Últimas noticias de Le Corbusier

La capilla de Notre Dame du Haut, en la colina que preside el pueblo de Ronchamp, fue destruida en varias ocasiones: por los rayos, a lo largo de los siglos; por las bombas, en 1944. Ahora hay quien sostiene que la obra maestra de Le Corbusier, inaugurada en 1955, va a ser destruida por otro arquitecto. El célebre Renzo Piano. Éste va a edificar cerca -¿demasiado cerca?- un convento para 12 monjas clarisas, que actualmente viven en la próxima localidad de Besançon y están prestas a mudarse a Ronchamp (noroeste de Francia).

Hay que respetar "la acústica del paisaje", dicen los detractores del nuevo convento en el centro de una polémica que vuelve a poner de actualidad al arquitecto más influyente del siglo XX. En un verano en que la editorial de libros exquisitos Phaidon Press se prepara para publicar Le Grand, aunque sólo sea por sus gigantescas dimensiones acaso la obra definitiva sobre el creador.Lisboa también ha tenido su propia ración de fiebre lecorbuseriana. El museo Berardo del Centro Cultural Belém ha acogido, en esa ciudad portuguesa, la retrospectiva más completa del arquitecto. Una muestra de pinturas, piezas de mobiliario, libros, objetos personales, planos y dibujos que tras su paso por Lisboa dará el salto a Londres y Liverpool, informa Francesc Relea.

Le Corbusier

"La capilla y la colina forman un conjunto único en el mundo" sostiene, con razón y de vuelta a Ronchamp, el presidente de la Fundación Le Corbusier. Y respalda ambos puntos de vista el arquitecto Michel Kagan o el historiador Jean-Louis Cohen, que citan al propio Le Corbusier, contrario en 1960 a que la capilla tuviera a su lado una residencia para peregrinos: "La obra de Ronchamp está acabada. ¡Déjenla como está!". En contra de quienes no quieren que nada ni nadie venga a modificar la perspectiva sobre la capilla de Le Corbusier, la opinión sensata de una religiosa se escucha en Ronchamp: "Las monjas darán vida a la capilla, le devolverán su dimensión sagrada, hoy oculta por su estricta dimensión arquitectónico-turística". Para Cohen ese argumento "es pura cháchara al servicio de intereses inmobiliarios. Las clarisas tienen más de 75 años. ¿Quién garantiza que su convento no será transformado en hotel?", se preguntaba el historiador en Le Monde.Otro argumento más contundente: a la entrada del recinto de Ronchamp, una construcción, de color rosa, sirve de taquilla y de punto de venta de libros y recuerdos. El edificio es enorme y horroroso, y oculta toda perspectiva sobre la capilla cuando se llega a la explanada que sirve de aparcamiento. "Es verdad. Y durante años nadie ha dicho nada contra este horror. Gracias al convento de Piano por fin todo esto va a ser destruido y convertido en algo mucho más discreto", cuentan en el Ayuntamiento de la localidad.

Para el pueblo de Ronchamp, la capilla de Le Corbusier es importante. Atrae entre 120.000 y 140.000 visitantes cada año. Pagan la entrada y compran libros y folletos sobre el lugar. Luego, algunos (pocos) se asoman al museo de la minería, al pie de la colina, o comen y se alojan en los hoteles de la localidad que, hasta finales de los cincuenta, vivía del carbón que se extraía a casi 1.000 metros de profundidad, en la galería más profunda de Europa. Hoy el patrimonio lecorbusieriano es el único filón vivo a Ronchamp.

Los detractores del convento de Piano han presentado recursos y han intentado frenar el inicio de las obras. En vano. El próximo 6 de septiembre se pondrá la primera piedra. El edificio de Piano es de una discreción ejemplar. Se hunde en la ladera, quedará camuflado entre los árboles y es invisible desde la perspectiva canónica o más conocida de la colina desde Ronchamp, pues se construye en la otra vertiente. Pretender que la capilla de Le Corbusier irradie exigencia de inmovilidad arquitectónica a varios kilómetros a la redonda puede parecer excesivo. Si es cierto que hay que proteger la silueta y la perspectiva de la genial capilla de cemento armado -su techo se inspira en la concha invertida de un cangrejo-, también habría que preocuparse por la limpieza de los cristales de la urna que preside el gran altar exterior y el altar mayor interior del edificio y no dejar que el tiempo los empañe.

Renzo Piano

Un claro en el bosque, apenas unos cien metros detrás de la capilla y del insólito campanario imaginado por Jean Prouvé, nos indica el lugar donde van a comenzar las obras ideadas por Piano. El lugar es magnífico, sobre todo ahora, en verano, pues en invierno el viento y el frío obligan a tener una fe muy sólida para aguantar aquí. Los montes de la cadena de los Vosgos son redondeados y la vegetación les abriga hasta el alzacuello, a veces hasta la tonsura. En el caso de Ronchamp, el prado que rodea la capilla es fruto de las sucesivas capillas levantadas durante los siglos anteriores. Y de los incendios. Y las concentraciones de gente durante las kermeses veraniegas. Le Corbusier parece haber eternizado la silueta, pero ésa es hija de un tiempo que no se detiene.

Un libro más que grande, enorme

Le Corbusier también está de actualidad en las librerías. Y en formato gigante. El tamaño y volumen del libro —2.000 ilustraciones en 624 páginas que pesan ocho kilos— da idea de la magnitud del personaje. El título tampoco deja duda: Le Corbusier Le Grand (Phaidon Press, 150 euros, www.phaidon.com). Se podrá adquirir en septiembre en España en tapa dura.
- Toda su vida está volcada en él, en infinidad de fotos, cartas, documentos, dibujos, algunos de ellos inéditos.
- Mención especial merecen las cartas manuscritas. Sobre todo las dirigidas a su madre, a quien escribió semanalmente hasta la muerte de ella, a los 100 años.
- El legado de dibujos que dejó Le Corbusier es inmenso: desde los de carácter erótico, o los que tienen reminiscencias de su admirado Léger o Picasso, hasta los dedicados a su mujer, la modelo Ivonne Gallis.

Octavi Martí (Rochamp), Últimas noticias de Le Corbusier, El País, 19 de agosto de 2008