. «La ilustración total. Arte conceptual de Moscú, 1960-1990», organizada en colaboración con la Schirn Kunsthalle de Fráncfort, reúne más de dos centenares de obras de 25 artistas. Estos constituían «una clase cultural urbana que era una elite y a la que se toleraba su arte, siempre y cuando no se convirtiera en cultura de masas», explica Borys Groys, comisario de la muestra y reconocido ensayista y especialista en arte ruso, que acaba de presentar en nuestro país su libro «Bajo sospecha. Una fenomenología de los medios».

El humor y cierto romanticismo irónico, además de una aguda reflexión sobre la totalizante ideología soviética, son las notas dominantes del que está considerado como el movimiento artístico ruso más importante de la segunda mitad del siglo XX. Para Javier Gomá, director de la Fundación March, ésta es «una exposición románticamente humorística. Frente al totalitarismo, la relativización mediante el humor». Basta con echar un vistazo a algunas piezas presentes en la muestra, como «Lenin-Coca-Cola» y «Malevich», ambas de Alexander Kosolapov. En la primera, el dirigente soviético aparece ilustrando el símbolo por excelencia de la sociedad consumista occidental: la Coca-Cola. En la segunda, se cambia en una genuinamente americana cajetilla de cigarros el nombre de Marlboro por el de Malevich, célebre artista ruso. Otras de las piezas más relevantes de la exposición son «El hombre metafísico», de Ilía Kabakov; «¡Voy!», de Érik Bulátov; «Léxico fundamental», de Grisha Bruskin (formado por 64 lienzos); «Eslogan ideal», de Komar & Melamid, o una serie de fotografías en blanco y negro coloreadas a mano de Borís Mijáilov.

La muestra se plantea el objetivo de «hacer una contribución al análisis histórico de una de las estrategias artísticas más pregnantes del siglo XX a través de una mirada amplia sobre las posiciones centrales de la primera y la segunda generación de artistas conceptuales de Moscú». Subraya el comisario que «tras la muerte de Stalin se creó un espacio de libertad sobre todo en el entorno urbano y allí surgió un arte individual. Era un arte “inoficial” que no sufrió la persecución del poder pero que tampoco se mostraba en los medios de comunicación. En occidente el arte es una mercancía y el artista trabaja para esa industria. En la Unión Soviética el artista no producía para el mercado sino que la obra era una expresión artística que se basaba en la intrepretación de la misma».

Coincidiendo con la muestra, se presenta la primera edición de la traducción española de «Obra de arte total: Stalin», de Groys. Además, se han organizado conferencias y un ciclo de conciertos, «Después de Stalin: Música en la URSS, 1960-90», que se inaugura hoy y continuará durante los tres siguientes miércoles de este mes.

Juan Carlos Delgado, Madrid: Retrato de la URSS por el arte no oficial, ABC, 10 de octubre de 2008