Velázquez vuelve a ser Velázquez
El mundo del arte amaneció ayer con un nuevo tesoro en el regazo. Un cuadro de Velázquez, oculto bajo capas de pintura, barniz y equívocos, hacía su reaparición estelar en el museo Metropolitan de Nueva York, en cuyas paredes se había exhibido desde 1949.
La pintura entró en la institución estadounidense como un velázquez auténtico pero en años sucesivos, tras diversas restauraciones, perdió la firma y en 1979 el museo acabó atribuyendo su autoría a la escuela del maestro sevillano. La rehabilitación del pequeño óleo (68 x 55 centímetros), titulado Retrato de un hombre, es particularmente significativo porque el pintor español no era excesivamente prolífico. Se calcula que hay entre 110 y 120 pinturas de Velázquez en todo el mundo; encontrar una más es un acontecimiento para la historia del arte y para los admiradores de este genio del siglo XVII.
Así lo interpretó ayer Miguel Zugaza, director del Museo del Prado, "hogar del 70% del catálogo de Velázquez", quien celebró la "buena noticia". Zugaza dijo que, si bien aún está pendiente de confirmación, la noticia goza de toda su confianza "tratándose de una institución como el Metropolitan". "Es la demostración de que hay que seguir estudiando; investigar sin prejuicios, dejar a los conservadores hacer su trabajo incluso aunque llegue una mala noticia como una desatribución". El Prado rectificó el año pasado la supuesta autoría de Goya del cuadro El coloso, una decisión no exenta de polémica.
Venderlo a mejor precio
La reatribución a Velázquez de una obra que ha estado en la colección del Metropolitan durante décadas es el resultado de la colaboración entre dos expertos del museo, Keith Christiansen, responsable de pintura europea, y Michael Gallager, director del departamento de conservación de pintura. Este año el museo neoyorquino decidió reorganizar su catálogo de pintores clásicos españoles, que consta de unas cuarenta obras, de las cuales seis de Velázquez.
Cuando Christiansen se encontró de nuevo frente a este lienzo, las dudas que le habían perseguido en los últimos 25 años volvieron a surgir. "Cada vez que iba al Museo del Prado buscaba cuadros de estilo similar. Incluso llegué a pensar que podía ser Alonso Cano. Tenía demasiada calidad para ser obra de un aprendiz" declaró ayer a este diario.
El comisario decidió consultar con Gallager. "Su voluntad de limpiarlo minuciosamente dio un vuelco a la situación. Al descubrir la nueva gama de colores supimos que el artista original había concebido el cuadro de forma diferente a como lo habíamos visto hasta ahora" añade Christiansen. La mano de Velázquez parecía estar claramente tras las pinceladas que afloraron bajo capas de barniz y pintura recientes aplicadas para envejecer artificialmente la obra y poder vender el cuadro a mejor precio.
Las sospechas de Christiansen y Gallager las confirmó Jonathan Brown, el experto que más sabe en EE UU sobre la obra del genio sevillando: "Es un descubrimiento fantástico. Había tenido el cuadro en mis narices toda mi vida y ahora reaparece al estilo cenicienta", confesaba este profesor del Institute of Fine Arts de la Universidad de Nueva York.
El cuadro, que no es una obra acabada sino un estudio, fue comprado a un marchante por Jules Bache, uno de los principales coleccionistas de arte de EE UU, y en 1949 lo donó al Metropolitan. Cuando el Retrato de un hombre hizo su entrada en la institución, oficialmente era un autorretrato de Velázquez. Pero en 1963 la monografía de José López Rey daba por sentado que aquella obra no pertenecía al pintor, sino que era producto de su escuela. En 1979, el museo eliminaba el nombre de Velázquez del cartel que colgaba junto al cuadro y lo sustituía por el de Taller de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez.
Ahora el siguiente paso podría ser descubrir la identidad del hombre misterioso del retrato. Diversos expertos han señalado el parecido entre este personaje y el que se ve a la derecha del lienzo La rendición de Breda, ambos realizados por Velázquez a los 35 años. De momento, el nombre del personaje seguirá siendo una incógnita. La autoría de la obra, ya no.
Barbara Celis, Nueva York: Velázquez vuelve a ser Velázquez, EL PAÍS, 11 de septiembre de 2001