Arco 2008: La renovada vida de la 'performance'

"Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis...". Y así hasta 1.861. En eso consiste la performance que Esther Ferrer, donostiarra de 70 años, llevó a cabo en el Museo Reina Sofía de Madrid durante el encuentro El arte es acción a finales del pasado mes de enero. Esther está sentada en una silla junto a otras 23 personas y dice: "La acción que vamos a hacer hoy es contar hasta 1.861". El número de inmigrantes que han muerto intentando cruzar la frontera con Europa. "Yo he decidido que los vamos a contar hoy, uno por uno, para recordarlos. Los que queráis acompañarnos podéis hacerlo".

'Performance' O Visível e o Invisível

Esther Ferrer lleva haciendo performances desde los años sesenta. Sus acciones mantienen las características de las de aquellos pioneros que, como ella, inventaron el arte de acción en grupos como Fluxus o Zaj, del que formaba parte Esther. En aquellos días, el público tenía el mismo protagonismo que el performer. No utilizaban apenas objetos y, salvo excepciones, no producían con sus acciones ni vídeos ni fotografías que más tarde se pudiesen vender. Se trataba de una reacción a los géneros artísticos más tradicionales como la escultura o la pintura, y suponía una actitud crítica contra la institución y el mercado. Por su naturaleza no-objetual y por su actitud situacionista, resultaba imposible coleccionarlo, difícil exhibirlo y peligroso programarlo. Por ello, parece paradójico que una de las grandes novedades de esta edición de Arco sea la presentación de una sección dedicada únicamente a esta disciplina: Performing Arco. ¿Performance en un mercado de arte?

"Es un reto muy interesante enfrentar con el mercado una práctica que, en principio, reniega del objeto", dice Lois Keidan, directora de Live Art Development Agency de Londres y una de las comisarias de Performing Arco junto a Berta Sichel, del Reina Sofía. Entre las dos han elegido a Aggtelek, Mary Coble, Nezaket Ekici, Joan Morey y Beth Moyses entre una serie de artistas propuestos por sus respectivas galerías. Además, habrá otras tres performances realizadas por artistas brasileños: Cabelo, Franklin Cassaro y Marco Paulo Rolla. Para Lourdes Fernández, directora de Arco, resulta una iniciativa muy interesante porque va a permitir a los galeristas presentar en una feria este tipo de arte: "Todavía tenemos que probarlo todos, pero si funciona bien, nos gustaría que fuese una sección más sólida".

Es difícil definir qué es el arte de acción, y, más aún, encontrarlo en su estado puro. Esther Ferrer lo ha descrito como el arte de la presencia, el tiempo y el espacio. Y quizá por ello su evolución haya sido tan dispar. Hoy en día se ven performances en casas, en galerías de arte, en desfiles de moda, en teatros, frente a multitudes, frente a una sola persona, e incluso sin público y con el único objetivo de registrarlo en vídeo. Además, las nuevas tecnologías han abierto aún más posibilidades y se pueden encontrar performances de juegos online o aquellas en las que se trata únicamente de dirigir al público mediante dispositivos como móviles. "El arte de acción tiene infinitas posibilidades", dice Lois Keidan, "permite a los artistas experimentar y expresarse frente al público".

Es quizá esta experimentación, que atrajo en su día a los performers de los sesenta, lo que vuelve a dar protagonismo al arte de acción. Así, unas 1.200 personas en tres días asistieron al encuentro El arte es acción del Reina Sofía. Una asistencia inusitada para este tipo de arte, todavía incomprendido por muchos artistas y marginal en algunos ámbitos. "La idea de Performing Arco surgió en consonancia con lo que está ocurriendo en proyectos museísticos como Live Art, en la Tate Modern de Londres", explica Pablo Berástegui, promotor y productor del nuevo apartado de la feria española. Quizá una de las mayores pruebas del auge del arte de acción sea Performa, bienal de performance de Nueva York, cuya primera edición se celebró en 2005 y que, en su corta trayectoria, ha reunido a artistas de todas las disciplinas como Christian Jankowski, Carlos Amorales, Trisha Brown, Yoko Ono, Lauri Simmons o Marina Abramovic.

"Puede que el debate más interesante sea valorar de qué manera el museo puede acoger un tipo de manifestación efímera que, por su propia naturaleza, es intrínsecamente opuesta al objeto del museo: conservar", dice Berástegui. Para Esther Ferrer, la principal diferencia entre lo que se hace ahora y lo que se hacía en los años sesenta y setenta es que la acción se ha teatralizado. "Cuando yo empecé no hacías como si te cortaras el pelo, te lo cortabas. Antes, la gente reivindicaba su derecho a participar", recuerda Ferrer. "Hoy, la gente está como en misa y, si hablas, te hace callar. Creo que en parte tiene que ver con la cultura televisiva, y la pasividad que ésta conlleva". Pero esta pasividad no llama tanto la atención entre las jóvenes generaciones como Aggtelek, compuesto por Xandro Vallès y Gemma Perales, barceloneses de 29 y 25 años. Ellos son los encargados de inaugurar Performing Arco. "El público es como un voyeur de nuestro proceso de trabajo. En realidad, estamos empezando a experimentar haciendo este tipo de acción frente al público", dicen. "Empezamos a utilizarla simplemente para darle movimiento a nuestras esculturas".

Todo indica que el arte de acción vive un buen momento. Pero todavía queda mucho por hacer para que se consolide. Para Nieves Correa, performer y coordinadora de El arte es acción además de codirectora del Festival Acción!MAD, que celebrará su quinta edición en Madrid este año, "si en España el arte de acción vive un buen momento, es porque los artistas nos lo hemos trabajado. Además, apenas hay críticos de arte especializados y sólo en una facultad de Bellas Artes del país se imparte una asignatura específica de performance". Es en Valencia, y el profesor, Bartolemeu Ferrando, es un artista.

Manuela Villa, La renovada vida de la 'performance', El País, 9 de febrero de 2008