Picasso, el más apreciado, ... por los cacos

Picasso es el líder indiscutible de los autores más robados de todos los tiempos. Ningún autor vivo o muerto tiene tantas obras sustraídas o en paradero desconocido como el malagueño, según la lista que actualiza anualmente la compañía Art Loss Register (ALR), con base en Londres y que opera por todo el planeta.

No es sólo que Picasso encabece el ranking. Es que lo hace con una insultante —y trágica— ventaja. Con 693 obras robadas, le saca 305 de ventaja al segundo en liza, Joan Miró, y 327 al tercero, Marc Chagall.

Es notoria la presencia de tres españoles —el otro es Dalí, en el cuarto puesto— en este 'top ten' delictivo del mercado del arte. Algo más rezagado se halla Goya, con 67 cuadros sustraídos, de los cuales no se han recuperado 54.

Porque la lista de ALR no sólo anota los robos, sino también los rescates. Y, a la vista de las cifras, estos no son demasiados. Cojamos a Picasso, por ejemplo. De sus 693 obras que se han robado, 572 continúan en paradero desconocido. Entre ellas, 'Cabeza de caballo' (1962) y 'Vaso y jarra' (1944), las dos sustraídas en Pfaeffikon (Suiza) a primeros del mes de febrero y de las que nadie ha vuelto a saber ya nada.

El porcentaje de rescates es muy limitado. Y eso, pese al empeño de compañías como ALR, nacida precisamente para poner coto a los robos de obras de arte. Su origen hay que buscarlo en los años 70 en Nueva York, en un archivo entonces inoperante por no estar informatizado.

La creación de ALR en los años 90 aportó las ventajas de la informatización y puso a disposición de los tratantes y los galeristas una base de datos que incluye alrededor de 170.000 objetos robados. La lista crece en alrededor de 10.000 trabajos todos los años y recoge entradas de todos los lugares del mundo. Quien quiera consultarla tiene dos opciones: pagar una cuota de 435 euros al año, que da derecho a 30 consultas, o abonar 35 euros por cada una de ellas.
'Operaciones' importantes

ALR ha cosechado éxitos sonoros como la recuperación en 1997 y 1999 de sendas naturalezas muertas de Manet y Cézanne, sustraídas en 1977 y 1978. También el rescate hace dos años de la Mujer de blanco leyendo un libro de Picasso, robada en 1940. Sin embargo, el avance en la lucha contra los ladrones es arduo y difícil, y una base de datos puede sólo limitar el daño hasta cierto punto. Las obras van muchas veces directamente a coleccionistas que roban por encargo o ni siquiera se preocupan del origen del cuadro y éste permanece para siempre oculto para el gran público.

De la lista llaman la atención algunos detalles. Por ejemplo, que los pintores sufren más choriceo que los escultores y los artistas contemporáneos más que los clásicos. Las dos cosas tienen su explicación. La primera, por el volumen y el peso de las obras. La segunda, por el hecho de que los cuadros de los viejos maestros reposen a menudo en museos de titularidad pública, más protegidos y asegurados que los de los autores nuevos.

De todas formas, hay expeciones a estas dos reglas. Los escultores Henry Moore y Rodin están en los puestos 12 y 13. Y en cuanto a autores clásicos, el sexto puesto, por ejemplo, es para el alemán Alberto Durero &mdashdel que 215 grabados se hallan en paradero desconocido—, el séptimo es para Rembrandt &mdashcon 209 desapariciones, de las cuales 173 aún no se han resuelto— y algo más rezagados se hallan Rubens, Van Dyck y el mencionado Goya. En tierra de nadie entre clásicos y modernos, los impresionistas, ocupan la zona media de la tabla. En concreto, Degas (84 robos), y Toulouse-Lautrec (82), en los puestos 15 y 17.

Sorprende que estén relegados a puestos menores autores como Van Gogh (31º), Munch (33º) o Kokoschka (38º). O artistas tan cotizados como Basquiat (52º) o Kandisnky (53º). De todas formas, la lista no es el reflejo de las preferencias de los ladrones sino de sus hazañas.

Del dandi al mafioso

París, 22 de agosto de 1911. Un italiano llamado Vicenzo Peruggia se cuela en los almacenes del Louvre, pasa la noche en el museo y espera hasta la mañana siguiente para desaparecer con un lienzo envuelto con su guardapolvos: La 'Mona Lisa' de Leonardo Da Vinci. El robo de los robos, una 'obra' inducida por un misterioso argentino llamado Valfierno, tuvo final feliz (el lienzo reapareció en 1913, después de que Guillaume Apollinaire y Pablo Picasso declarasen como sospechosos) y creó un mito literario: el del ladrón de arte dandi, un tipo refinado, audaz y de guante blanco.

Nada que ver con la violenta actualidad. Las medidas preventivas se han hecho más sofisticadas; los procedimientos de los ladrones, como consecuencia de ellos, se han hecho más rudos. Que se lo pregunten a los responsables de la Fundación Bührle de Zürich, que fue desvalijada por tres encapuchados con acento balcánico... ¿La mafia llega al museo?

El resultado ha propiciado una nueva edad del plomo en las pinacotecas desde que en 1990 dos delincuentes vestidos de policía irrumpieron a golpes en el Museo Stewart Gardner y se llevaron 'El concierto' de Vermeer .

Desde entonces, los atracos a mano armada y los butronazos son recurrentes. En Niza, en 2006, por ejemplo, cinco encapuchados fuertemente armados desvalijaron el Museo de Bellas Artes en sólo cinco minutos. Su botín, obras de Alfred Sisley, Claude Monet y Jean Brueghel. Algo parecido ocurrió en 2002 en el Museo Nacional de Suecia, de Estocolmo, cuando los delincuentes irrumpieron a tiros y se llevaron tres obras de Renoir y Rembrandt.

Los preferidos de los cacos
  • Pablo Ruiz Picasso (España), 693 obras robadas.
  • Joan Miró (España), 388 obras robadas.
  • Marc Chagall (Rusia), 366 obras robadas.
  • Salvador Dalí (España), 300 obras robadas.
  • Alberto Durero (Alemania) 215 obras robadas.
  • Rembrandt van Rijn (Países Bajos), 173 obras robadas.
  • Pierre-Auguste Renoir (Francia), 169 obras robadas.
  • Andy Warhol (Estados Unidos), 171 obras robadas.
  • Peter Paul Rubens (Flandes), 122 obras robadas.
  • Henri Matisse (Francia), 103 obras robadas.
Eduardo Suárez (Londres), Picasso encabeza el 'top ten' de los artistas más codiciados por los ladrones, El Mundo, 4 de marzo de 2008