La Tate Britain enfrenta a Turner con los clásicos
Barcos holandeses en una galerna' (1801), por Joseph Mallord William Turner.
El 'pintor de la luz', el inglés Joseph Mallord William Turner (1775-1851) —máximo exponente del impresionismo británico— ilumina con sus brillantes trazos la galería Lindbury del museo Tate Britain desde el pasado domingo, en una exposición que permanecerá en Londres hasta el 31 de enero de 2010.
El famoso museo inglés ha decidido mantener en 'Turner y sus maestros' el espíritu 'competitivo' del que el británico hizo gala en vida y, junto a sus obras, también expondrá la de sus maestros, mentores y las grandes figuras a las que admiraba y, a la vez, intentaba superar con una perpetua y compulsiva obsesión. Los vehementes paisajes del británico se confrontan, por primera vez en la Historia, con más de un centenar de creaciones venidas de todo el mundo: desde Canaletto, Claude Lorrain o Tiziano hasta Rembrandt, Rubens o Van de Velde, entre otros.
El pintor británico inspiró gran parte de su obra en estos artistas de tiempos anteriores y, a pesar de lo que pudiera parecer, su objetivo era —en parte— dejar un resquicio para la crítica; su personal técnica de añadir acuarelas sobre los óleos consiguió dotar a sus composiciones de una luz y una textura únicas con las que intentaba mejorar unos trabajos ya de por sí cercanos a la perfección artística. Pese a todo, Turner nunca tuvo reparos en confesar la admiración que sentía por ellos; la muestra contiene el cuadro de 'Puerto con el embarque de la Reina de Saba' (1648) —pintado por Claude de Lorraine— con el que el pintor afirmó haber llorado la primera vez que lo vio, porque "jamás sería capaz de pintar nada parecido a esa imagen". Incluso, a pesar de su ego, llegó a confesar que contemplar una de las creaciones del neerlandés William van de Velde 'el joven', fue "lo que me convirtió en pintor". Por ello, la Tate también exhibe el cuadro 'Una Galerna' —procedente del Museo de arte de Toledo—, que Van de Velde pintó en 1672 .
Entre otras obras a destacar, 'La Virgen y el niño en un paisaje con Tobías y el ángel' (1535-1540), de Tiziano -de quien el londinense decía que "el mayor honor que ha tenido un paisaje lo ha obtenido de las manos de Tiziano"- o 'Cristo y la mujer adúltera' (1664), del holandés Rembrandt -"jamás he visto esa frescura, esa calidad negativa de la sombra y el color, esa perspectiva aérea envuelta en penumbra salvo en la mano de Rembrandt"- forman parte de la irrepetible colección 'Turner y sus maestros'.
La importancia que la Tate ha brindado a la relación de Turner con los grandes pintores de la Historia del Arte se debe, en gran medida, a la gran precocidad del paisajista. Desde que apenas contaba con 10 años, el pequeño artista empezó a pintar copias de los cuadros de los grandes maestros de la pintura —que su padre colgaba en el escaparate de su barbería— y que, a medida que pasaba el tiempo se transformó en una contínua batalla para medirse a ellos. Su rápido dominio del pincel le convirtió en una especie de Maurice Ravel del Impresionismo pictórico. Más tarde, con tan sólo 14 años, Turner comenzó sus estudios en la Real Academia de Arte de su país y, en 1802, esta institución le eligió como miembro permanente, lo que le conviertió en uno de los académicos más jóvenes del momento.
Sus representaciones de la naturaleza en su estado más agresivo —como en 'Amanecer tras el naufragio' (1840) o 'El incendio de las cámaras de los Lores y de los Comunes' (1835)— le valieron, ya en su época, la etiqueta de genio de las artes. No en vano, uno de los escritores y críticos contemporáneos a Turner, John Ruskin, llegó a definirle como el pintor "que más conmovedoramente y acertadamente puede medir el temperamento de la naturaleza". Tras su paso por 'Albión', la muestra cruzará el Canal de la Mancha para instalarse durante un mes en Le Grand Palais de París. Por último, el público español podrá disfrutar de 'Turner y sus maestros' en el Museo del Prado de Madrid desde el 22 de junio hasta el 19 de septiembre del próximo año.
La Tate Britain enfrenta a Turner con los clásicos, EL MUNDO, 28 de agosto de 2009
El famoso museo inglés ha decidido mantener en 'Turner y sus maestros' el espíritu 'competitivo' del que el británico hizo gala en vida y, junto a sus obras, también expondrá la de sus maestros, mentores y las grandes figuras a las que admiraba y, a la vez, intentaba superar con una perpetua y compulsiva obsesión. Los vehementes paisajes del británico se confrontan, por primera vez en la Historia, con más de un centenar de creaciones venidas de todo el mundo: desde Canaletto, Claude Lorrain o Tiziano hasta Rembrandt, Rubens o Van de Velde, entre otros.
El pintor británico inspiró gran parte de su obra en estos artistas de tiempos anteriores y, a pesar de lo que pudiera parecer, su objetivo era —en parte— dejar un resquicio para la crítica; su personal técnica de añadir acuarelas sobre los óleos consiguió dotar a sus composiciones de una luz y una textura únicas con las que intentaba mejorar unos trabajos ya de por sí cercanos a la perfección artística. Pese a todo, Turner nunca tuvo reparos en confesar la admiración que sentía por ellos; la muestra contiene el cuadro de 'Puerto con el embarque de la Reina de Saba' (1648) —pintado por Claude de Lorraine— con el que el pintor afirmó haber llorado la primera vez que lo vio, porque "jamás sería capaz de pintar nada parecido a esa imagen". Incluso, a pesar de su ego, llegó a confesar que contemplar una de las creaciones del neerlandés William van de Velde 'el joven', fue "lo que me convirtió en pintor". Por ello, la Tate también exhibe el cuadro 'Una Galerna' —procedente del Museo de arte de Toledo—, que Van de Velde pintó en 1672 .
Entre otras obras a destacar, 'La Virgen y el niño en un paisaje con Tobías y el ángel' (1535-1540), de Tiziano -de quien el londinense decía que "el mayor honor que ha tenido un paisaje lo ha obtenido de las manos de Tiziano"- o 'Cristo y la mujer adúltera' (1664), del holandés Rembrandt -"jamás he visto esa frescura, esa calidad negativa de la sombra y el color, esa perspectiva aérea envuelta en penumbra salvo en la mano de Rembrandt"- forman parte de la irrepetible colección 'Turner y sus maestros'.
La importancia que la Tate ha brindado a la relación de Turner con los grandes pintores de la Historia del Arte se debe, en gran medida, a la gran precocidad del paisajista. Desde que apenas contaba con 10 años, el pequeño artista empezó a pintar copias de los cuadros de los grandes maestros de la pintura —que su padre colgaba en el escaparate de su barbería— y que, a medida que pasaba el tiempo se transformó en una contínua batalla para medirse a ellos. Su rápido dominio del pincel le convirtió en una especie de Maurice Ravel del Impresionismo pictórico. Más tarde, con tan sólo 14 años, Turner comenzó sus estudios en la Real Academia de Arte de su país y, en 1802, esta institución le eligió como miembro permanente, lo que le conviertió en uno de los académicos más jóvenes del momento.
Sus representaciones de la naturaleza en su estado más agresivo —como en 'Amanecer tras el naufragio' (1840) o 'El incendio de las cámaras de los Lores y de los Comunes' (1835)— le valieron, ya en su época, la etiqueta de genio de las artes. No en vano, uno de los escritores y críticos contemporáneos a Turner, John Ruskin, llegó a definirle como el pintor "que más conmovedoramente y acertadamente puede medir el temperamento de la naturaleza". Tras su paso por 'Albión', la muestra cruzará el Canal de la Mancha para instalarse durante un mes en Le Grand Palais de París. Por último, el público español podrá disfrutar de 'Turner y sus maestros' en el Museo del Prado de Madrid desde el 22 de junio hasta el 19 de septiembre del próximo año.
La Tate Britain enfrenta a Turner con los clásicos, EL MUNDO, 28 de agosto de 2009