Hogares modernos de Richard Hamilton
Son los primeros cincuenta, concretamente el año 1952, y algo
trascendental para el arte y hasta para la vida -porque el arte y la
vida no andan tan lejos una de otra, se va a comprobar pronto- está a
punto de ocurrir en un lugar hacia el cual pocos miran entonces. Todas
las miradas se dirigen hacia Nueva York, donde reina el expresionismo
abstracto y el tímido y emergente arte pop de Jones y Rauschenberg va
tomando posiciones. El lugar donde la historia del arte europeo -y más
que europeo- está a punto de dar un vuelco tiene un nombre concreto que
desde ese momento se asociará a la experimentación vanguardista: ICA. El
Instituto de Arte Contemporáneo de Londres acoge a un grupo de artistas
que se hacen llamar de un modo elocuente: The Independent Group. Y son
independientes de verdad porque deciden separarse de los paisajes suaves
a la moda en Inglaterra y mirar con una enorme ironía y sentido crítico
hacia la iconografía de los medios de masas que habla de una opulencia
que en los años 50 viene de América y es poco más que un sueño para una
Europa que lucha por salir de su posguerra. En el grupo participan como
animadores y figuras esenciales el que pronto se convertirá en portavoz
del pop inglés, el crítico Lawrence Alloway, y artistas y arquitectos
sorprendentes como Magda Cordell, James Stirling, Eduardo Paolozzi y
Richard Hamilton. Este último, profesor además de artista, se muestra
desde el principio como uno de los más reflexivos, documentando cada una
de las fuentes de sus remakes y collages.
Pero será en 1956 cuando el grupo salta a la fama con su muestra This is Tomorrow.
Mañana es ahora, dice el título de la exposición a partir de la cual se
pone patas arriba el mundo del arte. De esa misma fecha es el pequeño
collage de Hamilton (Pero ¿qué hace a los hogares de hoy tan diferentes, tan atractivos?)
donde el chico inglés de posguerra recorta fascinado las revistas
americanas para pegarlas luego y construir un hogar ideal. Se trata de
una obra sorprendente y todo el que tiene ocasión de verla en vivo
siente la emoción antigua de hallarse frente a una obra maestra. Lo es.
Instalada en la paradoja de la modernidad, gesto irónico y melancolía,
muestra a un artista sólido que es, desde luego, imbatible en la
representación de esa paradoja.
Esa contradicción y esa seriedad
han gobernado la carrera de Hamilton, que visitó el Prado hace apenas
dos años. Una sonrisa un poco traviesa recorrió también entonces el
rostro del artista que entraba al gran museo, lleno de los cuadros que
tanto amaba, y se sentía cómodo, como ocurre siempre con los creadores
genuinos. Era una especie de vuelta a casa, a un hogar atractivo que su
presencia convertía en moderno. Vuelvo a mirar la postal del pequeño collage
apoyada en mi librería y noto asombrada cómo no ha envejecido. Eso, y
otras muchas imágenes, nos quedará para siempre de Richard Hamilton.
Estrella de Diego: Hogares modernos de Richard Hamilton, EL PAÍS, 14 de septiembre de 201