El Prado se rearma con argumentos para la descatalogación de «El Coloso»

El Museo del Prado ha aceptado el envite de diversos especialistas que dudaron sobre la descatalogación de «El Coloso». Ahora que han pasado nueve meses desde que Manuela Mena, jefa de Conservación de Pintura del XVIII y Goya del Prado, publicase en la web de la pinacoteca un contestado ensayo sobre los motivos de la descatalogación, el Boletín del Prado saca a luz un nuevo trabajo titulado «El Coloso y su atribución a Goya».

Mena ha vuelto a las fuentes históricas para cargarse de argumentos en favor de su tesis. Primero analiza la historia del cuadro en la colección de Fernández Durán, quien lo donó al Prado. En sus inventarios aparece en 1874 y, según apunta, también debió aparecer en uno, perdido, de 1831. Rastrea con meticulosidad la cronología de las denominaciones y títulos con el que fue conocido y mantiene las dudas sobre la presencia del lienzo en el inventario de 1812 del hijo de Goya, puesto que los cuadros están descritos de manera «somera».

Mena también ha realizado un barrido de críticas periodísticas del cuadro tras su donación en 1931 para mostrar cómo se potenció en los años previos a la Guerra Civil la visión alegórica y épica del lienzo que desembocan en la portada de ABC de 1936.

Técnica impropia de Goya

También repasa la bibliografía y cita la prevención que Sánchez Cantón mantuvo con muchas obras de imitadores del genio de Fuendetodos. Además denuncia la facilidad con la que se han atribuido obras chocantes a Goya alegando que son avances de técnicas que usará en su última etapa. El estudio subraya la imposibilidad de interpretar correctamente el cuadro que expresan Sánchez Cantón y Gudiol, entre otros.

Insiste Manuela Mena en sus apreciaciones relativas a la falta de calidad de los materiales: pigmentos frágiles aplicados de forma sucia y apagada y otros detalles sobre el lienzo y la preparación. A su entender, falta coherencia, hay técnica «desmañada», y otras huellas impropias de las pinceladas del maestro.

El rostro y el ojo cerrado

El rostro del Gigante es, para la conservadora del Prado, un cúmulo de torpezas que compara con un soldado del «Tres de mayo» donde la oreja y otras facciones se resuelven con un toque de luz. Mena sí atiende a la última afirmación de Glendinning, que opina que el Gigante tiene abiertos los ojos: pelo, patillas, barba y bigote «son del mismo tipo, sin gradación alguna en su intensidad, que el lento dibujo de los dos trazos que sugieren el ojo cerrado; mientras que una pincelada negra, que se ha confundido recientemente con la pupila de un ojo abierto, está dada sobre el azul del cielo, más allá del entronque de la frente con la nariz, para conseguir la profundidad de la cabeza». El resultado es un «bulto informe». También insiste en la pésima visión anatómica del brazo. Mena afirma que la composición no es propia de Goya, puesto que en el maestro, «las figuras principales se sitúan siempre en el primer plano de la composición», algo que en el lienzo «se plantea justamente a la inversa», como se aprecia en obras de imitadores, y cita «La ciudad en lo alto de una montaña», que atesora el Metropolitan Museum. Y la figura principal no se integra en el paisaje como en la estampa «Gigante sentado» que este cuadro, insiste, «aprovechó». La mala ejecución de la muchedumbre y la incongruencia del asno detenido y la peor anatomía del pollino y los toros son más señas de su deficiente factura.

Vuelve Mena también a las posibles iniciales AJ que figuran en la esquina inferior y que relaciona con Asensio Juliá. Aunque recuerda que ni lo mencionan los estudiosos desde Poleró. Mas Félix Boix, en un artículo de 1931, aprecia tanto varias obras de tema goyesco de Juliá que no puede dejar de plantear que debe haber otras en las que su firma no figure o «se haya hecho desaparecer». Hace un repaso de las obras conocidas de Juliá y de sus copias de Goya, para defender la posible autoría, ya que por otra parte, bucea en la relación del pintor Miguel Fernández Durán y su hijo Antonio con el propio Juliá. El hecho de que estuviera en su colección desde antiguo «atañe al problema de su autoría», puesto que se trataron en el Estudio de la Merced de Valencia. Mena se arriesga a datar el cuadro en la década de 1820.

Jesús García Calero, Madrid: El Prado se rearma con argumentos para la descatalogación de «El Coloso», ABC, 15 de septiembre de 2009